Para mi sorpresa, Max no comentó ni me regañó respecto lo que pasó con el capitán. Cuando llegó al camarote me miró fijamente, luego comenzó a reír despacio y a negar con la cabeza baja. Yo lo observaba acostada desde mi cama y, al ver que no estaba enojado, me reí también.
-Lo siento Max. Es que ese tipo me sacó cundo me dijo que era irrespe...
No logré terminar mi disculpa ya que Max se recostó sobre mí y me besó en los labios mientras reía. Amaba esto de Max, no importara que cosa hiciera o si lo hacia quedar mal frente a otras personas o la manera en la que a veces me enojo o hacen que me saque, él siempre me perdona y me apoya. De verdad amo a este chico.
-Está bien, se lo merecía. Aunque te pasaste un poco esta vez -frunzo el seño y lo miro divertida ¿en serio? -hablo en serio Mai, lo último no era necesario, ya habías aclarado tu punto.
-Entonces se lo dejé doblemente claro.
Ambos reímos y nos seguimos besando. Max estaba a horcajadas mio, con una pierna a cada lado de mi cintura apoyándose sobre sus rodillas y antebrazos, que se encontraban uno a cada lado de mi cabeza.
Nos seguimos besando y riendo por unos minutos más hasta que el sonido del alta voz nos detuvo.
-Atención, atención. Les informo que estamos llegando, así que por favor vallan empacando sus cosas. Los doy la bienvenida al Fuerte de los Rebeldes! Viva la rebelión! -dijo el capitán con entusiasmo y alegría fingida.
-Llegamos? Llegamos al Fuerte de verdad? -dije algo emocionada, estaba tan contenta que no podía borrar la gran sonrisa de mi rostro.
-Sí Mai, llegamos -vuelve a besarme en los labios y sonríe -por fin llegamos.
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Después de haber empacado todo fui a buscar a Franco y ahora me encuentro con los demás en la puerta del submarino, esperando a que la abran. Estoy muy nerviosa la verdad, este es un gran momento, es el que marcará el comienzo de una nueva vida.
Las puertas comienzan a abrirse y dejan entrar los rayos del sol. Franco me toma de la mano derecha y Max envuelve su brazo en mi cintura del otro lado. Este es el momento, por fin llegamos al Fuerte.
Las puertas terminan de abrirse y comenzamos a bajar. Cuando pisé la tierra firme lo primero que hice fue sacarme las botas y sentir la arena entre mis dedos. Estamos en la playa de la isla de los rebeldes, el Fuerte.
Max me agarra la mano y me invita a seguir a los demás. Comenzamos a adentrarnos en a isla, la cual está llenada de arboles y plantas desde que dejamos la playa.
Es raro, en la Isla del norte hay edificios por todas partes y grandes construcciones lujosas y modernas, con playa a los alrededores claro. Pero aquí todo es como una de las selvas que veía en los libros de biología de la escuela.
Miro a los alrededores mientras caminamos y observo con más detalle. El suelo está cubierto de césped y hay miles de palmeras y arboles altos por todas partes, también se escuchan pájaros contando, es realmente hermoso.
Seguimos caminando hasta detenernos frente a unas enormes murallas de madera frente a nosotros. En ese momento Max me besa la sien y camina al frente junto a los demás rebeldes. Uno de ellos toca un botón de la gran puerta y de esta se despliega un teclado que se encontraba oculto. El rebelde, quien ahora que lo veo mejor parece ser el capitán, marca una especie de combinación en el teclado y las grandes puertas se abren.
Comenzamos a avanzar hasta que todos se encuentran dentro, luego unos guardias que se encontraban en las puertas la cierran. Vuelvo a poner mi vista al frente y, sin soltar la mano de Franco, comienzo a abrirme paso entre los menores para ver mejor.
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Escapando de la Gran Sociedad
CasualeMaia es una chica que vive en una sociedad dividida. Ella junto con los demás menores de 17 años viven apartados de la Gran Sociedad. Al cumplir la edad, uno es enviado a la Gran Sociedad a cumplir con una prueba, la cual define si se tiene lo neces...