Había subido las gradas de cemento lo más rápido y cuidadoso posible, la oscuridad del lugar no le permitía ver bien y cualquier paso en falso jugaría en su contra. Cuando empujó una de las puertas de la sala donde antes estuvo con el conejo idiota, vio al dueño de la voz que entonaba la delicada melodía para dormir, de cabello blanco, parado frente al ventanal vacío, mirando la lluvia caer mientras la luz de la luna iluminaba un poco de la oscura habitación. Parecía que seguiría con su cantar, pero un fuerte gorjeo lo hizo detenerse, prestando atención a su presencia.
Los grises iris se encontraron con las oscuras obsidianas. En ellos se podía ver una notable sorpresa y... miedo. Por su parte, él se encontraba sorprendido de ver a un chico tan extraño como el que estaba ahí. Y más por el hecho de que en algún momento pensó que la persona que interpretaba la canción era una chica por la delicadeza de la voz. No creyó que se tratase de un hombre. Vaya sorpresa.
De nuevo, el fuerte gorjeo rompió la tensión del ambiente. Lo que producía ese molesto sonido era una paloma con una extraña marca con forma de cruz en la cabeza, la cual voló hasta donde él, comenzó a dar vueltas a su alrededor, inspeccionándolo detalladamente, finalmente detuvo su vuelo y se posó en su brazo derecho. Estuvo a punto de mandar a volar al pajarraco ese cuando sintió algo caliente caer en su brazo, para después irse a posar en el hombro del otro muchacho.
Giró su rostro a la derecha para ver qué era ese algo caliente. Su enfado que había casi desaparecido se estaba manifestando nuevamente, repasando su límite. Estaba muy molesto, aunque esa descripción fue poca para definirlo actualmente. La maldita paloma había dejado su excremento en su camisa.
El de blancos cabellos lo miraba asombrado, no obstante, más que mirarlo a él, era su extremidad superior derecha el objeto de su interés, Contemplaba lo que esa cosa emplumada del demonio había hecho, comprobando que era real. Dejó de observarlo para mirar severamente al ave asentada en su hombro.
-¡Timcanpy, eso no se hace!
El albino regañaba al pájaro, parecía una madre cuando regañaba a su pequeño hijo por realizar una pequeña travesura. Terminó con su sermón, Timcanpy se alejó del hombro del canoso chiquillo, en este instante, se dirigía en dirección a Kanda.
Llevaba el mismo uniforme que el suyo, a excepción de la corbata, en tanto, la que él usaba era una corbata larga tradicional, la del oro chico era solo un listón rojo. Mirándolo mejor, era de una estatura inferior a la suya y junto a ese extraño cabello blanquecino... parecía un...
-¿Qué mierda crees que haces, estúpido brote de habas?
Su enojo aún estaba presente y no hizo nada para disimularlo cuando habló. Y más al ver que el estúpido brote de habas -como ahora lo llamaba- acercarse lo suficiente, sacando un pañuelo de su abrigo y posteriormente acercarlo a su brazo, donde estaba la mancha.
El ofendido muchacho detuvo su acto y lo vio, su mirada reflejaba disgusto, un tic nervioso se manifestó en su rostro.
-¿Brote de habas?
Fue más una pregunta para sí mismo que para el chico de larga cabellera. Su mirada bajó hasta toparse con el suelo, la mano que sostenía el pañuelo se hallaba cerrada fuertemente en un puño. De pronto, alzó el semblante, observándolo fijamente, encarándolo.
-¡Es Allen! ¡Allen Walker! Y por si no te das cuenta, retardado, estoy tratando de quitarte esa mancha.
Hizo el ademán de querer acercarse y lograr su cometido, sin embargo, Kanda lo alejó golpeándolo en la mano.
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Manos Unidas Por Un Beso [D. Gray-man]
FanfictionLa canción favorita de su padre, podia recordarla muy bien. Era aquella que siempre solia cantar en la abandonada construcción, mas no contó con que alguien lo llegara a oir. ¿Esa persona será capaz de lograr lo que tanto ha anhelado?