Capitulo 21: Abrazos, lagrimas y un nuevo aliado

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- Hmm, ho-hola Jenna- ¡perfecto! , mi voz salió jodidamente temblosa.

- ¿Que estabas haciendo?- Dijo con una sonrisa. Pero no una sonrisa del tipo "¡Oh, que alegría verte!" sino una del tipo "Sé que estas tramando algo y planeo descubrirlo"

- Estaba espiando...digo, desayunando- Mierda ¿Acaso se puede ser más obvio en esta vida? Jenna entrecerró los ojos mientras me observaba de manera perspicaz- Como ya sabrás no pude desayunar esta mañana, así que le pedí a la best...digo, al señor Whitham que me permitiera descansar y comer algo. Tomé algo de café y compre un par de donas, acabo de salir del local que esta aquí en frente.

Me observo durante un rato y luego su expresión de desconfianza desapareció, dando lugar a una amplia sonrisa de satisfacción, al parecer mi respuesta le convenció.

- Que bien, pronto comenzará la reunión, será mejor que entres a prepararte o Mil..el señor Whitham no estará contento- Hizo una pausa mirando alrededor de toda la sala, a todo menos a mí- Recuerda que debes contarme los detalles de tu paseo con ese lindo chico ciclista.

Sonreí, esa era la Jenna que yo conocía.

- Vale, pero tú invitas.

- ¡Se aprovechan de mi nobleza!

Ambas nos miramos y luego soltamos una carcajada que hizo eco a través del pasillo.

- Entonces hasta el almuerzo- Dijo mientras se despedía con la mano y caminaba en dirección al ascensor. En cuanto las puertas de metal se cerraron yo solté un profundo suspiro, ni siquiera había notado que estaba conteniendo la respiración ¡Por poco me descubren! Algún día ese vicio que tengo de espiar conversaciones ajenas acabara metiéndome en un problema bastante grande.

Traté de fingir total inocencia mientras entraba a la espaciosa sala de juntas, Miles se encontraba sentado en una de las sillas alrededor de la gran mesa de roble, su mirada estaba perdida en el infinito. Parecía tranquilo, peligrosamente tranquilo. Su rostro no reflejaba ninguna emoción, lo único que delataba su enojo eran sus puños fuertemente cerrados.

- Ya he regresado, señor Whitham- Dije mientras me acercaba a donde se encontraba- ¿Necesita algo? He preparado todos los informes contables y los escritos a discutir ¿He olvidado algo? Puedo preparar los...

No pude terminar la oración, toda palabra coherente me había abandonado. Mi cerebro se quedó en un blanco total. ¿Nunca les ha pasado que están tan asombradas por algo que simplemente se quedan de piedra? Eso era justo lo que yo sentía en este momento.

¡Miles me estaba abrazando!

Bueno, abrazando no sería el término correcto, yo diría que me asfixiaba hasta la muerte. Simplemente había tirada de mi mano y luego me atrapo entre sus brazos. Mis piernas temblaban, en parte por la sorpresa, pero principalmente porque mi corazón parecía estar a punto de salir de mi pecho.

El rostro de Miles descasaba sobre mi estómago, y todo rastro de felicidad me abandonó cuando sentí las lágrimas calientes humedecer la mi blusa. ¡Mierda! Estaba llorando. Jamás en todo el tiempo que llevo de conocerlo espere ver a Miles llorando, es, mas, para serles sincera llegué a considerar que el tipo era un robot con apariencia humana.

Dejé caer un par de incomodas y robóticas palmadas sobre su espalda en un patético intento por consolarle. Ciertamente no sabía qué hacer, yo no soy buena consolando a las personas, de hecho, siempre soy yo a la que consuelan. Debería existir un libro de ''pasos para consolar a una persona'' o algo así. ¿Que se supone que se debe hacer en situaciones como esta? Decidí hacer lo que hacen en las películas: Deslicé mis manos y comencé a alborotar su cabello, tomé su rostro entre mis manos y lo levante. Su rostro lloroso provoco una fuerte presión en mi pecho. El dolor parecía atravesar su corazón, sus ojos estaban vacíos y apagados. Azul hielo. Rocé mis pulgares en su rostro limpiando sus lágrimas, me coloqué de rodillas- Algo bastante complicado gracias a mi apretada falda- para quedar a su altura y le abrasé fuerte. Le apreté como si no quisiera soltarlo nunca, y la verdad es que no quería hacerlo, no quería dejarlo ir, ni hoy, ni mañana ni nunca.

La Bella Y...¿La bestia? [PROXIMAMENTE EN CONTINUACION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora