P R Ó L O G O

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PRÓLOGO

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PRÓLOGO

      Violet no sabía qué hacía ella allí

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      Violet no sabía qué hacía ella allí.

      El edificio sagrado se vislumbraba por sobre la cabeza de ella mientras se encontraba de pie justo frente a él, las blancas y solitarias puertas abiertas de par en par.

      Ella no estaba segura de si ellos le llamarían hacia delante con una promesa de resolución y confianza o sostenía nada además de dolor para hundírsele aún más. De todas maneras, ella había llegado hasta allí, escapando de los chismosos ojos que se posaron sobre ella por semanas, y arriesgaba la exposición y seguridad de todos, por lo ella debía de entrar.

      Sus botas de tacones resonaban mientras cruzaba la calle para ingresar a la iglesia. Había pasado un largo rato desde la última vez que ella había pensado en la religión y Dios, incluso más largo siendo el tiempo que había transcurrido desde la última vez que había llegado a un lugar como aquel. Su madre había sido católica antes de casarse con su padre e, incluso en las tempranas etapas de la niñez de Violet, ella recordaba ser bautizada junto con Sam y como le enseñaban ligeramente la religión.

      Ya habían sido años desde eso y ahora, mientras sus pies pasaban bajo el umbral, ella se preguntó por un momento si la Iglesia caería sobre ella o si explotaría en una irracional furia mientras su cuerpo era atrapado por el sagrado lugar, cualquier cosa que indicara que ella en realidad era un monstruo. Algo que probablemente la pondría en exposición por lo que era o pensaba que era.

      Sus ojos viajaron rápidamente alrededor, encontrando nada además de rostros sonrientes de ciudadanos de Forks quienes sólo parecían demasiado felices en un día feliz. La única cosa que sentía Violet era temor por ellos y su seguridad. Ella no sabía por qué en la Tierra había querido venir a éste lugar desde que había pasado por la transición o por qué ella había creído que se trataba de una buena idea, pero había sucedido y ella había obtenido su deseo. Bajo la mirada de todos los Cullen y su novio, cada paso de Violet era monitoreado y sus emociones eran mantenidas a raya. Durante la duración de éste momento, todo lo que podía pensar era en los días soleados, unos en los que ella sería capaz de escapar dentro de la ciudad, donde ningún vampiro sería capaz de seguirla y sería libre. Le había tomado un mes, pero eventualmente, el día llego y ella no perdió el tiempo para escapar.

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