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Por Rubén:

Estaba tan jodido.

Llegué al punto en el que era imposible tapar los moretones del rostro. Me dolía el cuerpo y las ojeras que tenía no eran ni medio normales, poco más y bien podrían llegar al suelo. Por suerte, el coraje de mi padre ya había pasado y podía salir de casa libremente de nuevo. Se había conseguido a otra tía con la cual desquitarse y sabía que por lo menos me dejaría en paz por un rato.

Estaba sentado en la silla frente a mi escritorio tratando de recordar la cara de Mangel para volver a plasmarla en papel pero me resultaba difícil. No le recordaba. Tenía en mi mente sólo aquél último roce de manos que nos dimos hace meses, sus ojos negros y el cabello del mismo color pero no podía recordar su cara por completo.

Y si dormía, no soñaba con él. Volvía al mismo oscuro y frío lugar sí, pero sin él. ¿Le habrá pasado algo? Seguro se aburrió de mí, si era así podía entenderlo. O quizá, sí formaba parte de mi absurda imaginación, quizá nunca fue real. O quizá le pasó algo. 

Destinados. {Rubelangel}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora