capitulo 2

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Cerré con fuerza mi habitación, lo ultimo que quería era mas charlas, ya tuve suficientes por hoy. Sentí que el odio se aferraba a mi y de alguna manera tenía que callarlo, así que tomé mis auriculares, mi celular, que yo usaba de reproductor de música porqué como se imaginan no hablo con nadie nunca, y puse la música a todo volumen. Ahora solo podía escuchar la música, era una canción de mi banda favorita, era rock. 

Miré la hora. 18:00. Hoy es... viernes, ¿viernes?, mierda, lo olvidé, hoy habrá carrera a las 22:00. Bueno, supongo que saldré a las 21:00 y comeré algo por ahí. Lo que me da una hora y media de descanso antes de empezar a prepararme.

Comencé a cantar mientras buscaba la ropa que iba a ponerme, unos jeans ajustados oscuros, mi remera gris del -indio-, uno de mis cantantes favoritos, mis botas con taco negras, y por ultimo mi campera de cuero negra, también preparé mis guantes de cuero y mi casco. 

¡Cierto! Casi lo olvido... tengo que darle de comer a Lenah. Me asomé por mi balcón al patio. mi patio era enorme, Ría tenía tanto dinero que hizo que su patio pareciera un bosque. Había pinos enormes, hermosos, por todas partes, y todo se veía de un color verde oscuro muy natural, los pájaros, por supuesto hacían mas bello el ambiente, y la mas hermosa criatura habitaba en ese pequeño bosque, esa era Lenah, mi mascota, y en ese momento estaba por ahí jugando con alguna rama. La busqué entre los arboles pero no la encontré así que decidí silbar un par de veces.

Cuando escuchó se acercó a toda velocidad.

Seguro que al nombrar a mi "mascota" no logré que se imaginen que tipo de mascota es pero no es una mascota para nada normal. 

Es una chita. Es el animal terrestre mas veloz y con una de las mejores vistas, la chita no solo mira, sino que observa, y por esto es uno de mis animales favoritos, aunque hay algo que me llamó principalmente la atención, la chita hembra es solitaria, cría a sus hijos sola y cuando al fin los deja  sigue su vida sola, a diferencia de los machos, que se quedan en manada.

Cuando tenía 16 años -supuestamente 16 años- Ría me pregunto que mascota quería, cuando le contesté que quería una chita se rió de mi y me dijo que era imposible, entonces le dije que no quería nada y me enojé, no era capricho sino astucia, conocía a Ría y sabía que después de eso iba a conseguirme una chita, y así fue, el año siguiente Lenah fue mi regalo de cumpleaños. 

Lenah es una de las muy limitadas cosas que adoro en el mundo. Me saqué los auriculares y me acerqué mas a la baranda. 

- ¿Ya quieres comer o has estado cazando algún bicho raro por ahí?

Me gruñó y yo reí. Pareciera que aveces me entiende, en realidad yo sé que aveces me entiende.

- Bien, enseguida bajo.

Bajé a buscar su comida balanceada, obviamente no podiamos darle carne porque seguido de ese almuerzo nosotros seríamos el postre. Así que había que pagar una carísima bolsa de comida, ademas de sus carísimas vacunas, y su carísimo entrenador. Seguido busqué las llaves y salí al patio. Lenah no lo dudó ni un segundo, se abalanzó sobre mí, desde luego me tiró, pesaba 70 kg, y luego me empezó a babear toda la cara con sus intentos de besos, intentos asquerosos, lo peor, es que descubrí que su baba, esa baba horrenda que dejaba en mi ropa se volvía blanca, ensuciando todo lo que llevaba puesto. caminé por el patio con Lenah siguiéndome y la bolsa de alimento colgada en mis hombros, busqué su "plato" de comida, que era un pedazo de árbol hueco cortado a la mitad, y llené el tronco lo mas que pude. Lenah no esperó a que terminara de llenar el tronco, ya había comenzado a comer.

Luego volví a mi habitación. Miré la hora. 18:47. Salí al balcón a tomar un poco de aire cuando escuché la puerta. Me fui del balcón rápidamente, si Ría se atrevió a entrar a mi habitación sin golpear juro que voy a...

RenacidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora