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Presente

Por Rubén

Supongo que no soy el único que cuando quiere escapar de todo, cuando está harto de vivir y de todas las personas a su alrededor, se refugia en los sueños; en dormir. Anteriormente ésta era mi solución cuando quería dejar de pensar, sentir... cuando quería morir pero sabía que era demasiado cobarde como para hacerlo. Dormía y me desprendía de todo lo que odiaba.

Ahora ya no puedo hacer eso. Y la razón es muy obvia.

Los sueños, el escape, se volvió una pesadilla y ahora de lo que quería escapar era de esa fantasía que me había creado (porque aún tenía mis dudas), quería escapar de Mangel. No quería verlo después de lo que dije, no quería verlo ahí, en el lugar donde todo era una mentira y él pensaba que yo era diferente. El lugar donde todo era mejor y por esa razón no era real.

Papá tenía una reserva de dinero para alguna emergencia (aunque usualmente lo usaba para comprar alcohol cuando sus problemas lo agobiaban tanto que le quitaban el sueño, aunque mi hermano y yo también tomamos dinero de vez en cuando y papá nunca se dio cuenta) y desde mi punto de vista, el hecho de querer huir de casa porque me estaban moliendo a palos prácticamente me parecía una emergencia.

Así que tomé el dinero, hice la maleta (solo había dos playeras y un pantalón, el resto eran mis cosas para dibujar) y me marché de la casa alrededor de las 5:30 de la mañana. Tomé un taxi y le di la única dirección que tenía en mente.

***

Era lógico que no iría directamente a su casa.

Sabía su dirección porque sí, le había seguido aquél día. Podría parecer un poco stalker pero justo ahora agradecía a mi yo del pasado por haber hecho esa barbaridad.

Mangel vivía en un edificio enorme en el centro de la ciudad, eran de esos que tenían portero y todo, lujoso en toda la extensión de la palabra. Y justo enfrente había un edificio que se veía más o menos decente y me alcanzaba para alquilar por unos días.

El departamento era pequeño, pero a comparación con la pocilga en la que vivía prefería mil veces estar ahí. Solo había un sofá y un mesilla de noche y me bastaba. Desde la ventaba podía ver la entrada del edificio de enfrente, así que arrastré el sofá, saqué los binoculares que llevaba en la maleta y los coloqué en la mesita de noche, esperando a ver si aparecía.

Esperé solo unas horas, dos o tres como mucho, cuando vi a un chico de cabello tan negro como el azabache y podría jurar que desde la distancia donde estaba en esos ojos negros estaba ese destello de luz que me encantaba.

Tomé los binoculares y observé. Sonreí de lado cuando le vi de más cerca. Era él de verdad. Estaba en la entrada del edificio hablando por celular, noté una pequeña sonrisa en sus labios y pensé por un momento que quizá estaba hablando con alguna de esas típicas tías cuyos padres eran adinerados y querían que su hija fuese la esposa del Señor Rogel.

Le tomé una foto con el móvil, cerré la ventanay saqué todo lo que necesitaba para dibujar 

Destinados. {Rubelangel}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora