En el Spa

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Verano. Eran las vacaciones de verano. El calor se volvía extenuante, mas para aquellos, como Kyouya Ootori, que se encontraba ataviados con saco y corbata. Sólo el aire acondicionado del Rolls Royce podía aplacar el calor que el adolescente sentía en ese momento. Miró con indiferencia a través de la ventanilla polarizada del coche, afuera en las sobretransitada calle del centro de la ciudad, la gente iba y venía como podía. Y él atascado en el tráfico infernal de las ocho de la mañana, horario en que todos los oficinistas se dirigian a, bueno, sus respectivas oficinas.

Se preguntaba con que motivo lo había citado su padre en el edificio central de la Ootori Inc. Por lo general, le pedía recados a la hora del almuerzo o cena, por lo que era extraño que lo llamara a su despacho. El auto aparcó en el estacionamiento interno del gran edificio y esperó a que su conductor y guardaespaldas, Tachibana, le abriera la puerta como usualmente hacía. Bajó del coche y se encaminó al ascensor seguido por el uniformado, una vez alli, precionó el botón que lo llevaría a la oficina de su padre. 

Las puertas se abrieron con el sonido del tintineo de una campana y por fin pudo despedirse de esa horrenda música que había en el elevador. Se encamino con paso decidido y seguro hasta el escritorio de la secretaria de su padre, que se encontraba tipeando intensamente en su ordenador, y se aclaró  la garganta para hacer notar su presencia.

-Ohh, Señor Ootori. Su padre se encuentra ocupado en este momento. ¿Que lo trae por aqui?- preguntó sonriendole con falsedad. Si estaría acostumbrado a este tipo de mascaras. La secretaria era joven, capaz que de la misma edad que su hermana, pero debía de ser muy inteligente si aún conservaba su puesto.

-El Señor Ootori me ha citado esta mañana a presentarme a aqui- explicó serenamente, tratando de armarse de paciencia.

-Qué estraño, no me mencionó nada al respecto. Si me espera unos segundos, enseguida vuelvo.- comentó extrañada y le levanto de su asiento para ingresar a la oficina de su padre.

Pasaron unos segundos, cuando la silueta de la secretaria volvió a aparecer frente a él. Ésta vez llevaba una carpeta en sus manos. Se sentó en su escritorio y busco entre los papeles que alli tenía, hasta hallar uno en particular y lo agregó en la carpeta.

- El señor Ootori precisa que se encamine al Centro de Estética, Belleza y Serenidad Ootori, a chequear que todo este en orden y le entregue esto al gerente.- explicó tendiendole la carpeta.- Dice su padre, que usted ya sabe lo que tiene que hacer.

-De acuerdo, hasta luego.- se despidió Kyouya con una leve reverencia y se marchó del lugar.

Estaba molesto, pero no lo demostraría, como hacía siempre con sus sentimientos, los masticaría y los tragaría manteniendo su expresión neutral en todo el proceso. No era la primera vez que su padre le hacía esto, lo había hecho recorrer la ciudad de una punta a otra para ni siquiera recibirlo y mandarlo de vuelta en dirección contraria al otro extremo de la capital. El lugar al que se tenía que dirigir era en breves palabras, un spa y como tal se encontraba en un lugar alejado de la bulliciosa ciudad ya que debía brindar a sus clientes comodidad, tranquilidad y sobretodo seguridad. 

Tras un recorrido de aproximadamente cuarenta y cinco minutos, el auto doblo por una calle privada e ingresó en una larga senda rodeada por árboles de cerezo y una llanura verde. La visión trasmitía paz y no dudó en anotar este aspecto en su cuadernillo. Llegaron al final y se encontraron con un enorme y lujoso edificio cuyo frente consistía en enormes ventanales que permitía iluminar naturalmente la recepción.

Bajó del auto y se encaminó con paso seguro a hacia la recepcionista, percatándose de que no cumplía con el uniforme pre-establecido y su notable desaliñez, y apuntándo esto y muchos otros detalles de los que se percató en el camino. Al levantar la vista, vió que algo o mas bien alguien le obstruía el paso. Una muchacha alta de cabello ondulado marrón, ojos de idéntico color y sonrisa amplia, que le resultaba demasiado familiar.

- Ootori Kyouya- exclamó haciendo una leve reverencia en modo de saludo- Que gusto verte de nuevo. ¿Te acordás de mi?

La verdad es que no tenía la mas mínima idea de quién era esa muchacha, y se maldecía por ello ya que de seguro sería hija de algún importante socio de su padre y la habría conocido en algunas de las galas que se celebran constantemente, pero que no le interesaban en absoluto.

- Por supuesto que me acuerd...

- No es cierto, soy Giuliana. Me alcanzaste la bocha aquella vez en Ouran...- le recordó, y allí sí la reconoció, en esa ocasión su cabello estaba recogido y cambiaba totalmente el marco de su rostro, pero eso no solo lo impresionó, sino la facilidad con la que vió a través de su fachada al intetar safar de esa situación. Pero algo hizo clic en su mente, ¿qué hacía esta chica en el lujoro y costoso spa de su familia? 

- Giuliana, ¿cómo has estado?- preguntó para no parecer grosero.

- Muy bien, disfrutando el verano. 

- Me sorprende encontrarte a acá.- dijo tratándo de sonar lo menos snob posible. 

- A mi también, solo vengo una vez a la semana a hacerme algún que otro tratamiento. Debo admitir que la calidad de servicio aquí es impresionante.- explicó restándole importancia al asunto.

Una vez a la semana, una vez a la semana, una vez a la semana... Esto sí que desconcertó a Kyouya. ¿Quién era esta muchacha? Si venía una vez a la semana debía de tener un importante capital.

- No quiero sonar deshubicado, pero ¿cómo hacés para pagar el uso de las instalaciones?- preguntó realmente curioso.

- El sueldo con el que me pagan en mi trabajo me sirve bastante como para darme el gusto de vez en cuando sin tener que importunar a mi padre...- explicó encogiéndose de hombros. En ese momento se comenzó a escuchar una canción en inglés y la chica sacó el celular del bolsillo trasero del mini short que llevaba puesto y que hasta ahora había pasado desapercibido para Kyouya.- ¿Me disculpas?- el morocho asintió aún pasmado ante la visión de largas y sedosas piernas que tenía ante él. No se había percatado anteriormente, pero la figura de la muchacha era bastante atractiva.- ...estaré alli en una hora... yo también te amo, adiós.- y cortó el telefono mirando a Kyouya nuevamente.- Al parecer me tengo que ir, Ootori Kyouya, espero verte en alguna otra ocasión...- dijo sonriendole amigablemente a lo que él asintió. Ella hizo un gesto de la cabeza a modo de saludo y comenzó a alejarse de él en dirección a la puerta. Antes de que ella desapareciera de la vista, su boca actuó sin pedir permiso.

- ¡Giuliana!- la chica se volteó extrañada.

- ¿Si?

- Dime Kyouya, después de todo yo te llamo por tu nombre...- explicó algo ¿nervioso?.

- Me parece lo mas justo. Hasta luego... Kyouya.- y se marchó del lugar.

El muchacho se volteó y se dirigió hacia la recepcionista. De alli fue al ascensor para subir al despacho del gerente del lugar. En el camino, abrió su cuadernillo en la hoja que tenía los pocos datos acerca de la muchacha y los modificó.

Nombre: Giuliana.

Apellido: -

Edad: -

Estatus: Clase media ???

Deporte: Hockey.

*Datos personales a investigar

Trabajo: -

Hábito: Asistir al Centro de Estética, Belleza y Serenidad Ootori.

Celular: Lo suficientemente caro como para tener una canción como ringtone.

 Estado civil: tiene novio.

*Seguir investigando.

No sabía el por qué, pero cuando tuvo que escribir el estado civil, sintió como algo amargo bajaba por su garganta. Nuevamente sabía que esta no sería la última vez que se encontrara con la muchacha, y la curiosidad seguía presente.

La curiosidad que mató a Kyouya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora