Empezar de cero...

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El hombre de mirada de hielo observaba el cadáver que manchaba de un rojo sangre la pulcra alfombra color blanco de su nuevo hogar. Sin remordimiento alguno, dirigió su mirada hacia el cuerpo tembloroso que estaba a su derecha, este se puso en alerta y luego se relajó cuando el hombre entrego el arma a uno de sus guardaespaldas que se encontraba en la sala sin emitir palabra alguna.

-¿Crees que puedes tú darme un mejor informe?-. El hombre tembló y contemplo el cuerpo inmóvil de su compañero poco antes de que asintiera a su jefe. Este le vio con impaciencia. –Adelante-. Dijo tomando asiento en la butaca color caoba de la estancia.

-Nos tuvimos que separar en dos grupos al llegar al aeropuerto..., no teníamos idea de donde estaba más que la información que nos proporcionaron. Nos dividimos en grupos de dos, Rotfor y Kahlo siempre estaban juntos-. El hombre dudo por unos segundos antes de continuar. –Al parecer ellos querían..., iban a tener sexo con la mujer..., por turnos. Algo salió mal. Rotfor encontró a Kahlo con el cráneo destruido y vio a la chica tomar el tren cuando partía. Le perdimos la pista. La casa donde vive su padre esta desierta, encontramos el televisor encendido, todo estaba allí..., menos el hombre-. Dijo concluyendo. El hombre en la butaca le vio con desprecio mientras entrecruzo los dedos y volvió a ponerse en pie.

-Ve con el equipo a la instalación de Barstow se te asignara un turno como guardia de trasportes del nivel tres. Pronto haremos la transferencia de los sujetos de prueba de ese nivel hasta una de las instalaciones de Santa Fe..., se necesitaran dos guardias mas allí, te doy la autorización de elegir en quienes confías. Espera las ordenes de tu superior en el lugar una vez lleguen él ya tiene sus órdenes-. El hombre concluyo y poso su vista nuevamente en la ventana. La lluvia caía de forma agresiva el cielo se ilumino con la luz de un relámpago. El hombre tras el hablo cavando así su propia tumba.

-No fue mi error lo que causo que la perra se largase. Ganare menos dinero como guardia de las Bestias que con las operaciones además de que las horas de trabajo allí son más largas, no estoy de acuerdo con esto..., he estado en esos malditos agujeros y no me agrada que en cualquier momento uno de esos estúpidos animales me arranque la cabeza por deporte...-. El ojiazul frente a la ventana camino despacio a un costado del hombre en protesta poco antes de tener el arma de vuelta a sus manos. El hombre levanto las manos y negó de forma temerosa y desesperada. –Oiga doc.; no hay problema. Me iré y hare mi trabajo; sin problema-. Dijo. No valía la pena.

-No puedo tener a mi cargo personas que no sepan seguir órdenes...-. Dijo. Un estruendo opacado por el silenciador de una pistola nueve milímetros se escuchó en la habitación. El hombre de mirada azul hielo devolvió la pistola al guardaespaldas y se colocó de vuelta en la ventana mientras los cuerpos sin vida de los hombres eran arrastrados hasta el exterior de la habitación.

-Señor-. Un hombre de tés negra y ojos cafés entro en la habitación cargando consigo a un insignificante personaje que olía a temor aun para los humanos. –Lo descubrimos tratando de escapar-. El hombre en las manos del gorila con esteroides (así le había llamado el hombre en sus manos) sujeto al hombrecillos de los cabellos mientras lo lanzaba hasta la alfombra manchada. El hombre en traje purpura grito al ver las manchas de sangre en la alfombra. Cody Parks le vio con odio y asco poco antes de que sus miradas se cruzaran entre sí.

-¿Dónde está?-. Dijo. El pequeño hombrecillo tembló mientras negaba de forma desesperada hacia el hombre delante de él. -¿Dónde diablos esta Crystal Le Burns, señor Vipond? Geryar debió advertirle que su pacto ahora está en mis manos, yo soy su dueño. Que no se le olvide-. Dijo. El hombre volvió a negar.

-No lo sé. Ella dijo que volvería con su padre. Les informe en cuanto salió de su departamento, y cuando la ONE vino a mí preguntando lo mismo, le avisé y les aseguro que no les di alguna información-. El hombre gritó cuando el ojiazul apretó su cuello con fuerza.

Cedar. Nuevas Especies. Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora