Demonio familiar

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El olor dulzón de un perfume de antaño registrado en mi mente fue mi señal de que el demonio quería que lo siguiera. No es que creyera que cumpliría su palabra de dejar a mi equipo vivo, si se deshacía de mí seguirían ellos. 

De eso no tenía la menor duda.

Este demonio en específico me hacía dudar, cocinarme en mi propio miedo. Mis defensas estaban temblando, no temiendo por mí misma sino por los que ahora llamaba míos.

Sin Zairen el maldito nivel 5 no parecía tan fácil. Mi "no-sentimentalmente" confuso compañero, por más frustrante que fuera me hacía sentir segura. El muy imbécil era como mi roca.

Con esos pensamientos en mente ni si quiera me di cuenta que había entrado a una de las habitaciones hasta que la puerta se cerró tras de mí. El koala fue arrancado.

- En términos humanos, es irritante... No, para que lo entiendas mejor con tu obtusa y limitada visión, es insultante perder una presa tan patética cuando no has terminado con ella, así que ahora deberíamos tomarnos nuestro tiempo – Dijo el demonio, tomando la voz de aquel entonces, esa voz femenina que había sido mancillada en mis recuerdos.

Estaba claro que su comentario estaba haciendo referencia a mi madre. A la época en la que me convirtió en una perturbada huérfana. Al momento en el que sembró la semilla de lo que ahora me había convertido en una exterminadora de su raza, irónico.

Su voz era la de ella.

- ¿Entonces qué? ¿Debería disculparme? – Pregunté. Los chicos solían bromear a menudo diciendo que tenía un instinto suicida que había sido confundido por los altos mandos por "iniciativa" y "valentía".

La respuesta fue inmediata, un revés que llenó mi boca de sangre y me empujó contra la pared. No pude evitar sonreír en la oscuridad. Un bramido salvaje y luego fui impactada de nuevo contra otra pared, deslizándome al suelo.

- Antes de que continúes este interesado y sentido monólogo ¿Dónde está Eun Hye? – Quise saber, escupiendo el acumulado de sangre mientras me sentaba con ayuda de mis brazos tambaleantes.

- La maté, la aplasté como a una uva a la que se le saca el vino - Dijo provocando que mi corazón cayera en picada - O quizás está dando tumbos justos al lado de ustedes, siempre allí a un paso, perdida para siempre. Es solo que los humanos están ciegos, son como animales corriendo en círculos, viendo en blanco y negro – Respondió, haciendo un chasquido propio de quien tiene una lengua.

Uzui, estaba aquí, había vuelto a su cuerpo.

- ¿Por qué no me matas de una vez? – Interrogué, tratando de decidir qué haría con él.

Tratando de decidir si se trataba de él o de solo su cuerpo, si había una posibilidad de que siguiera con vida, de salvarlo.

- Eso no va a satisfacerme ¿Cuánto tiempo estuvimos juntos antes? ¿Una semana? y ni si quiera estabas así de crecidita. Eso fue solo un parpadeo pimpollo, no estoy ni cerca de estar satisfecho ¿Cuánto tiempo debería de tomarme ahora antes de desgarrarte en pequeños trozos? ¿A qué lugares atroces debería llevarte a conocer? – Cuestionó con falsa voz maternal.

Había perdido las oz, mis armas predilectas. Pero aún contaba con la daga en mi cinturón bajo la camisa. La solución sería debilitarlo, quitándole el cuerpo que ocupaba, pero para eso tendría que atacarlo y eso mataría a su portador, si aún seguía vivo. Quedaba descartado intentar un exorcismo. Eun Hye, Leron e irónicamente Zairen eran los mejores en ello.

E incluso Eun Hye podía haber caído. Una profunda tristeza me carcomió ante este pensamiento, debilitándome.

Pequeñas garras afiladas escarbaron en la piel de mis brazos haciéndome encogerme de dolor. El proceso se repitió, esta vez más profundo, hasta hacerme gritar.

- Oh, este sonido es tan inspirador – Evaluó, la oscuridad ondulándose a mi alrededor complacida. Ahora podía ver a Uzui frente a mi – Esto voy a dejar que lo escuchen, los hará correr de nuevo en círculos, como encantadoras gallinas sin cabeza – Comentó dándome una sonrisa todo dientes – Ahora ¿Dónde estábamos pimpollo? – Preguntó relamiéndose de nuevo.

Lo único que pude pensar en ese momento antes de que repitiera el mismo proceso sangriento de mis brazos, esta vez en mis piernas, era que estaba empezando a odiar el rostro de Uzui. Un poco más de motivación y me olvidaría de averiguar si aun quedaba algo de él. 

¿Primer amor? La maldita cosa estaba sobrevalorada.

Por otra parte, ignorar eso quizás fuera lo mejor para mí. Era la única forma de empujarme a sobrevivir

....---....

Zairen.

- Espera... - Susurré cuando el cuerpo cayó al fondo de la tumba improvisada que habíamos hecho. - ¡Suzy! ¿Cuántas vece ha sido perturbada por un demonio? – Pregunté a los chicos, había empezado a temblar, no un temblor normal. Mi cuerpo estaba teniendo una reacción anticipada a algo que mi subconsciente ya había entendido.

- Contando la de hoy... Es la segunda vez, después de lo que ocurrió en el hospital – Confirmó mis sospechas Leron.

El del hospital era un nivel cinco y por él habíamos perdido a Cliver, pero en ese momento no éramos tan buenos. Sin embargo, un nivel cinco nos daría problemas aún ahora. No había posibilidad de que Kira y yo lo hubiésemos aplacado de esa forma, muchos menos el curita.

Eso solo quería decir una cosa.

Nos habíamos olvidado del maldito nivel 5 y apostaba mis pelotas a que estaba dentro de ese bastardo problemático con sotana.

- ¡Mierda! – Gruñí soltando la pala, sacando mis celtics sickles. Las eficientes dagas curvadas brillaron con la luz de la luna provocando que Leron y Bride se pusieran alertas.

Loren sacó su látigo con púas, del cual pendían pequeñas cruces de plomo santificado, y lo blandió a nuestro alrededor. Bride expuso sus shurikens, en segundos podía posicionar 8 entre sus dedos para un ataque en tan solo un parpadeo, era muy eficiente y tenía una puntería certera.

- Quiero sus mentes lo más blindadas posibles, tenemos un nivel 5 al que devolver al maldito infierno – Les informé, arrancando a correr de vuelta a la casa.

"Por favor, por favor que se tome su tiempo", supliqué a un poder divino más allá de mi entendimiento, por primera vez en mucho tiempo. Porque a pesar de que era cruel, prefería llegar y encontrarme con los chicos siendo torturados que encontrarlos fríos y sin vida, de allí no había vuelta atrás.

"Vamos Kira, puedes soportar cualquier cosa. Hazme realmente orgulloso", pedí por último mientras la casa aparecía en mi campo de visión, las luces estaban apagadas.

Ya habían empezado sin nosotros, así que me propuse terminarlo.

Vacié mi mente y levanté en mi cabeza la muralla mas indestructible que había creado hasta ahora. Siempre lo había visto como un proceso mental complejo pero esta vez lo había hecho sin el más mínimo esfuerzo y sabía que se debía a que ella estaba en peligro. También tenia un don psíquico como Kira, lo había desarrollado a base de mucho esfuerzo. Me había convertido en un escudo espiritual, mental y en algunas ocasiones físico.

Ahí estaba lo atípico. Cuando había un ataque mental,  a pesar de que el demonio en cuestión esté fortalecido con un cuerpo, en ocasiones -la mayoría de las veces- no tiene efecto en mí. Es decir, además de que no pueden poseerme, tampoco pueden atacarme con lo que se denomina "telequinesia". 

Eso era algo que nunca se esperaban. 

Mi aguante  siempre había dependido de que tan rabioso estuviera y para su desgracia estaba muy muy cabreado.

Iba a darle gran entretenimiento a esa mierdecilla.


La mano de DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora