Comprendí que había llegado su fin...
El policía salió corriendo de la habitación gritando ayuda y yo me quedé estático mirando como mi abuela se retorcia en la cama, estaba en estado de shock.
Ryan se levantó rápido del sillón mientras los médicos entraban por la puerta y me dió la vuelta abrazandome para que no siguiese mirando la escena.
Esa imagen quedaría grabada con fuego en mi mente para el resto de mi vida.
Lo abrazé con fuerza y él también a mí, mientras tanto los médicos reanimaban sin éxito a mi abuela.
- Hora de la muerte, 3:20 de la madrugada.- Dijo uno de los médicos tras escuchar un interminable pitido de una de las máquinas.
Cuando escuché esas palabras lo siguiente que vieron mis ojos fueron la oscuridad.
Me dolía la cabeza y no tenía fuerzas para abrir los párpados, quería seguir soñando que mi vida era perfecta, que mis padres estaban vivos, que nunca me separé de ellos, que mis abuelos no habían muerto y que jamás estaría sólo.
Pero ahora me tocaba enfrentarme a la dura realidad, a mi realidad, estaba sólo, ya no tenía a nadie, mi vida ya no tenía sentido, la muerte era lo único que me quedaba para poder vivir la vida que tenía en mis sueños, ya que las personas que se fueron no volverían nunca más.
- Joel.- Escuché una voz lejana que parecía llamarme- Joel despierta.
Entreabrí los párpados y ví la silueta de un chico, no podía verlo bien, mi vista estaba borrosa.
- Joel estoy aquí, contigo.- Dijo una voz grave muy familiar- ¿Estás tú conmigo?
- Si.- Dije susurrando.
El chico acarició mi cabello y me besó la frente.
- ¡No lo toques!- Dijo una voz masculina que parecía estar al final de la sala.
- ¿Y quien me lo va a impedir?, ¿Tú?- Dijo el chico que estaba a mi derecha enfrentandose al otro.
Pude escuchar unos pasos apresurados que venían hacia donde yo me encontraba.
Oí un golpe de carne con carne y otro más fuerte en el suelo, acto seguido los gritos de los dos chicos hicieron que habriese mis ojos de golpe.
Mi vista tardó un tiempo en acostumbrarse a la luz, cuando al fin mis ojos enfocaron bien, lo que ví me dejó helado.
Alexander y Ryan estaban peleándose en el suelo, gritando insultos y golpeandose con todas sus fuerzas.
- ¡Parad!- Grité, pero no me escuchaban.
Si seguían así se iban a matar.
Me senté en la cama dispuesto a levantarme, cuando puse ambos pies en el suelo y me incorporé, mis piernas cedieron y caí al suelo, dándome un fuerte golpe en la cabeza que me dejó aturdido.
Ellos al ver mi caída se separaron de inmediato y corrieron a socorrerme, los dos se agacharon uno a cada lado de mi cuerpo y me cogieron los brazos para levantarme.
- ¡Sueltale, no le toques! - Dijo Ryan.
- ¡Sueltale tú!- Gritó Alexander.
Setí que las fuerzas volvían a mis piernas así que, harto de escuchar estupideces, solté sus agarres de mis brazos bruscamente.
- ¡Soltadme los dos!- Dije enfurecido- ¡Y largaos de aquí ahora mismo!
- Pero...- Replicaron los dos al mismo tiempo.
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Sobredosis(gay)
RandomATENCIÓN Esta historia es del tipo "homoerótica" si no te gusta no la leas y si tienes curiosidad te lo agradezco por leerla. Rogaría que no dejeís comentarios homófobos. La muerte de su madre despertará dudas en Joel, un chico gay de 17 años que es...