3. Una canción de cuna.

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La manera en cómo comenzó hoy día no fue la mejor de todas, no para él.

Se había dormido sobre sus cuadernos cuando realizaba su tarea, pero algo cálido envolviéndolo y unos molestos susurros al oído lo hicieron salir del mundo de Morfeo. Cuando despertó completamente, vio a su padre cubriéndolo con una gran manta polar mientras le cantaba una nana. Lo siguiente que hizo fue sacar a su querido padre de la forma más amable posible de su habitación, esperaba no verlo el resto del día.

El hombre mayor se encontraba fuera del cuarto de su hijo no podía evitar preocuparse por él. Se acercó un poco más a la puerta y comenzó a hablar, aunque lo más probable es que fuera ignorado.

-Hijo, no deberías dormir así. No es bueno para alguien tan joven como tú, esto te puede traer problemas en tu salud en un futuro cercano.

El silencio era lo único presente ahí, eso y el sonido de su propia respiración, aún así, fue casi inaudible, pero pudo escucharlo.

-Che.

Eso significaba que lo había escuchado y entendido.

Debía admitir que ver el durmiente rostro de su hijo era enternecedor, sus rasgos faciales se relajaban y dejaba de tener esa mueca de fastidio de siempre. Claro, hasta una persona como él sabía que no era buena idea expresar aquellos pensamientos en voz alta frente al muchacho de origen oriental.

*

Estaba en su conocimiento que su cara no era la de pocos amigos de siempre, estaba peor. Los alumnos que se cruzaban en su camino prácticamente huían de su presencia y uno que otro se disculpaba con él por haberlo molestado, casi todos reaccionaban así, casi todos, excepto Lavi. Lavi era el único suicida capaz de acercarse a él y hacer sus típicas bromas, aún sabiendo que su humor de hoy era peor que los días anteriores.

-¿Qué pasa, Yuu? ¿Estás en tus días? -bromeó, soltando una risita final.

Una rápida ráfaga de aire se estrelló contra la parte de la pared que estaba al lado de su mejilla, Yuu había soltado un puñetazo dirigido a él. Lavi también era la única persona con la velocidad suficiente y buenos reflejos para esquivar uno de los golpes de Yuu.

Sus compañeros de clase no lo saludaron, ni le dirigieron la palabra, estaban conscientes del mal humor de su compañero. No querían sufrir las consecuencias.

El dictado de clases transcurrió normal en las primeras dos horas de clases, en la tercera y cuarta hora había una reunión de profesores en la sala de maestros, lo que significaba que esas dos horas eran libres. Esta vez no fue la excepción, a penas el docente de la primera y segunda hora hubo salido del aula, el alboroto comenzó. Se olvidaron de Kanda y continuaron con lo suyo.

Salió del salón, ignorando al conejo que lo llamaba por su nombre. Quería descansar de toda esa bulla. Subió por las escaleras que lo dirigían al balcón del segundo piso. En los demás salones, la situación estaba igual o peor que en el suyo. Ciertamente, dudaba que los estudiantes de esta preparatoria fueran personas mayores de 16 años.

Kanda Yuu se encontraba ejerciendo sus estudios en la preparatoria "Black Order", cuyo único turno era el nocturno. Las clases eran de 4:00 PM a 9:00 PM y cursaba el primer año.

El cielo era como un gran manto oscuro cubierto de densas nubes que difícilmente dejaban algún pedazo del firmamento despejado, a pesar de ser aún las cinco de la tarde, hora en la que el cielo todavía se debía encontrar de día. Este verano había sido algo fuera de lo normal, al parecer el cambio climático ya había hecho su acto de presencia en este año. Una fría ventisca lo hizo maldecir internamente por olvidarse su abrigo en casa, pensando que no lo necesitaría al estar en una estación tan calurosa como el verano. Qué equivocado estaba.

Manos Unidas Por Un Beso [D. Gray-man]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora