Capítulo 4: Llegada al Fuerte

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Para mi sorpresa, Max no comentó ni me regañó respecto lo que pasó con el capitán. Cuando llegó al camarote me miró fijamente, luego comenzó a reír despacio y a negar con la cabeza baja. Yo lo observaba acostada desde mi cama y, al ver que no estaba enojado, me reí también.

-Lo siento Max. Es que ese tipo me sacó cundo me dijo que era irrespe...

No logré terminar mi disculpa ya que Max se recostó sobre mí y me besó en los labios mientras reía. Amaba esto de Max, no importara que cosa hiciera o si lo hacia quedar mal frente a otras personas o la manera en la que a veces me enojo o hacen que me saque, él siempre me perdona y me apoya. De verdad amo a este chico.

-Está bien, se lo merecía. Aunque te pasaste un poco esta vez -frunzo el seño y lo miro divertida ¿en serio? -hablo en serio Mai, lo último no era necesario, ya habías aclarado tu punto.

-Entonces se lo dejé doblemente claro.

Ambos reímos y nos seguimos besando. Max estaba a horcajadas mio, con una pierna a cada lado de mi cintura apoyándose sobre sus rodillas y antebrazos, que se encontraban uno a cada lado de mi cabeza.

Nos seguimos besando y riendo por unos minutos más hasta que el sonido del alta voz nos detuvo.

-Atención, atención. Les informo que estamos llegando, así que por favor vallan empacando sus cosas. Los doy la bienvenida al Fuerte de los Rebeldes! Viva la rebelión! -dijo el capitán con entusiasmo y alegría fingida.

-Llegamos? Llegamos al Fuerte de verdad? -dije algo emocionada, estaba tan contenta que no podía borrar la gran sonrisa de mi rostro.

-Sí Mai, llegamos -vuelve a besarme en los labios y sonríe -por fin llegamos.

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Después de haber empacado todo fui a buscar a Franco y ahora me encuentro con los demás en la puerta del submarino, esperando a que la abran. Estoy muy nerviosa la verdad, este es un gran momento, es el que marcará el comienzo de una nueva vida.

Las puertas comienzan a abrirse y dejan entrar los rayos del sol. Franco me toma de la mano derecha y Max envuelve su brazo en mi cintura del otro lado. Este es el momento, por fin llegamos al Fuerte.

Las puertas terminan de abrirse y comenzamos a bajar. Cuando pisé la tierra firme lo primero que hice fue sacarme las botas y sentir la arena entre mis dedos. Estamos en la playa de la isla de los rebeldes, el Fuerte.

Max me agarra la mano y me invita a seguir a los demás. Comenzamos a adentrarnos en a isla, la cual está llenada de arboles y plantas desde que dejamos la playa.

Es raro, en la Isla del norte hay edificios por todas partes y grandes construcciones lujosas y modernas, con playa a los alrededores claro. Pero aquí todo es como una de las selvas que veía en los libros de biología de la escuela.

Miro a los alrededores mientras caminamos y observo con más detalle. El suelo está cubierto de césped y hay miles de palmeras y arboles altos por todas partes, también se escuchan pájaros contando, es realmente hermoso.

Seguimos caminando hasta detenernos frente a unas enormes murallas de madera frente a nosotros. En ese momento Max me besa la sien y camina al frente junto a los demás rebeldes. Uno de ellos toca un botón de la gran puerta y de esta se despliega un teclado que se encontraba oculto. El rebelde, quien ahora que lo veo mejor parece ser el capitán, marca una especie de combinación en el teclado y las grandes puertas se abren.

Comenzamos a avanzar hasta que todos se encuentran dentro, luego unos guardias que se encontraban en las puertas la cierran. Vuelvo a poner mi vista al frente y, sin soltar la mano de Franco, comienzo a abrirme paso entre los menores para ver mejor.

Escapando de la Gran SociedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora