¿Dónde está Kaori?

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-¿Puedo acompañarte a casa?- lo interrumpió aquella chica. 

Hikaru llevaba buen rato perdido en sus pensamientos, mirando hacia la ventana, lo suficiente como para no notar que las clases habían terminado. Parecía estar buscando algo, de hecho, él bien sabía lo que buscaba mirando con vehemencia a las personas pasando por la ventana, tan sólo no estaba listo para admitirlo. Entre todo eso, una bella rubia de su clase se había detenido frente a su pupitre, mirándolo con intensidad. Hikaru se sentía irritado por la intrusión de la chica a sus pensamientos, pero no se podía permitir ser grosero, su naturaleza ya marcada por su madre no se lo permitiría. 

-¿Por qué una chica como tú querría caminar a mi lado? Deberías alejarte de los tipos como yo, somos unos lobos disfrazados de ovejas y las chicas lindas y dulces no pertenecen a estos lugares.- sonrió.

-Porque a mí me agrada Hikaru, y porque quiero hablar contigo sobre la chica que viste anoche.-

Hikaru se quedó pasmado por unos segundos, pero pronto recobró el sentido. Si ella sabía algo de Kaori, él era el único al que debía llegar esa información.

-Bien, acompáñame entonces, pero promete que esto será un secreto entre nosotros ¿Sí?- le susurró de la forma más encantadora que consiguió, la chica asintió con la cabeza.

Hikaru guardó sus cosas en silencio pero sin dejar de sonreír con amabilidad, se puso el saco cuidadosamente y la bufanda azul tejida por su madre encima, luego se echó la mochila donde guardaba sus libros y cuadernos al hombro. Salió del salón en silencio, la rubia caminaba justo detrás de él siendo envidiada por toda aquella que miraba la escena. Afuera llovía. Hikaru se dispuso a tomar su paraguas pero la chica lo detuvo, señalando que compartirían el suyo. A Hikaru no le gustaba la idea, mucho menos la chica, pero no tenía opción. Accedió escondiendo su mala gana y comenzaron a caminar en dirección a la estación del tren. 

-¿Y bien...? ¿Qué querías decirme?- dijo Hikaru, apenas habiendo caminado un par de cuadras.

-Oh sí... Esa chica, ¿Es algo de ti?- preguntó tranquila.

-Es una vieja amiga de la infancia, ¿Qué fue exactamente lo que viste?-

-Oh... Pues, iba regresando de unas compras nocturnas.- rió - Cuando te vi parado en mitad del parque. Quise acercarme a saludar pero entonces la vi a ella, vi cómo se miraban y no pude acercarme. Luego vi que la abrazabas y a tu madre observándolos, entonces tuve que irme porque mi madre me llamó por teléfono para preguntar porqué tardaba tanto.-

-¿Eso es todo lo que viste?-

-Anoche, sí, eso fue todo. Pero esta mañana la he visto de nuevo, no tienes mal gusto, Hikaru, entiendo porqué no has elegido a ninguna de nosotras cuando la veo a ella.-

-Yo no...- intentó defenderse Hikaru, poniéndose nervioso y sonrrojándose.

-Vamos, no tiene caso esconderlo, aunque te esfuerces con todo para evadirlo en el momento en que la abrazaste anoche pude verlo todo. No voy a negar que se me partió un poco el corazón, pero, repito, al verla a ella me he quedado impresionada. Nadie en su sano juicio intentaría competir con esa mujer.- rió la rubia.

-Está bien... Quizá... Quizá sí sienta algo por ella.-

-Buen chico, Hikaru.-

-Entonces, ¿dices que la viste esta mañana?- 

-Así es, la vi justo cuando iba saliendo de su departamento. Queda muy cerca de donde vivo yo, llevaba un bonito vestido blanco que, si te soy sincera, me dio algo de envidia no poder lucirlo igual, tengo uno muy parecido y no se me ve la mitad de bien de lo que ese se le veía a ella. Entonces justo cuando ella estaba cerrando la puerta de su casa, vi a tu madre en su camioneta acercándose a saludarla. Hablaron unos minutos y luego se subieron ambas en la camioneta. Eso es todo. Por eso te preguntaba si ella era algo de ti, parecían ser muy cercanos como para que tu madre la tomase en cuenta de esa forma.- 

-Ella... ¿Se fue con... Mi madre?-

-Sí, ¿Me estás oyendo? Acabo de decírtelo.-

-¿Puedes decirme dónde vive ella?-

-¿Ah? Pensé que lo sabrías... Vive a tres cuadras del parque, ya sabes, el del compendio de edificios. En el quinto departamento.-

-Esto no es bueno... Tengo que irme, te veré después. Y gracias.-

Hikaru salió corriendo tan rápido como pudo, aún en la lluvia, la rubia le gritó algo pero él ya no pudo escucharla. Ahora tenía que encontrar a Kaori. Primero corrió a casa, era lo que estaba más cerca. Entró aterrado de lo que pudiese encontrar, pero se halló en una situación peor a lo que esperaba. No había absolutamente nadie. 
Ni en las habitaciones, ni en el sótano, ni en el patio. Todo estaba intacto, como si nadie hubiese puesto un pie ahí en todo el día. Estaba aterrado.
Salió de nuevo en dirección al lugar que le había dicho la rubia, contó las cuadras, calles y casas y tocó con fuerza. No hubo respuesta. Tocó de nuevo con notoria desesperación. Siguió sin haber respuesta. Intentó abrir la puerta y, al contrario de lo que había pensado por las palabras de la rubia, esta se encontraba abierta. Mala señal.

Entró en silencio al departamento. Cuidaba cauteloso todos y cada uno de sus movimientos, esperando y al mismo tiempo no, encontrar a Kaori. Un ruido proveniente de la cocina lo asustó, y se dirigió hacia allá inmediatamente para ver qué era. Al entrar lo primero que vio fue el florero roto y los claveles regados en el piso, un gato totalmente blanco salvo por una mancha negra en el pecho se encontraba sentado sobre la mesa con un papel en la boca. Hikaru se acercó al gato, miró el collar que decía "Yin" en la placa, y tomó del amable gatito la nota que llevaba en el hocico. Era una lista de cosas por hacer. 
"Alimentar a Yin y Yang. Llevar los papeles a la Universidad. Devolver el libro del profesor Akiba y terminar de leer el otro. Encontrar a Hikaru y enviar la nota de la cita." Eso era todo lo que había escrito. 

-Bien... No creo que ella confiase en mi madre de todas formas, no después de todo lo que ha visto.- Hikaru intentó mantener la calma, respirando con fuerza y hablando en voz alta.- Esto es lo único que tengo, mi única pista... Voy a encontrarte. Lo juro.- 

Acarició al gato en señal de agradecimiento y se dispuso a investigar a dónde se dirigiría Kaori. Si quería encontrarla, tendría que saber a dónde había ido junto a su madre. La conocía, ella nunca bajaba la guardia con alguien tan astuto como Kaori, y para eso tendrían que haber ido a distintos lugares antes de siquiera pensar en hacerle algo. Lo primero que vio fue un libro con el sello de la Universidad a la que asistía Kaori, abandonado en el escritorio. Dentro, el nombre "Geri Akiba" estaba escrito en el borde superior de la página legal.

"Bien... Ahora sé a dónde ir." 

El huevo de la Cabra Negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora