Eran ya las siete de la tarde y el sol de a poco desaparecia en el horizonte, tornando las nubes de color naranja, rosa y lila. La practica de hockey ya habia terminado y Giuliana, se dirigió hasta el estacionamiento en donde estaba su auto aparcado. Habia tomado la costumbre de manejar a todos lados ahora que tenia licencia y un auto propio, solo usaba el chofer cuando iba a algun lado, ya sea gala o reunion de negocios, con su padre.
Desactivó la alarma de su peugeot 206 y abrió la puerta, bajo el asiento de conductor y se agachó para guardar el bach en el asiento de atrás. Cuando se enderezó escuchó a alguien hablar que la hizo saltar como dos metros en el aire.
-No sabia que eras tan fácil de asustar.
Giuliana, que se estaba recobrando le dijo - No me asustaste, Kyouya, me sorprendiste. Es lo que pasa cuando apareces en algun lado de la nada.- lo miró que se encontraba apoyado de brazos cruzados, contra el capó del auto.
-Para mi sonó a susto.- opinó el morocho acomodandose los lentes. - Por esta vez lo dejo pasar. Aunque aún no contestaste mi pregunta....
-Que pregunta?- Giuliana lo miró extrañada.
-La que te hice cuando estabas guardando tu bolso de hockey...
-Primero: no es bolso, es bach. Segundo, no te escuche, porque estaba muy ocupada asustandome..-le contesto con el seño fruncido.
Kyouya sonrió divertido.- Ahh así que admitís que te asuste? - la chica solo se limitó a revolear los ojos.- Te pregunté si ibas a la gala benefica esta noche...
- Si, por supuesto. Pero eso ya lo sabias...- ella dijo extrañada, esa misma mañana habia estado hablando con Tamaki acerca de la fundacion Toshiro que juntaba fondos para combatir la destruccion que había ocasionado el sismo del mes anterior.Siendo que Kyouya se sentaba detrás del rubio no le estaria preguntando eso, a menos que...- ¿Qué es lo que me vas a pedir?
Con cara impertérrita, se acomodó las gafas.- Nada en particular, solo que recuerdes que nuestra relación es supuestamente cordial, nada mas. Mi padre y hermanos estarán alli y no quiero que te vean tratarme con la familiaridad con la que me tratás siempre...
-Si, entiendo! No te preocupes por eso...- y agregó en un susurro sensual- yo tambien tengo una mascara para estas ocasiones, señor Ootori...-
Kyouya colocó su mano en el hombró de la chica y se acercó a ella- Una cosa mas...-le susurró al oído.
-¿Que?
-Esos shorts te quedan muy bien, deberías usarlos mas seguidos...- se alejó de ella y se marchó del lugar. Dejando a una muy sonrojada y acalorada Giuliana.
Esa misma noche, Kyoya observaba desde el otro lado del salón como Giuliana se desenvolvia en este tipo de ambiente. Siempre con una sonrisa gentil y ojos brillantes. Tenia que admitir que se encontraba hermosa, con un vestido de gaza rosa viejo, ceñido a la cintura, pollera suelta y escote corazon. Su cabello estaba recogido y le daba un look inocente, nada parecido a la mirada feroz que a veces solía cruzar cuando la veía en medio de una reunión de negocios. Y eso le encantaba, como cada una de sus mascaras eran tan distintas una de otra y no le quitaban genuinidad. Ella lograba darle siempre un toque de su personalidad a cada acción que llevaba a cabo. Algo que él no podía lograr.
Su misión esa noche, era conversar con la hija menor de los Toshiro's, organizadores de la gala. La familia Ootori debía dejar una muy buena impresión si pretendian que los Toshiro's decidieran contratar sus servicios para la campaña que tenían planeado llevar a cabo. Debido a esto, dudaba tener la oportunidad de acercarse a Giuliana y bailar con ella y hacerla sonrojar como tanto le gustaba hacer.
Mientras pretendía escuchar a May Toshiro, su mente divagaba en un torbellino de datos que tenía acumulados hasta la fecha acerca del posible chico del cual gustaba Giuliana, que hasta el momento no era mucho. Pequeños detalles que captaba de vez en cuando, comentarios al azar que hacia la muchacha. Cosas insignificantes que no lograban siquiera darle una base de la cual partir. Solo sabía dos cosas: el chico misterioso tenia ojos claros y no atendía a Ouran. Lo primero fue una pista que logró obtener al hacer una apuesta con ella la cual se había dado cuando el hermano menor de Honey desafío a su hermano mayor, Giuliana creyó que Honey lo dejaria ganar. Lo segundo, por pura deducción. Hacía semanas que venía observándola, ya casi rozando el acoso, y notó que, primero, ella no tenía relación con muchos chicos de Ouran, es más, podía contarlos con la mano si descartaba el Host Club: el presidente del consejo estudiantil, Kasanoda, Nekosawa y Kei Takeshi, sobrino del actual director de la compañia de energía de Tokio, y segundo, que con ninguno de ellos tenía un trato mas allá de lo cordial. Luego de eso, venía lo que si sabía, pero que no le aseguraban nada, y eso eran los gustos que Giuliana tenía en los hombres. Kyouya sabía que a ella le gustaban los chicos altos, morochos y de ojos claros, inteligentes pero no soberbios, románticos pero no cursis, con look de chico malo pero buenos en el fondo, fieles y de buena conversación, pero sobretodo, mayores que ella. Pero nada de eso le aseguraba que el chico del cual Giuliana gustaba tenga todas, alguna o ninguna de esas cualidades, lo cual lo irritaba a sobremanera. No tenía nada.
En eso, levanto la cabeza, y como siempre ocurría, instantaneamente sus ojos hallaron a Giuliana. Y sintió como si le hubieran hechado un balde de agua helada, es mas, casi voltea a ver si Tamaki no era el culpable de eso, pero no, era una sensación que le indicaba que acababa de descubrir algo que no le gustó para nada. Su amiga se encontraba en la pista de baile, acompañada por un muchacho alto, morocho y de ojos celeste claro. Un muchacho, que Kyouya sabía muy bien que era mayor que ella, inteligente y capaz de hacerla reir, de enamorarla, de hacer lo que sea para que ella caiga a sus pies. Un muchacho que en ese momento, logró que la chica se pusiera totalmente colorada y riera tratando de ocultarlo, y le diera esa hermosa y genuina sonrisa, que a Kyouya le gustaba pensar que era sólo para él. Lo peor de todo, no era que ese muchcacho cumplía con la amyoría de los aspectos que a Giuliana le parecían atractivos. No, lo peor de todo era que, ese muchacho era Akito Ootori, su hermano.
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