8º Capitulo - Martes 13

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El segundo día de clases y yo creía que con el primer había tenido suficiente drama para el resto de mi vida o por lo menos para una larga temporada.

Solo había una cosa en el día de hoy que lo hacia diferente a cualquier otro. Era martes 13. ¡Martes 13! Suficiente mala suerte tenia día a día como para que encima hubiese un día especial para recordármelo y para que me pasasen cosas peores de las que ya me pasaban.

¿Cuantas supersticiones había? Puede que millones, supongo que en cada lugar serian distintas. Yo me sabia las típicas, las que había escuchado a lo largo de mis quince años.

Solo a mi se me ocurriría hacer una lista de ese tipo de cosas, pero con mi suerte era mejor prevenir, y con suerte (que mas bien tenia poca) las recordaría y así no cometería ningún error. No querría sumarle mas mala suerte a mi vida.

Lista de cosas que traen mala suerte:

* Que un gato negro pase por delante tuyo (perfecto, delante de mi casa hay un parque donde hay montones de gatos, y creo que hay uno que es negro)

* No pisar las grietas del suelo (¿cuenta como grieta las separaciones que hay entre las baldosas del suelo?)

* Tirar la sal. Importante: Si se te cae tienes que echar un puñado de esta por encima de tu hombro (¿era el derecho, el izquierdo o los dos?)

* No pasar por debajo de una escalera abierta (vale, esa es fácil)

* Romper un espejo. Trae siete años de mala suerte (Genial, absolutamente genial. En lo que llevábamos de año yo ya he roto dos espejos. ¿La mala suerte va en proporción con el tamaño del espejo que has roto? Porque si es así los espejos que he roto no eran muy grandes y además uno se rompió solo por una esquina)

* El amarillo trae mala suerte. Nada de amarillo (algunos dicen que es al revés, que el amarillo trae buena suerte. Mi opinión en que la única vez que me he puesto una camiseta amarilla perdí mi pulsera favorita, suspendí un examen y mis padres me castigaron, desde entonces el amarillo esta lejos de mi armario)

Técnicamente todo iría bien mientras cumpliese esas cosas. Pensaba en las grietas, si lo se es una cosa tonta, pero si los huecos contaban como grietas a menos de que supiera volar no podría no hacerlo. Y no, no sabia volar.

Me tendría que arriesgar a que la mala suerte viniese a mi porque dudaba de que mi madre me fuese a dejar quedarme en casa.

***

El día o mejor dicho la mitad del del día, había estado libre de incidentes. Solo me quedaba superar la segunda parte del día.

A las cuatro y veinte me empecé a preparar para llegar pronto a donde Tom y yo habíamos quedado en encontrarnos.

Cuando llegué y vi el lugar recordé la ultima vez que había estado allí. Incluido lo que había pasado después, como las cosas se habían complicado desde ese día. La única diferencia es que ahora no iba a dudar de lo que sentía por Tom, ya no estaba nerviosa por volverle a ver.

Al ver a Tom acercarse a mi tuve un deja vú, pero me mantuve calmada.

- Hola - me saludó

- Hola

- ¿Que tal estas?

- Bien y ¿tu?

- Bien, como siempre.

- No me puedo creer que estemos manteniendo esta conversación.- dije riéndome

- ¿Que? - me preguntó riéndose también.

La decisión del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora