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CAPÍTULO QUINCE.
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Ellos aparecieron temprano en la brillante mañana, bueno, tan brillante como puede ser un día en invierno.
Vi se cambió lentamente, ayudando a Bella con Renesmee antes de colocarse su propio atuendo negro. Le entretenía, todos ellos vestían de negro como si fueran a ir a un funeral, su propio funeral. Aún así, ella se cambió, sentándose frente a la tienda por menos de diez segundos antes de levantarse y caminar hacia Emmett, quien la esperaba. Él apretó su mano, sus ojos recorrieron su perfecto rostro antes de dirigirse al vacío campamento que los vampiros habían ocupado toda la noche.
—Supongo que deberíamos avanzar con esto—, murmuró ella, intentando mantener su espíritu en alto a pesar de la situación. En todos los días desde que ella había anticipado esto, en todos los momentos que su cabeza había luchado contra la idea de este mismo segundo, ella nunca imaginó que sería tan sereno.
La muerte no era inusual para ella, ellos se habían conocido recientemente y, si hoy era su encuentro final, entonces ella no se marcharía en la oscuridad, pero elegiría marcharse con una colorida y brillante gloria.
—Espera—, dijo Emmett, tirando de ella por lo que ella se giró. Su cabello flotó por sobre sus hombros cuando lo hizo, preguntándose que hacía él.
— ¿Em? Están esperando por nosotros—, murmuró ella, haciendo más fuerte su agarre sobre su mano con la esperanza que él avanzara. El reloj avanzaba y, en cualquier momento, los Volturi llegarían.
Él metió su mano dentro del bolsillo de sus pantalones de jean, sacando su puño cerrado antes de abrirlo sobre su pequeña palma. Delicadamente, él posó algo allí, Violet se encontraba confundida ante el frío material que aterrizó en su palma hasta que Emmett alejó su mano para revelarlo.
Eran dos delgadas bandas de bodas, una un poco más delgada que la otra y, mientras él se acercaba al anillo cerca a su cuello, ella se percató de lo que estaba sucediendo.
—Ahora, querida, me percató que esto no es exactamente a lo que tu generación llama casamiento, pero supuse que impedir la condena era mejor que nunca y, además, creo que es romántico—, murmuró él, acercándose para soltar la fina cadena alrededor de su cuello. Rápidamente, la soltó y reveló el anillo de compromiso que le había dado meses atrás, sonriendo brillantemente a ella —. He estado pensando sobre mis votos mucho últimamente, aunque espero extenderlos en el futuro, los mantendré cortos ahora.
