14. Lazos que nos unen

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Diclaimer: D. Gray-man pertenece a Hoshino Katsura

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Manos unidas por un beso

14. Lazos que nos unen.

Una juguetona risa infantil junto a unos bulliciosos ladridos resonaban por todo el patio trasero, Mana y Neah podían escucharlos fácilmente, aún si ellos se encontraban en el interior del recinto y los ruidosos sonidos provinieran de afuera. Desde la cocina, gracias a la ventana que daba a la parte posterior de la casa, les resultaba práctico poder ver como el pequeño Allen se divertía jugando con los perros encargados del cuidado de la casa. Para ambos hombres les resultó imposible no reír enternecidos ante el efecto que causaba aquella adorable escena que se desarrollaba frente a ellos.

El niño de cabellera castaña reía con soltura, sin muestra alguna de preocupación presente en su aniñado rostro, tan libremente, que era inadmisible el pensar que tan siquiera el dueño de aquella cantarina risa tuviera algún recuerdo incómodo sobre un pasado tormentoso que de vez en cuando se encargaba de perturbar su pequeña cabecita. El simple hecho de verlo así era más que suficiente para que un agradable cosquilleo recorriera sus cuerpos, haciéndolos sentir infinitamente dichosos, quizás ésta era una señal de que las acciones y decisiones que tomarían en un futuro próximo serían las correctas.

Si Allen era feliz, ellos también lo eran.

Recargado sobre el respaldo de la silla y con una taza de porcelana en mano, Mana tomaba los últimos sorbos de su humeante bebida, trataba de desaparecer el amargo sabor que la medicina había dejado en su paladar y que aún seguía presente negándose a desvanecerse. El hombre de larga cabellera tenía el entrecejo ligeramente fruncido y una expresión inusual en su (siempre) sereno rostro que no era a causa del desagradable gusto provocado por las pastillas. Al terminar, dejó la taza sobre la mesa, fijándose en el panorama de afuera y rápidamente dio un vistazo al gran reloj que colgaba en medio del cuarto de la cocina, faltaba poco para que el sol terminara de ocultarse totalmente y la fría brisa del anochecer hiciera acto de presencia.

Ya era tiempo.

—Se nos hará tarde, Neah.

Neah, por su parte, estaba colocando una pequeña insignia con un extraño símbolo impreso en ella sobre la solapa de su abrigo, procurando que estuviera en una zona visible para cualquiera que con tan sólo pasar fijara su vista en ese punto en concreto. Cuando su hermano habló, el relajado ambiente se disipó dando lugar a una ligera tensión, casi nula, pero que estaba presente ahí. Neah detuvo sus acciones y con paso lento se acercó a su gemelo hasta situarse a sólo un paso de él, aquel rostro tan parecido al suyo no tenía la expresión despreocupada que tanto lo caracterizaba, eso lo preocupó aún más.

Mana tenía la mirada fija en el sobre de carta que sus manos tan vehementemente sostenían, la razón de su reciente dolor de cabeza; en éste, un peculiar emblema junto a una distinguida caligrafía eran los que elementos que más resaltaban en la superficie del pulcro papel, siendo el singular símbolo el mismo que se encontraba en la insignia que portaba en su abrigo. Su atención estaba centrada en las palabras escritas de la misiva recibida, cuando se sobresaltó por un instante al sentir cómo unas manos ajenas a la suyas se posaban sobre sus rígidos hombros, mas se relajó en el momento que reconoció la familiaridad del agradable tacto que a través de suaves movimientos desapareció todo rastro de tensión en él.

Al percibir como su hermano se relajaba bajo su tacto, los labios de Neah se curvaron en una diminuta sonrisa, su propósito se había cumplido.

—Tienes razón. Llamaré a Allen para que entre.

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⏰ Última actualización: Sep 09, 2017 ⏰

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Manos Unidas Por Un Beso [D. Gray-man]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora