Beso ferroso

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- Perdóneme padre, porque he pecado...-Dije mirándolo fijamente.

- ¿Qué pecado has cometido Joel?- Dijo él en un tono severo.

- Lujuria padre- Dije alzando mis cejas- Anoche me besé con un chico y ahora me siento sucio, ¿Qué debo hacer pastor que llevas este nuestro rebaño?- Dije con un tono victimista muy fingido.

     De nuevo el silencio invadió la pequeña Iglesia.

-¿Qué debo hacer padre?- Volví a hacer énfasis en la pregunta.

     Y más silencio.

- ¿Padre, se ha dormido?- Dije para captar su atención de una vez por todas.

- No, no Joel- Dijo él muy serio- Reza seis "padres nuestros" y ocho "ave marías"- Dijo finalmente.

- ¿Cómo?- Dije alzando una ceja.

- Pues eso, que rezes seis...- Intentó aclarar él, no pudiendo terminar ya que lo interrumpí de inmediato.

- ¡No me refiero a eso imbécil!- Grité enfadado.

     Me levanté y me dirigí al lateral izquierdo del confesionario, abriendo de sopetón la cortinilla que lo tapaba, él me miró sorpresivo.

- ¡Joder Alexander, te digo que anoche me besé con otro chico después de bersarte a ti y me vienes con esas mierdas de rezar!- Mi voz resonó por toda la Iglesia.

- ¡¿Cómo?!- Dijo él en un tono irritado- ¡Tú en ningún momento has dicho que fuese después de que te besara!

- ¿Y eso que tiene que ver?- Dije yo totalmente calmado y con una media sonrisa en los labios.

- ¡Que me pensaba que te referías a mi beso, no a que te besaste con otro!, ¡Eres un puto!- Dijo él con la vena del cuello exaltada y gritando a pleno pulmón.

     No pude evitar carcajearme tras su reacción, mi plan había dado sus frutos pero no me esperaba tal arrebato de celos.

- ¡Padre!, ¡No use ese lenguaje en la casa del señor!- Dije entre risas.

     Él me miró con la cara desencajada por la ira, se avalanzó hacía mí, puso sus manos en mi cuello y apretó cortando mi respiración.

     Yo fui dando pasos hacia atrás, hasta que uno de los bancos de la Iglesia topó el reverso de mis rodillas haciendo que cedieran y cayera de bruces contra el banco.

     Él soltó las manos de mi cuello al ver que caía sobre el banco, se recostó sobre mí y me miró con sus gélidos ojos llenos de ira, mientras yo lo miraba con miedo y con la respiración agitada.

     Posó sus labios contra los míos de una forma agresiva y feroz pero a la vez apasionada.

     Me besó con tan fuerza y agresividad que mi labio inferior sagró y un sabor ferroso invadió nuestras bocas mientras entrelazavamos nuestras lenguas apasionadamente.

     Su miembro erecto chocaba contra uno de mis muslos como un sable, nos separamos por la falta de oxígeno y nos miramos a los ojos con la respiración entrecortada.

     Él inclinó su cabeza y me besó el cuello, fue subiendo hasta llegar a mi oreja.

- Y ahora dime, ¿Quien besa mejor de los dos?- Dijo en un susurro que me erizó todo el bello del cuerpo, acto seguido mordisqueó el lóbulo de mi oreja y me extremecí entre sus brazos.

     Se levantó del banco y me tendió su mano derecha, yo la acepté y me levanté con la ayuda de su fuerte brazo.

     Me sacudí la camisa sin poder evitar ver el bulto incipiente que sobresalía de su sotana.

- ¿Contesta a mi pregunta?- Dijo impaciente.

     Lo mire a los ojos después de pensar detenidamente una repuesta.

- Tendré que pensarmelo- Dije en un tono desinteresado.

     Me di la vuelta y caminé despacio hacia la salida del templo sagrado.

Sobredosis(gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora