Capitulo 23: No te vayas.

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Thomas

 Estábamos subiendo las escaleras y empezamos despejando el primer piso, trabando cada puerta. Solo faltaba que cerramos la entrada al tercer piso para que nada bajara de los otros cinco. Decidimos establecernos en el departamento 24, era el más espacioso por el hecho de que no había casi nada adentro, con nada me refiero a los inmuebles que normalmente se encuentran. Solo habían ciertas cosas que podrían servirnos de mucho durante esta noche y quizás, para mañana.

– Listo – le digo a los demás después de revisar una de las habitación con mi linterna y mi arma.

 Afortunadamente no había ningún caminante adentro, por lo tanto no había mal olor. Rick hablo por el Walkie-talkie y les dio permiso a los demás de subir al departamento. Empezaron a aparecer por la puerta y que al final faltaban solo dos personas por entrar: Alison y Carl. Ya me estaba empezando a preocupar y tener ciertas ideas y pensamientos estúpidos acerca de lo que estuviese pasando. Los demás empezaban a ambientar el lugar con las pocas velas y luces que teníamos, unos incluso se habían puesto a hacer la cena sin tan solo percatarse de que faltaban dos integrantes del grupo. El joven del sombrero marrón apareció por la puerta con una caja en sus manos, esperaba la entrada de mi hermana detrás de él, pero no fue así; cuando vino a mi mente un pequeño detalle que había olvidado. Su tobillo. Era imposible que ella pudiera subir las escaleras con ese dolor en el pie, y yo aquí parado como un idiota sin reaccionar rápido.

– ¿Donde esta ella? – le pregunto al chico que acababa de entrar por la puerta tomándolo por los hombros.

– Está allá abajo, la iba a ayudar pero tardé más de lo que creí en subir – deja la caja en el piso y sale nuevamente a la densa oscuridad que cubre el pasillo alumbrando con su linterna

Yo lo seguí tomando fuertemente mi arma sintiendo la ansiedad recorrer mi cuerpo. Esperaba que realmente estuviese bien porque había pasado un rato ya desde que todos habíamos subido. ¿Cómo pude haberla olvidado? Soy tan idiota. Me hundí tanto en un mundo de posibilidades que no me di cuenta que no hizo falta caminar mucho para encontrarla. Recostada en la pared del segundo piso, con los ojos cerrados y su rostro pálido. Su cabello ya no tenía ese brillo que solía tener y su piel estaba fría y pálida. El corazón me dio un vuelco al verla así y sentí que se me iba a salir, parecía como que el mundo se había puesto de cabeza y me encontraba en una especie de pesadilla de la que no podía despertar. Mis piernas flaquearon cuando me acerque a ella y tomé su rostro en mis manos.

– Ali, Alison cariño, despierta por favor – la agito y trato de buscar su pulso, pero no tiene. Pongo mi dedo en su nariz y noto rápidamente que no está respirando. Las lágrimas ya se acumulaban en mis ojos y no se apresuraban a salir – Maldición Alison, no me dejes, no ahora por favor – la tomo entre mis brazos y como puedo la llevo hasta el departamento seguido de Carl quien me alumbra el camino. – Alguien por favor, no... no está respirando – apenas me sale la voz,

Ellos se alarman ante mis palabras, despejaron la mesa que estaba en el comedor y me dijeron que la colocara allí. Tara empieza a revisarla y de un momento a otro aplica la reanimación respiratoria; ya las lágrimas salían de mis ojos y sentía como se formaba un nudo en mi garganta al ver que no reaccionaba ante los intentos de mi amiga de pelo corto.

– ¡Abran las ventanas! –exclama la chica alterada.

Se mantuvo así por unos minutos más hasta que se detuvo y me miro con los ojos cristalinos. Negó lentamente mientras secaba sus lágrimas y se apartaba de la mesa.

– no, no, no, tú de aquí no te iras - me acerco a ella y empiezo a tratar de reanimar su corazón – por favor hermana, no me dejes.

La fuerza se fue quedando en cada empuje que hacía a su pecho, volviéndome cada ver más débil y vulnerable. Ella no reaccionaba y cada vez mi fe se iba perdiendo, Cuando finalmente me detuve, ella seguía inmóvil, tan frágil. No mi pequeña hermana, justo cuando la había encontrado, como pude haberla dejado sola, es mi culpa, debí estar con ella. Me acerqué a ella y acaricié su pelo, por favor, solo vuelve, respira otra vez. Cuando estuve cerca noté lo que pedía, estaba dando pequeñas exhalaciones y luego volvía a inhalar muy, muy forzadamante.

– Está respirando –

Tara se acerca nuevamente y coloca su oido cerca de la nariz de mi hermana – eso no suena bien, le cuesta demasiado respirar, a ese paso dejara de hacerlo muy pronto,

– ¿Qué hacemos? – pregunté

– No, no lo se, no había visto algo así – mi preocupación aumentó – ¿Le había pasado algo así antes?

Lo pensé un momento, volví a mirar a mi hermana y un recuerdo hace destello en mi cabeza.

– asma, le dio un ataque de asma – digo rapidamente – Cuando éramos niños tenía esa enfermedad y estuvo a punto de morir unas cuantas veces por eso – ella la mira de nuevo y cae en cuenta de mis palabras.

– ¿Sabes qué hacer? – me pregunta repentinamente Rick, a lo que yo asiento.

Tome a mi hermana en brazos y al llegar a la única habitación que tenía cama, la senté y recosté de la pared, abrí la ventana rápidamente y volví hasta donde estaba ella.

– ¿Estará bien? – las amigas de Alison estaban en la habitación atentas a mis movimientos.

– eso espero – el recuerdo volvió a destellar, entonces supe lo que tenía que hacer – respira Alison, ya estás aquí, ya estas a salvo, respira pequeña solo respira.

Cuanda las cortinas revolotearon ante la fuerza del aire, las amarre para que no tumbaran nada. Me senté de nuevo al lado de mi hermana y tome su mano. La observe unos momentos asegurándome que el color volviera a ella y siguiera respirando. De vez en cuando parecía no hacerlo, pero era debido a que no lograba tomar el ritmo nuevamente de su respiración. Si no lo hacía pronto tendría que despertarla. Esperé y esperé si dejar de observarla hasta que finalmente se calmó. Acaricié su rostro que lentamente retomaba el color, Alison era lo único que me quedaba, no podía soportar perderla a ella también. En un momento fugaz, recordé nuestra infancia, lo felices que éramos antes de que mi padre me obligase a entrar a la marina, antes de la muerte de la pequeña Samantha. Pasó mucho tiempo antes de que volviéramos a jugar y compartir como lo hacíamos antes, pero las cosas nunca fueron igual, peor fue para Susan que, de los tres, tardó más en recomponerse. Pasé mucho tiempo sentado al borde de la cama, dándole vueltas a la cabeza, pensando en lo que pudo ser de nosotros sin el apocalipsis, aunque realmente no sirve pensar en lo que pudo ser, si no en lo que será, porque saldremos adelante juntos. Salí de la habitación, asegurándome una vez más que estuviese todo en orden, depositando un corto beso en la frente de mi hermana.

Una vez estuve al otro extremo del amplio corredor que daba a las habitaciones, Alexander me abordó – ¿Cómo sigue?

– Mejor – me sentía más repuesto después de la última vez que estuve en aquella sala. Entonces al ver la preocupación en los ojos del chico, supe que tenía que platicar con él. – Me gustaría hablar contigo un momento – lo llevo a un lugar apartado y le pregunto sin rodeos – ¿Te gusta mi hermana?

Había notado como la mirada y también detallado cada alago que le había dicho, lo sé porque también soy hombre y también me he enamorado.

– No, bueno si – lo miro extrañado – ¿No? No – niega repetidas veces – es complicado hermano.

– No me llames hermano – el traga saliva sonoramente y me miraba algo inquieto, está intimidado – niño, es mi hermana y no le apruebo a ningún chico.

– ¿Por qué? – me pregunta con cierta intriga en su tono de voz.

– porque ninguno es lo suficiente para ella – le confieso.

– entonces ¿Prefieres que le gusten las chicas? – lo miro indignado ante su pregunta.

La verdad es que jamás pensé en el tema muy bien. De todas formas, ella era la que decidía, no yo.

– No es lo que digo. Sé que ella es grande y que sabrá tomar sus propias decisiones, solo es que no estoy preparado para que eso pase aún – él pone su mano en mi hombre.

– Tranquilo, soy buen chico – dice modesto.

– Me acabas de admitir que te gusta mi hermana – quito su mano de mi hombro.

– No dije eso – él se defiende ante mis acusaciones.

– Relájate, este no es momento para que hablaremos de ese tema v comenzamos a caminar hacia los demás – por ahora solo cuídate la espalda – le digo induciéndole miedo al chico.

Por un momento pareció nervioso ante mis palabras, pero luego asintió completamente serio antes de volver a lo que estaba haciendo antes junto con Ty.

Fighting To Death. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora