Dame tiempo

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- Mamá, ¿donde estás?- Dije corriendo por el pasillo.

- Aquí- Gritó mi madre desde su habitación.

     Entré corriendo a su cuarto; ella estaba tumbada en su cama y no lo dude, me lancé encima de ella y comencé a darle besos y abrazos.

- Te quiero mamá- Dije con lágrimas en los ojos.

- No hace falta que te diga lo mucho que te quiero yo, porque tu ya lo sabes- Dijo mi madre con una sonrisa radiante en su rostro.

- No dejes que él me vuelva a hacer daño- Dije separandome de ella.

- Nunca jamás Joel.

     Algo me agarró el tobillo arrastrandome por la cama, giré mi cabeza y era él. Patrick me arrastraba hacia él con una sonrisa maligna en su rostro, volví a girar mi cabeza, pero mi madre ya no estaba. Intenté gritar pero de mi garganta no salía ningún sonido, Patrick se subió encima de mi y puso sus manos en mi cuello.

     Me ahogaba, no podía respirar y sólo podía ver esa sonrisa maligna impresa en su cara.

     Convulsioné en mi sitio y comencé a vomitar agua, la boca me sabía a sangre. Miré a mi alrededor, allí no estaba Patrick y tampoco había una cama, estaba en la orilla del río, al parecer la corriente me había dejado allí, porque a mi alrededor no había nadie y todo estaba medio oscuro. Las estrellas pintaban el cielo y la luna llena era lo único que alumbraba el lugar.

     No había muerto, no valía ni para suicidarme. Era penoso. La vida quería seguir castigandome por algo que ni yo sabía.

     Me entraron ganas de volver a meterme en el río pero no lo hice. Lo más seguro es que apareciese en la orilla de nuevo. Así que intenté incorporarme pero un fuerte dolor en las costillas me lo impidió, ese dolor tan desgarrador no era normal.

     La cara me palpitaba, rocé con mis dedos mi megilla izquierda y me retorcí del dolor. El impacto contra el agua me había dejado hecho trizas. Puse toda mi fuerza de voluntad y conseguí levantarme, gritando como si me estuviesen matando, pero lo conseguí.

     A orillas del río, donde yo me encontraba, había un profundo bosque donde las alimañas de la noche estarían a alerta si me veían pasar cerca de ellas, así que decidí seguir el transcurso del río por su orilla.

     Temblaba a causa del frío y un vaho espeso salía de mi boca, a lo lejos se oían los aullidos de los lobos que cada vez parecían acercarse más y más.

- Genial, a lo mejor con un poco de suerte me devora un chucho pulgoso- Dije en voz alta para mi mismo.

     A lo lejos ví el puente por el cual me había tirado y aligeré el paso. Escuché unas voces lejanas que parecían gritar, pero no lograba entender lo que decían.

     Cuando ya estaba más cerca pude entender con claridad que gritaban mi nombre. Al otro lado del río vi las luces de unas linternas que se acercaban más y más a la orilla del río.

     De entre los matorrales de la orilla apareció Jacky, seguida de Alexander, el cual no llevaba puesto el hábito, si no que iba con ropa normal.

     Los matorrales se movieron una vez más y la persona que vi salir de ellos me heló la sangre. Patrick llevaba una linterna en su mano derecha y gritaba mi nombre a pleno pulmón. Al verle mi reacción fue esconderme rápido detrás de un árbol, por suerte no me vieron.

     Mi mandíbula temblaba pero no sabia si era a causa del frío o del miedo. Me adentré en el bosque pero no me separé mucho de la orilla, temía perderme.

Sobredosis(gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora