Giuliana recorrió la escuela por completo, ya que pasaría el día entero allí debido a que sus entrenamientos comenzaban a las 5 de la tarde, tenia tiempo libre y pensaba utilizarlo en realizar sus deberes o estudiar para algún examen. Pero no hubo caso, las bibliotecas, parecían salones de té donde se juntaban todos los ricachones a hablar entre ellos y no de una manera discreta como debería ser en un entorno como lo es la biblioteca, mas bien hablaban a viva voz y sus estruendosas risas, falsas, se podían escuchar a 50 metros a la redonda. Indignada por este hecho, siguió recorriendo la escuela, hasta llegar a lo que parecía ser un patio interno, un inmeeeenso patio interno que hacía de división entre la escuela primaria y la secundaria. No se escuchaba ningún ruido y a simple vista, parecía ser muy armonioso (como todo en esa escuela) con sus cerezos ubicados estratégicamente detrás de los bancos de cemento de arquitectura francesa. Aquí estudiaría de ahora en mas.
Se sentó en el césped frente a un banco y colocó sus carpetas allí, así éste hacía de escritorio. Estuvo estudiando buena porción de la siesta a la sombra de ese hermoso cerezo, cuyos frutos aún no hacían su presencia en esa época del año.
-¿Sabés que así sentada te va a doler la espalda mas tarde, no?- preguntó una voz grave y suave a sus espaldas.
- Lo sé, pero aún así, estoy cómoda.- contestó jovialmente, dándose vuelta y dedicándole una sonrisa amable a Kyouya Ootori.
-¿Sabés que hay muchas bibliotecas para hacer tus deberes?- volvió a preguntar con el mismo tono. No se podía ver su cara, debido a que el sol le daba de espalda.
-Si, lo se. Y seguro sabrás vos que es imposible estudiar allí. Esto es lo mas tranquilo que he encontrado.- replicó señalando a su alrededor, el patio donde se encontraban.
-Me pregunto que harás en invierno cuando nieve...Ciertamente, no te imagino congelándote en este patio y fallando en el intento de estudiar...- comentó irónicamente.
-Me las arreglaré...- dijo Giuliana encogiéndose de hombros y restándole importancia al asunto.- ¿Y que te trae por estos pagos? Se muy bien que este patio interno no se encuentra camino a la Sala de Música #3. ¿Que te hizo realizar semejante desvío?- preguntó divertida.
-Yo siempre hago las cosas en pos de obtener un beneficio, señorita Shamiko.- contestó consecuentemente acomodándose sus gafas.- Recuérdelo.- y dicho ésto se alejó. Dejando a una Giuliana muy curiosa.
-¿Es beneficioso para usted bailar conmigo, señor Ootori?- cuestiono Giuliana mas tarde ese mismo día, al ver la mano que le ofrecía el joven en la cena a beneficio del Hospital Ootori y recordando la previa conversación que habían tenido.
-Queda a su criterio, señorita.- contestó sonriéndole falsamente.
Al ver esto Giuliana comprendió y le ofreció su propia sonrisa falsa.- Será un placer bailar con usted, señor Ootori.- y juntos se encaminaron a la pista de baile. Al llegar, él la hizo girar sobre si misma y la tomó por la cintura para bailar el vals que en ese momento estaba tocando el cuarteto de cuerdas. Ambos adolescentes juntos, armonizaban entre si. Los dos eran altos, esbeltos y de hermosas facciones. Hasta sus vestimentas combinaban, él con un esmoquin negro muy pulcro y una corbata verde esmeralda, y ella con un vestido corte corazón ajustado a su cintura y que luego caía suavemente hasta cubrir sus pies, del mismo tono de verde. Bailaban como si no hubiera nadie mas a su alrededor, con sus miradas fijas en los ojos de su compañero de baile y esa sonrisa agradable que engañaría a cualquiera y lo haría pensar que esos dos adolescentes estaban enamorados el uno del otro. Pero ellos bien sabían que en este mundo de alta sociedad, las apariencias lo eran todo, y esta escena de baile solo era un acto mas. Giuliana sabia que Kyouya se estaba acercando a ella porque de algún modo lo beneficiaba. Y Kyouya sabía que ella le estaba siguiendo la corriente e imitando su accionar. Pese a que en un principio ella había sido muy amable y agradable con él, al ver que él mismo comenzaba a tratarla diferente al enterarse de quien era hija, ella comenzó a hacer lo mismo. Él extrañaba a esa Giuliana, la que lo trataba como si fuera alguien normal, no el hijo de Ootori Yoshio. Y ella extrañaba al Kyouya que la trataba como si fuera alguien de clase media, y que pese a eso, no dejaba de ser cordial con ella. Él quería ver mas de esa Giuliana, pero debía seguir las ordenes de su padre. Y ella quería ver mas de ese Kyouya, pero si él se comportaba asi de frío, distante y falso con ella, ella haría lo mismo.