Navidad, mudanza, y chicos sexys.

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Navidad, navidad, santa me cago.

No me trajo a Justin Bieber, viejo maricón ¡Hey!

Ya llegó la navidad,

Santa Claus me va a escuchar,

le voy a cortar las bolas

y se las haré tragar.

A Justin secuestraré,

y lo voy a violar,

y sí se quiere escapar

con el sarten le voy a dar ¡Hey!

Lo sé. Una canción totalmente dulce. Pero algo me tenía que distraer mientras empacábamos.

Navidad: La época donde se come leche, galletas, pavo en familia y villancicos. Y ya les he mostrado el mío.

Y siempre fueron así mis navidades. Regalos, familia, amigos, comida. Pero no ésta. Esta navidad se trata de cajas, lágrimas, despedidas y mudarse. ¡Yupi!.

Y sobre mi dulce canción, solo pedí algo de Justin Bieber, un sexy canadiense. Una taza, uno de sus libros, uno de sus CD's, lo que sea, incluso él. Pero no, Santa no me trajo nada, solo montones y montones de cajas donde debo meter mi vida en Dallas y moverla a San Francisco.

[...]

Pues al fin hemos llegado. Han pasado unos días desde navidad, pero aún faltan unos pocos para Año Nuevo. 

Me encuentro en una habitación mediana, de paredes blancas, y vacía, totalmente vacía. Enseguida traerán los muebles, supongo, es que ya saben, cualquiera los podría robar.

Solo dejé mis maletas en un rincón y les avise que saldría un rato, para conocer el lugar.

No me molesto en aprenderme el nombre de las calles, mientras sepa como llegar estará todo bien, por lo que siempre le presto atención al camino.

El lugar no es malo, llegué a un parque a solo 6 calles de mi casa. Tiene muchos árboles, pero ninguno tiene hojas. El suelo está cubierto de pasto verde. Y hay algun que otro juego. A mis hermanos les gustará.

Creía que San Francisco era un lugar de clima cálido, pero tal vez me he confundido o sea una época realmente fresca, pero, realmente fresca. Siento mis dedos congelados.

Aún recuerdo a mis amigas y amigos llorando. Incluso yo estaba llorando. Aún recuerdo el beso de Connor, salado por lágrimas pero tan tierno y dulce como él suele ser. Recuerdo los abrazos de Maia, Lea y Ashley. Las bromas de Gabriel, Luke y Cesar. Pero sabía que lo hacían para no llorar, aun que al final terminaron llorado.

Me dolía dejar mi vida atrás, porque sabía que no volvería hasta que tuviera 18, y aún así necesitaría el dinero.

Quiero decir, he pasado 16 años con ellos, casi 17, se han convertido en tanto para mi, y cuando Connor, el chico más popular pero un gran amigo, me pidió que fuera su novia, podría haber corrido por toda la avenida en tutú y brazier de cuadros, y yo odio los cuadros. Pero solo había corrido y corrido, claro que en su ausencia, y me había ganado un buen moretón en mi rodilla por caerme. Me habían nominado para reina del baile. Si bien no era popular, todos me conocían y yo los conocía a todos. Entonces era estar flotando en una nube, todo era perfecto, incluso en casa, y ¡Pum! a mi padre lo transfirieron.

Obviamente fui a la que mas le afecto por ser la mayor de 4 hijos ya que era la que mas tiempo llevaba. Pero Alexandra, de 14 años, había hecho una buena pataleta. Daniel y Frankie, de 6 y 8 años, se habían puesto tristes, pero las palabras 'harán nuevos amigos' lo habían arreglado todo. También estaba Matthew, de 22 años, era el mayor de todos nosotros (Si. Somos 5. Si. A mi madre le encanta tener matraca con mi padre) pero no le afectaba porque vive en San Francisco desde los 18. 

El Efecto BryanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora