-¿Mamá?- la finjida voz soñolienta de Hikaru salía de sus labios en un aterrado suspiro.
Había hablado en un movimiento desesperado por que su madre no advirtiera que la estaba espiando, el crujir de los escalones delatores bajo sus pies le ponía los pelos aún más de punta.
Megumi levantó el rostro de su desagradable tarea, miró al piso ligeramente aterrada y luego se colocó de rodillas sobre la escena, tratando de no entrar en pánico.-¿Hikaru? ¿No teníamos un trato de que dormirías temprano?- susurró.
-He escuchado ruido y me he despertado.- mintió.
Ninguno de los dos se atrevía a moverse del lugar donde estaban, estaban tan ensimismados en su preocupación por si mismos que ni si quiera se cuestionaban qué estaría haciendo el otro.
-Bueno, ya estoy aquí.- dijo Megumi intentando no sonar agitada.- Puedes volver a la cama, buenas noches mi niño.-
-Buenas noches, madre.-
Hikaru prosiguió con su escape subiendo las escaleras con determinada velocidad, sin ser exagerado pero tampoco pudiendo ocultar el terror. Se encerró en su habitación y se metió bajo las cobijas con la mirada clavada en el crucifijo que colgaba de la pared frente a él.
"Ya no puedo fíarme de Él." pensó, y mientras intentaba asimilar lo que había visto, dándole vueltas una y otra vez en su cabeza, el pensamiento que más enfatizaba en sus sentimientos era aquél que él más se negaba a reconocer. Hikaru había encontrado la escena bastante atractiva.A la mañana siguiente, se levantó queriendo creer que todo lo sucedido no había sido más que un sueño, se metió a bañar con tranquilidad, se puso el uniforme y acomodó sus cuadernos antes de bajar las escaleras para tomar el desayuno. Pero al bajar se encontró con una mujer ligeramente nerviosa y tensa, con el largo cabello negro amarrado en una cola de caballo, tallando con vigor el piso de madera con una lija. El olor a cloro y limpiapisos que se desprendía del suelo contiguo era apenas perceptible, pero penetrante y la mujer, concentrada en su tarea, miró a Hikaru de reojo con una sonrisa un poco extraña y volvió a su ocupación.
-El desayuno ya está hecho y en la mesa, adelántate y ya me siento contigo en un minuto.-
Hikaru se limitó a dirigirse a la cocina en silencio, el pánico que lo había invadido anoche volvió a florecer desde su vientre como un gran clavel rojo en cámara rápida hasta justo por encima de la boca del estómago. Ahora, los huevos con tocino no se veían tan apetitosos y de alguna forma tenían un ligero olor a sangre.
Con desgana, Hikaru le dio un sorbo al vaso de jugo de naranja y pinchó una de las tiras de tocino para llevársela a la boca. El sabor era perfectamente normal, pero el ambiente enrarecido de la cocina lo hacía sentir pequeño e indefenso ante el gran depredador que no sabía que tenía enfrente.
Su madre se unió al desayuno pocos minutos después.-Está cerca la temporada de exámenes, ¿Cierto? ¿Vas a estudiar con Kaori otra vez?-
-No lo sé, más tarde hablaré con ella de eso.- contestó Hikaru aún sin poder levantar la vista.
-¿Te pasa algo, Hikaru?-
La pregunta congeló sus sistemas por unos segundos. Con temor, levantó lentamente la vista a través de la mesa hasta llegar a los ojos de la mujer que lo llamaba, sentada frente a él. Pero lo que encontró no era en lo absoluto lo que esperaba. Frente a él se encontraba su madre, la mujer que siempre había conocido, reflejando en su semblante una ligera preocupación sincera. Lo miraba a través de las delgadas gafas de montura plateada, apretando ligeramente los dedos entrelazados por encima de la mesa.
-Estoy bien, solo no dormí lo suficiente.- respondió Hikaru, advirtiendo lentamente su error en la expresión cambiante de su madre.
-No debiste levantarte a saludarme anoche, Hikaru. Estaba muy oscuro, ¿Verdad? Tropecé y derramé el jugo que había traído para tí, menuda cosa. Es eso lo que estaba limpiando esta mañana, eso y nada más. Pero penetró mucho en la madera y tuve que lijarla, sí, eso fue lo que pasó. ¿Verdad Hikaru? ¿Verdad que tú entiendes que debía lijar la madera para poder limpiar eso?-
Su rostro había cambiado de ser su madre a una paranohica mujer que no lo miraba, miraba a través de él, ignoraba su existencia para clavar sus crispados ojos en lo que estaba detrás de él. Un crucifijo.
-Sabes, hijo, a mi me educaron de una forma no muy agradable, ya te he contado un poco de eso antes, pero prefiero evitarte detalles para que no pienses cosas malas de tu madre o abuelos. Mi trabajo como madre es enseñarte lo que está bien y lo que está mal, pero sólo Dios puede juzgar tus actos. Debes creer en Él y en su imagen, en sus formas, en sus letras y designios.- sonrió nerviosa y luego devolvió la mirada a Hikaru.- Se hace tarde, no llegarás a clases.-
Hikaru se limitó a asentir con la cabeza y tras darle, desconfiado, un beso de despedida salió de camino a la escuela. Pensaba en el crucifijo y en el pentagrama que había en el piso la noche anterior. ¿Tendrían para su madre el mismo significado? Le vino a la mente una de las primeras escenas de "Viaje al Centro de la Tierra" donde Axel, desinteresado del descubrimiento de su tío, ignora sus explicaciones sobre la escritura de éste. Le vino a la mente un diálogo en específico que dice "¿Pero qué haces, impío, que no miras y admiras esos tipos que han salido de la imaginación de Dios?". ¿Será que, al ser el símbolo que su madre concebía de Dios y del Diablo el crucifijo y el pentagrama tendrían el mismo valor en su mente?
Primero le llegó el sonido de la rama quebrándose, luego, una respiración desesperada y por último las hojas rompiéndose sobre su cabeza y cayendo en el piso frente a él junto al bulto blanco, castaño y rosa lleno de ramitas que era Kaori.
-¡Eres una idiota! ¡Me espantaste!- le gritó Hikaru saliendo de su ensimismamiento.
-Relájate Hikaru, tampoco es que te vayas a morir de una pequeña taquicardia.- contestó la chica sacudiéndose las hojas del cabello y del vestido rosa.- ¿Y bien? ¿Me vas a contar?- soltó parándose frente a él, con expresión seria pero tranquila.
-Tú siempre tienes que saberlo todo ¿Verdad?, ¿Hay algo que pueda esconder de ti?- rio Hikaru en respuesta.
-No, por eso somos los mejores amigos tonto. Yo no te escondo nada, así que tú no debes esconderme nada a mí. Además te conozco demasiado bien como para eso. ¿Estás bien, Hikaru?- comentó en voz baja, poniendo una mano sobre su hombro.
-Te lo contaré de camino, se nos hará tarde.- Hikaru la tomó de la mano durante el camino a la escuela.
No podía contarle sobre su madre y la Cabra Negra, ella tenía un sentido de la justicia bastante grande y, sobre todo, amaba a Hikaru como a si misma y jamás permitiría que viviera con alguien así, así se tratara de su madre o no. Por eso Hikaru abordó el tema hablándole sobre el Caso de La Cabra Negra, le contó su teoría sobre los símbolos del Diablo y la apreciación de éstos. Kaori lo escuchó con atención, lo observaba con detenimiento y su falta de explicaciones la hacían sospechar de estar escondiendo algo pero como no se le ocurría qué no le dio demasiadas vueltas al asunto.
-¿Crees que Cabra Negra tenga problemas de doble personalidad o algo así?- soltó Kaori, en conclusión tras escuchar todo lo que su amigo tenía para decirle.
-Eso mismo, creo que podría tener algún conflicto religioso consigo misma y por eso necesitaba deshacerse del estrés con alguna escapatoria. Por lo que sé, las personas crean otra personalidad cuando no son capaces de hacer algo por su propia cuenta.-
-Entonces... ¿Crees que sea una buena y linda persona de día y una sanguinaria y sádica por la noche?-
-Algo así. Pienso que ellas deben ser la compensación de la otra, en una forma muy extremista de lo religioso.- suspiró Hikaru.
-Bueno... Tu teoría me parece muy posible. También creo que es algo muy sospechoso esa obsesión con crucificar personas y hacerles esos pentagramas. De toda tu explicación hay un pequeño detalle que me ha estado llamando mucho la atención, no es algo importante, pero me cuesta trabajo pasarlo por alto. Tú y yo sabemos que aquí en Tokyo hay muchos pastores y fanáticos religiosos, monaguillos y todo eso... Sin embargo, durante toda tu explicación, siempre te referiste a Cabra Negra como "ella". ¿Hay algo que no me estás diciendo, Hikaru?-
***Nota de la Autora***
Lamento la tardanza excesiva ;-; a veces Bloqueo kun viene y se sienta en mis hombros y no se va en DÍAS el muy mierda... Pero por fin, ya está ♡ para todos ustedes desde el fondo de mi cora :3
Para que no se mueran como yo, ya que los de MangaStream no trabajaron hoy nadita ): malditos.Besitos ♡
Tori~
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El huevo de la Cabra Negra.
FanficHikaru es un joven adolescente de doce años que sufre la rigurosa educación de su madre, Megumi, quien es una mujer viuda que sigue llorando el luto de su marido. Pero Hikaru no es feliz siguiendo los pasos de su madre, en especial cuando descubre q...