Incluso el día no era un momento seguro, no es que la noche fuera diferente. Tan solo los hacía iguales. Los rayos del sol cayeron sobre mi rostro dándome una falsa sensación de seguridad, la calidez desmentía el siniestro silencio en las calles, hablaba de normalidad.
En realidad no me gusta el día del todo. La gente suele confiarse ante la claridad, engañándose con la vieja creencia de que las cosas malas solo se hallan en las sombras. Pero pensándolo de forma práctica -más allá de la inocencia de las personas comunes y mí recelo obtenido en la experiencia- hay que tomar en cuenta que en el día hace calor y naturalmente hace que la lucha sea más pegajosa. Agrégale a eso el beneficio de nuestros lentes de visión nocturna y elegirías la noche también.
Ese día, porque claro... tenía que ser durante el día, mi equipo venía tras de mí preparados para ponernos en plan #limpieza.
El cómo llegue a ser líder de uno de estos grupos especiales aún seguía siendo un misterio para mí, cuando me detenía a pensarlo me sentía desconcertada, pero hace un año que estaba a la cabeza. Era sorprendente la forma en la que el destino nos hacía jugadas. Yo, que había aprendido a no depender de nadie y a que nadie dependiera de mí. Había terminado así, siendo responsable de coordinar y mantener con vida a mis chicos.
Un grito desgarrador hizo eco en el silencio, inmediatamente creí ubicar la abandonada vivienda de donde provenía, me di un momento para calmar las pulsaciones de mi corazón, a veces era difícil mantener los escalofriantes recuerdos bajos las turbias aguas de la memoria, pero de la calma dependía el trabajo, mi vida y en consecuencia la de mis hombres.
- ¿De dónde viene? ¿De la blanca? – Preguntó Zairen tenso, solo yo sabía cuánto le molestaba caminar a ciegas.
- De la blanca – Apoyó Suzy.
- No, de la azul – Aseguró Bride.
- De la Blanca – Confirmé yo alcanzándolos y dirigiéndome hacia allá.
- Mierda... Creo que de todos yo soy el más defectuoso – Murmuró Leron siguiéndonos el trote.
- Según tú... ¿Donde? – Preguntó Eun Hye con sentido del humor a pesar de la peligrosa situación a la que nos dirigíamos, tratábamos de mantener el sentido del humor. Cada momento podía terminar siendo mortal, sin embargo nuestro equipo tenía el mejor récord en mantenerse con vida.
- Mejor no me avergüenzo más – Gruñó Leron provocando risitas agitadas por parte de los demás.
- Silencio – Intervine tensa... La sensación que emitía esta entidad me daba nauseas, estaba de más decir que eso no era bueno. Por ser la más poderosa de mi reducido grupo también era la más sensible. No que ellos lo supieran, no del todo por lo menos.
- ¿Qué es? – Preguntó Storm catalogándolo.
- Nivel 5 – Respondió Zairen por mí. Él también era especial, pero aún yo tampoco sabía hasta qué punto. Él era tan cerrado como yo en ese sentido. Incluso más.
Touché.
Lo único que todos sabíamos de Zairen es que era el sobrino de uno de los más importantes clérigo-militares. Que la idea de unirse a nosotros le disgustaba, por lo que aún la mayoría no tenía ni la más leve sospecha del porque había terminado accediendo. Yo lo sabía, o lo sospechaba, y era otro de los giros del destino que me dejaba confundida.
Y por último, sabía que odiaba no poder ver o escuchar correctamente. Una vez intentamos gastarle una broma en la que le tapamos los ojos y el tipo se convirtió en un demonio. Bueno no literalmente, de ser así hubiésemos tenido que matarlo porque bueno, es lo que hacemos. Somos cazadores de demonios. Trató de disimularlo, pero luego nos advirtió que eso no debía volver a pasar porque podía volverse real y escalofriantemente loco. Los demás solo asumieron que había reaccionado de tal forma por su extremo entrenamiento militar.
Asentí ante la correcta respuesta de Zairen, definitivamente era un demonio nivel 5, maestros de la posesión y el control mental por excelencia, más manipuladores que agresivos, desde mi perspectiva los más peligrosos, los más sádicos.
Con una sola patada bien proporcionada en la puerta conseguí nuestra forzada entrada a la casa. Me adentré escaneando la zona. Detrás de mí, a unos cuantos pasos, Suzy se paró en seco.
El lugar estaba tan estéril en su interior que parecía un hospital, viendo su exterior desvencijado jamás lo hubiésemos imaginado.
Repentinamente información no deseada se disparó en mi mente. Hospital, dolor, pérdida e instintivamente supe que ese era el peor recuerdo de Suzy, no quería saberlo, pero ahí estaba disparándose en mi mente su trauma pre-alistamiento. En un momento la aguerrida chica estaba ahí de pie dispuesta a mandar a alguien al infierno, al otro segundo estaba perdida en sus miedos, sudando y retorciéndose de rodillas en el suelo.
Trastabillé tratando de separar mis emociones de las de ella, pero era un temor tan pesado y amargo que me adormecía la lengua. Apreté mis puños tan fuerte como pude para hacerme salir de la ilusión, debía centrarme a permanecer en la realidad, en el ahora.
Los demonios se encontraban con una pared cuando trataban de herirme mentalmente, lo que no sabían era que podían debilitarme a través de las personas a mi alrededor.
- ¿Qué mierda? – Soltó Bride corriendo hacia ella en el momento en que terminé de abrirme paso de las densas aguas de las memorias de Suzy.
- No la toques – Ordené con voz alfa, enterrando mi consternación, no era fácil que alguno de mi equipo fuese perturbado con tanta rapidez. Fue un ataque mental inmediato, destinado al que manifestara la más mínima grieta y con lo efectivo que fue, no podía arriesgarme a que se extendiera por conexión física.
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La mano de Dios
ParanormalNadie sabe que sucedió. Solo pasó. Un día los demonios salieron del lugar inmundo en el que se suponía tenían que estar e hicieron fiesta con nuestras debilidades. Un día solo irrumpieron y tiñeron el mundo de más sangre y más c...