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No tenía caso.

A cada persona que le preguntaba sobre que lo había traido a estar allí decía "lo siento, no estoy informado" o evadían la pregunta completamente.
Le molestaba que supuestamente todos supieran sobre su "accidente" menos él.

El doctor dijo que su memoria poco a poco iría volviendo, pero que no se sabía hasta que punto los recuerdos dejarían de volver. Es decir, que hay cosas que por más que lo intentara y su memoria volviera, no recordaría.

En dos días le daban el alta, junto con unos nuevos medicamentos y una atención constante por parte de Kirstie.

Por desgracia, aún recordaba la breve conversación que habían tenido uno de de los doctores y su amiga.

-Manténgalo alejado de objetos puntiagudos, antidepresivos y de lugares de mucha altura. Pero sobre todo de personas con las que se haya relacionado anteriormente.

-De acuerdo. ¿Puede salir de casa?

-Lo recomendable son dos días de reposo, pero en teoría sí. Sólo asegúrese de que esté acompañado todo el tiempo.

No había querido escucharlo, pero los vidrios de las habitaciones no eran muy buenos aislantes de sonidos y se le había hecho prácticamente imposible.

Ahora su curiosidad habia sido alimentada. Había demasiadas preguntas en su cabeza. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?
Eso lo hacía enojar.

Lo enfadaba no solo las molestas preguntas, sino también el hecho de no poder recordar absolutamente nada, ni siquiera a sus amigos.

Estaba a punto de golpear algo cuando la puerta se abre, dejando pasar a Kirstie junto con el doctor con el que la había escuchado hablar. Enseguida puso su mejor sonrisa.

-¡Mitch! Tenemos buenas noticias.-dijo la rubia sentándose a los pies de la camilla.

Él sólo esperó la respuesta.

-¡Mañana te dan de alta!

-¿Qué? ¿En serio?-preguntó incrédulo.

-Sí señor, pero me temo que tendrá que estar en reposo como mínimo dos días. No se preocupe, 48 horas se pasan volando.

Y por primera vez en estos días se sintió verdaderamente felíz.

(...)

A la mañana siguiente Kirstin vino a buscarlo a la sala de espera. Por fín saldría de allí. No tienen idea de lo agotador que es estar acostado en una cama todo el día, aunque suene contradictorio.

Llegaron a la casa. Era grande, bonita, con un espacio ideal para dos personas.

-Aquí solías vivir con...-comenzó a decir ella, pero al segundo se calló.

-¿Con...?

-Con mucha felicidad.-dijo, aunque sus palabras no sonaron muy convencidas.

Lo primero que hizo el castaño fue pasar al baño. Se moría por verse en un espejo, ya que la apariencia física era de vital importancia para él.
Una fina barba había comenzado a aparecer, al igual que su bigote. Su pelo, al parecer rapado a un costado, estaba bastante crecido. Parecía un ebrio que acababa de salir del bar.

-Oh Dios mío...

-¿Mitch? ¿Qué sucede cariño?

-¡Estoy hecho un desastre!-grito en un tono de voz más agudo de lo que hubiera imaginado, lo cual provocó una carcajada de parte de Kirstie.

-¿Y qué esperabas? ¿Quedar como una flor en plena primavera cuando te la has pasado más de tres días en una cama? Querido, esto no es Hollywood.

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