Entrenamiento.

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La nieve caía sobre la espesa hierva del bosque. Había ya tal cantidad que no se  veía apenas lo que había debajo.
A Jenna le llegaba por las rodillas, lo que le dificultaba correr.

La jauría de perros corría tras la joven, la cual sollozaba mientras corría tanto como podía.

Pero no fue suficiente.

Una de las perras salto sobre la muchacha mordiéndole la pierna, lo que la hizo caer al suelo. El resto de los animales la rodearon mientras gruñían.

En aquellos momentos se acercaba a lomos de su caballo, Sangre, el llamado Bastardo de Fuerte Terror acompañado por sus sádicos bribones.

Ramsay desmontó del caballo y ordenó a sus perras que se apartaran de la chica.

Ella se tocó la pierna ensangrentada por los mordiscos que había recibido.

—¡¿Por qué haces esto?!— Gritó la joven.

Ramsay no respondió solo caminaba hacia ella.

—¡Eres una maldito monstruo!— Jenna no se arrepintió. Sabía que iba a morir igualmente.

Ramsay se paró en seco. Había oído que eso antes.

—Alyn, dame el arco.—Dijo él. Se le notaba el enfado en la voz.

—Pero, mi señor, ¿No vais a...?

—Haz lo que te digo. Dame el jodido arco.— Le interrumpió.

Alyn el Amargo se apresuró en obedecer.

En cuanto el hijo de lord Bolton tuvo el carcaj y el arco, se colgó las flechas y con el arma apuntó directamente a la cabeza a Jenna, la cual le miraba directamente a los ojos, tratando de esconder el miedo que le recorría por todo el cuerpo en aquel momento.

Ramsay disparó la flecha, que impactó exactamente donde quería: En la garganta. Pretendiendo que se ahogara con su propia sangre.

Ramsay se dirigió a su caballo y volvió a montar.

—Yo me voy.— Dijo serio.

—¿Qué hacemos con el cuerpo, mi señor?— Preguntó Damon.

—Para los perros.— Respondió simplemente e hizo dar la vuelta a su caballo para marcharse.

«No debería haberle dado una muerte tan rápida.» Meditó.

No estaba realmente seguro de que había querido hacerlo.

Y así, Ramsay Bolton, por primera vez en su vida, había decidido darle una muerte rápida a una víctima.

—Entonces, Walder el Pequeño es tu hermano y Walder el Mayor tu primo, ¿no?— Le dijo la doncella a lady Bolton.

Joanna ya conocía a los niños Frey, pero a pesar de que no se parecían mucho, les costaba distinguirlos.

Se encontraban en el patio de armas. En aquel instante estaban los niños practicando con espadas de madera mientras lady Joanna y lady Walda los observaban.

«No sé por qué me sorprende que los dos se llamen Walder.»

—Si, así es.— Se dedicó a contestar Walda.

Por aquel mismo instante, llegaba el ahora heredero de lord Bolton, ya que había sido legitimado recientemente por el niño rey Tommen Baratheon.

—Buenas, mis señoras.— Saludó a las damas mientras sonreía de la forma burlesca de siempre.

—Buenas tardes, mi señor.— Contestó Walda.

Joanna no dijo nada. Esperaba que la ignorase pero como siempre, le dirigiría unas palabras.

Cortesía GélidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora