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Mitch●

Concéntrate. Canaliza tu energía interior. Encuéntrate con tu "yo" interno...

<<¡Y deja de decir tantas tonterías de una vez!>>

Le hice caso a mi conciencia y dejé de mirar mi armario para elejir que ropa me pondría para dentro de dos horas. El viernes había llegado muy lentamente y lo esperaba con ansias. Ya era hora de que saliera a relacionarme con otros seres humanos.

Me decidí por unos jeans negros rasgados y un sweater rayado. Unas converse no quedarían mal y tampoco una campera de cuero. Dios mío, media hora eligiendo para terminar con el vestuario más común del mundo. Da igual, ya no tengo tiempo y aún debo ducharme. Dejé la pila de ropa en la esquina de la cama y entré al baño.

Traté de bañarme lo más rápido y mejor posible. Pasé mis manos con fuerza para tratar de quitarme el acondicionador, pero no sé si fue la presión o qué, pero al tocar un punto específico en mi cabeza esta dolió. No era jaqueca, ya que no me dolía completamente toda, sino que solo era ese lugar. Era un poco más arriba de mi frente. Obviamente como el idiota que soy toqué allí un par de veces más para asegurarme de que el dolor fuera real.

Me dolió. Mucho.

Quizás era algún golpe que tenía de quién sabe donde. No me molesté en darle demasiada importancia y pronto mi cerebro se olvidó del problema. Salí con una toalla alrededor de la cintura para ir a vestirme. Kirstie me vio y sonrió, para luego irse a la cocina.

Me vestí mientras decidía si ponerme algún collar o no. Al final decidí que era demasiado llamativo y lo dejé dentro del cajón junto con los demás accesorios. Tomé algo de dinero y me dispuse a salir. Al cruzarme de nuevo con Kirstie pareció una conversación de madre e hijo.

-Te ves bien.-me dijo con una sonrisa.

-Gracias. Estoy algo nervioso... ¿se nota?

-Parece que estuvieras a punto de cantar en un escenario frente a millones de personas, pero no.

Ambos soltamos una carcajada. Besé su mejilla y la abracé. Justo cuando iba a cerrar la puerta a mis espaldas me toma fuertemente de la muñeca.

-Mitch, ten cuidado.

(...)

Scott pasó a buscarme en su auto. En el camino hablamos de cosas triviales y nos reímos un poco, pero la verdad es que estaba muy inquieto. Movía mi pierna de vez en cuando y tamborileaba con mis dedos en el asiento, pero no podía quedarme quieto. De por sí soy muy tímido. Solo me quedaba respirar hondo y rezar para que todo saliera bien.

Dejamos el auto en el estacionamiento y caminamos un par de metros para encontrarnos con el amigo de Scott.

Mis pupilas se dilataron al instante luego de reencontrarse con esos ojos café.

-Mitch, él es Alex.

Cerré mi boca antes de que un hilo de baba quedara colgando de esta y lo saludé. Extendí mi mano para un formal apretón, pero él optó por abrazarme y decir en mi oído "Es un placer", lo que hizo que un nuevo tipo de escalofrío (si es que había) recorriera mi espalda y erizara absolutamente todos los vellos de mi cuerpo.

En estos momentos estoy creyendo en Dios más que en mí mismo. Le agradecía profundamente por las casualidades de la vida, sobre todo por esta.

Alex era el chico al que le había tomado fotos la vez pasada. Era muchísimo más guapo en persona, eso sin duda. Suerte que tengo buena memoria visual. Me sonrió, derritiéndome.

-¿Entonces?

¿Eh? ¿Qué?

-Yo...-comencé a decir. Había estado tan distraído que no había prestado atención a lo que los chicos habían dicho.

-Que si vemos "El Conjuro 2". Tú decides.-dijo Scott.

Mi cuerpo estaba rígido, incapaz de moverse o siquiera de decir palabra alguna.

-Eh... ¡claro! Adoro las películas de terror.

Los chicos asintieron y compraron los boletos. Al entrar a la sala el rostro de Alex se había visto envuelto pot un aura misteriosa y oscura. Nos hubicamos en las butacas. Al principio nos peleamos por los lugares cual niños pequeños, pero luego resolvimos que Alex quedaría en medio. Haré lo que sea por la persona que haya hecho esto posible.

La película comenzó y creo que en menos de media hora la sala estaba llena de gritos, incluidos los míos.

Odio las películas de terror.

Hice todo lo posible por mantener la compostura y no hacer ningún movimiento o sonido que me delatara, pero estoy seguro que más de una vez el castaño ha volteado a verme o lo ha hecho de reojo. Sinceramente creo que estuve más pendiente por los movimientos de Alex que por la película. Pero aún así no pude evitar pegar unos cuantos saltos a causa de los screamers, cosa que llamaba la atención de ambos chicos. Mierda, estaba siendo el hazmereir de los tres. De vez en cuando giraba la cabeza para ver a Alex decirle algo a Scott o reirse de algunas escenas (a la que yo no les encontraba la gracia).
Eran los segundos más hermosos de mi vida cuando reía. Sus dientes perfectamente blancos y su sonrisa publicitaria me elevaban a las nubes y sentía que tocaba el cielo con mis dedos.

Sin siquiera hablarle.

Sin siquiera tocarle.

Tan solo bastaba escucharle.

(...)

Al salir de la sala estaba temblando. No solo por el frío y mi escaso abrigo, sino también por la monja de mierda que ahora aparecía frente a mí en todas partes. Definitivamente esa película me había traumado seriamente.

Algo tocó ambos lados de mi cintura seguido de un ruido ensordecedor. Pegué un grito más agudo que un segundo "do" del pentagrama y moví mi cuerpo buscando librarme. O eso pretendía hacer, ya que terminé agarrando las fuertes manos de Alex que se encontraban alrededor de mi espalda baja y riendo a causa de las cosquillas que estas ocasionaban.

Debo estar hechando humo por las orejas por lo rojo que debo estar ahora mismo.

Le pedí a Alex que se detuviera y eso hizo. Se separó de mí con una sonrisa triunfal pintada en el rostro. Aún sentía sus dedos sobre la tela de mi ropa.

-¿Te he asustado?

-No, simplemente tenía ganas de gritar y saltar como un loco. Ya sabes, para liberar la energía acumulada.

<<Un Oscar a la peor excusa del mundo, galaxia y universo.>>

You again?! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora