Simbar: Todo Cambió.

Cap. 5

Narra Simón.

Había llegado al Jam & Roller para un ensayo con la banda.

-Hola chicos. —Dije y me subí al escenario con la guitarra y la enchufé al equipo.
-¿Empezamos? —Dijo Nico colocándose.
-Sí. Pero hoy ensayaremos muy poco porque cuando Ámbar salga del Blake, tengo que quedar con ella.
-Con que Ámbar, ¿Eh? —Dijo Pedro alzando y bajando las cejas.

Yo fruncí el ceño y después reí mientras negaba con la cabeza.

-No. No es lo que tú piensas. Es sólo por una tontería con la que quiere que la ayude.
-Será una tontería pero bien que la ayudas.

Yo rodé los ojos y después comenzamos a tocar una nueva melodía.

Narra Ámbar.

Delfi, Jazmín y yo salimos del colegio y empezamos a caminar hacia el Roller.

-¿Qué haremos hoy? ¿Tomar un licuado en el Roller? ¿Después ir de compras? ¿Postear algún video para el Fab & Chic? —Dijo Jazmín.
-No, Jazmín. Hoy no voy a hacer planes con vos. Estoy ocupada.

Delfi se cruzó de brazos.

-¿Todavía seguís enfadada? —Dije yo sin poder creerlo.- Ya te pedí perdón. No lo pienso hacer de nuevo.

Ella resopló y se fue por otro camino.

Llegamos al Roller, vi a Simón practicando con la banda y los interrumpí.

-Bueno. Tenemos que hacer algo, ¿Recuerdas?
-Sí pero espérate Ámbar porque todavía tenemos que arreglar algunos fallos en la melodía. —Dijo Simón.
-No tengo tiempo así que fuera. —Acabé suspirando.- Bueno. Vale, les dejo en paz. Pero terminen pronto.

Tocaron el tema y yo aplaudí.

-Suena muy bien. Los felicito. Ahora vayámonos. —Dije y salí con Simón de allí.
-¿Entonces podemos ir ahora a la mansión?
-Sí pero mi madrina ha dicho que no quiere escuchar ni un mínimo ruido.
-Tu madrina es demasiado exigente.
-Lo sé.

Nos dirigimos a la mansión y fuimos hacia la cocina. De repente tenía intención de irme de allí pero Simón me retuvo.

-De aquí no te vas.
-Pero no quiero cocinar. —Dije enfadada.
-Es lo que hay. Tienes que aprender a hacer las cosas por ti misma, no como Aurora que trabaja aquí todo el tiempo y hace todo lo que le pedís.
-Te referís a Amanda, ¿No?
-Bueno, sí. A Amanda. Siempre se me olvida su nombre.

Rodé los ojos y Simón habló de nuevo.

-¿Qué quieres cocinar?
-Una torta de chocolate y crema, por ejemplo.
-Para, Ámbar. Me entró hambre.

Seguimos cocinando. Ya quedaba poco.

-¿Ves como no era para tanto? —Dijo Simón.
-Sí que lo es. Yo no puedo seguir más. Lo siento. Es horrible hacer las cosas por tu cuenta. Esto fue una mala idea. Tenés que irte, Simón.
-Claro. Por supuesto. Me iré. —Me dijo Simón y cuando me iba a ir para lavarme las manos, esperando que ya se hubiese dirigido hacia la puerta, me agarró y me llenó todo la cara de crema de nata.
-No lo puedo creer. QUÉ HICISTE. —Le miré enfadada.
-Bueno, y-yo me quería divertir un poco.
-¿Un poco? Pues sí. Se ha notado.

Le tiré harina a la cabeza y solté una carcajada. A partir de ese momento empezamos a hacer guerra de comida durante unos minutos.

-Bueno. Ya creo que deberíamos parar. —Dije mientras me escondía para que Simón no me manchara más.
-Sí. Tienes razón.

Nos miramos fijamente durante unos segundos que para mí se hicieron eternos. Poco a poco Simón se fue acercando a mí pero tiré de él para que se agachara y nos escondiéramos detrás de la mesa de cocina donde Mónica siempre preparaba sus platos y donde Simón y yo estábamos "preparando" una torta.

-¿Por qué nos escondemos? —Dijo Simón susurrando y mirándome.
-Porque escuché unos tacones y debe ser mi madrina.
-¿Y cuál es el problema?
-Que como se entere de que hemos sido nosotros los que hemos armado todo esto, se va enfadar.

Me asomé un poco y vi a mi madrina entrando. Se quedó pasmada por toda la suciedad que había y se fue de la cocina para buscar al culpable de todo esto.

-Vamos, dale. Levantate. —Le dije apresurada y nos levantamos.- Hay que limpiar esto.

Simón rió.

-Perdona. ¿Ámbar Smith dijo la palabra "limpiar"? Pensaba que no aparecía en tu diccionario.
-Ja. Ja. —Dije sarcástica.- ¿Querés limpiarlo vos sólo?
-No. No. —Me dijo Simón riendo.
-Entonces no te quejes. —Dije y empezamos a barrer el piso y limpiar las paredes.

Cuando terminamos me dirigí a la mesa.

-Quedó implacable. Y ahora vamos a hacer esa torta porque tengo mucha hambre. —Dije haciendo una mueca.

En ese momento mi madrina entró con el ceño fruncido.

-Ámbar. ¿Vos fuiste la que ensució toda la cocina antes?
-¿Qué? No. Recién llegamos y estaba limpia. —Le dije yo negando con la cabeza.

Mi madrina se extrañó.

-Está bien. Pero, ¿Qué hacen acá?
-Tenía hambre. Y quería hacer una torta.
-¿Vos cocinando? Andale y decile a Amanda que te la prepare ella.
-No. De verdad que ya lo hago yo. No quiero molestarla.

Ella suspiró y después asintió.

-Bueno. Está bien con tal de que no me molestes. —Dijo y después se fue.

Pasaron varios minutos y después terminamos de hacer la torta.

-Ahora falta meterla en el horno. —Dijo Simón.
-Trae. Ya lo hago yo. —Dije y cogí la bandeja con la torta encima y la metí en el horno.- Ahora sólo hay que esperar. Si querés podés mostrarme esa nueva parte de la nueva canción de la Rollerband que dijiste que compusiste.
-Ah. Sí. Compuse una nueva melodía. Todavía no se la enseñé a los chicos.
-Podemos ir al depósito y así no molestamos a mi madrina.
-Me parece bien.

Fuimos al depósito y me mostró aquella melodía con su guitarra ya que siempre va a todos sitios con ella.

Volvimos a la cocina y abrí la puerta del horno para sacar la torta.

-Oye. Aquí no hay nada. —Dijo Simón.

Fruncí el ceño y salimos de la cocina. Al pasar por el comedor, vimos a Tino y Cato comiéndose la torta.

-¿Qué hicieron, inútiles? —Les dije yo mirando la torta.- Eso era para nosotros. —Cogí la torta con la intención de llevarla lejos de ellos.
-Ámbar, qué mala onda. —Dijo Simón deteniéndome.- Ellos no sabían nada. Podemos compartirla. No hay problema.

Yo suspiré pero acabé por sentarme al lado de Cato y Simón se sentó al lado mía.

-Está bien. —Dije y comimos entre todos la torta.

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Espero que les haya gustado este capítulo. Lo escribí con mucho amor xd.

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