Dos años y medio atrás.
- Fue lamentable la pérdida de la chica – Les dijo el Monseñor, los había convocado en cuando habían llegado – Sin embargo, no tengo nada que decir sobre ustedes, son todo lo que esperaba, se encargaron del Nivel 5 y regresaron a salvo con no más que unas cuantas magulladuras, es admirable – Alabó.
Haciéndolos sentir el doble de incómodos, inclusos sus halagos les ponían lo vellos de punta.
- Eso no es lo que opinan los otros cinco infelices – Murmuró Lieser, siempre queriendo desafiar a la autoridad, siempre queriendo expresar su inconformidad y lo que consideraba injusto.
- Umm... sí, Sawyers. También estoy sumamente sorprendido por usted - Le dijo a Lieser, como si justo en ese momento estuviese notando que también estaba allí.
- ¿Ah, sí? ¿Por qué? – Cuestionó Lieser cínico.
- Ha sobrevivido y a pesar de las costillas rotas, eso en sí más que una sorpresa es un milagro, claro que me veo en la obligación de decirle que eso no hubiera sido posible sin sus compañeros – Le punzó groseramente – Puede retirarse, sus compañeros lo alcanzarán después – Agregó, moviendo su mano como quien espanta un perro.
- No les envidio chicos, esa lengua es más viperina que la que enfrentamos hoy... Lo que me recuerda: "líbrame del agua mansa señor porque de la brava me libro yo" – Dijo Lieser en voz alta y clara mientras salía dando un portazo.
Monseñor se quedó mirando la puerta.
-Ese temperamento... - Lamentó como si estuviese viendo algo que ellos no – Tiene demasiado que decir a flor de piel, a pesar de que es uno de los mejores soldados no tiene la capacidad de mantenerse en calma, ni ningún don destacable – Comentó al aire.
Zairen y Kira se mordieron la lengua, ambos querían salir en defensa de su amigo. Era una buena persona, era auténtico, seguía su corazón y eso era suficiente para ellos.
- Entonces, a lo que vinimos – Soltó sentándose en la silla, aún no les había dado permiso de hacer lo mismo.
- Zairen, quiero que apagues las defensas de tu don. Kira quiero que lo toques con el tuyo y luego le trasmitas todo lo que estás guardándote – Ordenó, como esperando que ambos lo hicieran sin rechistar.
Ambos permanecieron inmóviles, medio en shock. Una orden como esa, tan de repente. ¿Si quiera podían ordenarles a hacer algo así? Habían puesto al servicio del nuevo gobierno sus dones porque sin su intervención quizás nunca los hubiesen controlado, pero eso de alguna manera se sentía como una vulneración a su privacidad.
Era algo sumamente íntimo.
- Sí, estoy esperando – Volvió a decir Monseñor.
Kira decidió no pensarlo mucho, mientras más lo pensara más complicado se haría y por tratarse de Zairen, bueno él era especial. Si era soportable compartir eso con alguien, ese era él. Sin embargo, antes de que ella pudiera decir que estaba dispuesta si él lo estaba, Zairen dio una respuesta rotunda.
- No tengo planes de hacer eso, con ella ni nadie – Dejó en claro él en un tono despectivo, haciéndola replantearse mejor lo que estaba a punto de hacer.
Zairen estaba tan agobiado ¿Por qué eso tan de repente? ¿Cuál era el don de Kira? ¿Podía ella ver todo lo que guardaba? ¿Toda la culpa y la vergüenza que se había esforzado en esconder? ¿Qué podía mostrarle? ¿Estaba preparado para lidiar con su mierda y con la de ella? No.
Se sentía como una basura por rechazarla así, pero en ningún lugar había firmado para eso. De ninguna manera. Aún tratándose de Kira... Aún tratándose de ella, nadie podía pedirle que hiciera una cosa como esa de una forma tan inesperada y esperar que lo aceptara con una sonrisa.
- ¿Por qué no? – Preguntó Monseñor, sin mostrarse impresionado del todo por la actitud defensiva.
Zairen se cruzó de brazos dejándolos fuera a ambos.
- ¿Kira? ¿Estás o no dispuesta a revelarte? – Instó Monseñor pasando a ella.
Kira pasó saliva, inhaló y exhaló, podía sentir el hilo que los unía a ella y a Zairen deshaciéndose, cayendo lentamente... al alcance de su mano si quisiera atraparlo para volver a hacer el nudo. Si tan solo bajaba la cabeza e ignoraba la desagradable sensación de sentirse inferior, si podía ignorar el complejo de no merecer nada que tan arraigado estaba dentro de ella.
Sin embargo, no quería hacerlo solo con su voluntad ¿Por qué debería? Ya había sufrido suficientes rechazos en su vida, no quería tener que sufrir por uno más, solo tenía que curtirse como lo había hecho con los demonios, con su familia. "No necesitas a nadie y nadie te necesita a ti", se dijo. "No olvides que solo te tienes ¿Por qué rebajarte?", se endureció.
- No necesito que nadie entregue nada de sí mismo de esa forma, demuestra una gran falta de fuerza interior, si me lo pregunta – Dejó la salir ella, manteniendo la voz estable a pesar de la puya, sin mirar a nadie en específico – Tener ese conocimiento sobre Zairen en sí es una pérdida de tiempo y de energía, estoy más allá de eso – Aclaró, temiendo mostrarse vulnerable y herida ante el rechazo de Zairen.
- Ya veo, ya veo... Es una lástima. Supongo que me adelanté, puse unas expectativas muy altas en unos pajarillos heridos – Expresó Monseñor poniéndose de pie - Pueden retirarse – Les liberó.
Ambos asintieron mecánicamente con la cabeza. Ni si quiera reaccionaron a la frase "pajarillos heridos" que en una situación normal les resultaría humillante. Zairen fue el primero en salir, Kira le siguió, imponiéndose la idea de que esta sería la primera y última vez que se permitiría mirar la espalda de Zairen con tristeza.
***////***
Desde entonces no habían vuelto a verse de forma íntima, no habían vuelto a compartir su cama o se habían permitido mostrarse sinceros hacia el otro. Después de eso solo hubo una fugaz noche en el que se permitieron abandonarse una vez más, olvidando lo ocurrido en esa oficina, llorando en los brazos del otro, cuándo perdieron a su fiel compañero Lieser.
Luego de esa concesión entraron en un frío reconocimiento. Sin embargo, cuando Kira fue puesta al mando de un equipo especial, para su sorpresa, Zairen había aceptado unirse como su segundo al mando. Entonces ella decidió confiar en él como su compañero de guerra, nunca más que eso.
Había aprendido la lección.
Por su parte, Zairen había probado el frío sabor de su rechazo y a veces cuando la soledad le podía más que la razón se arrepentía, no podía recordar bien lo que había hecho y dicho en esa estéril oficina, pero se temía que había sido un gran error.
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La mano de Dios
ParanormalNadie sabe que sucedió. Solo pasó. Un día los demonios salieron del lugar inmundo en el que se suponía tenían que estar e hicieron fiesta con nuestras debilidades. Un día solo irrumpieron y tiñeron el mundo de más sangre y más c...