Cedar. Nuevas Especies. Libro 3

Recuerdos y Dulce encuentros...

Crystal daba vueltas en la habitación que se le había asignado en el edificio de las hembras. Al parecer, ellos no creían que ella estaría segura en una de las casas que se les asignaban a las especies en Homeland. Aunque, si era sincera consigo misma, ella no soportaría estar en un lugar donde deseó vivir junto a Cedar. Cerró los ojos y como si fuera un holograma, se vio así misma recostada en el pecho del macho en una habitación de hotel...

Recuerdo...

-Dime como es-. Dijo la mujer con los ojos cerrados mientras disfrutaba de las caricias del macho sobre su espalda. El latir del corazón de Cedar revoloteaba con fuerza en sus oídos, una sonrisa se coló entre los labios entreabiertos de la mujer.

-Hemos logrado vivir en paz entre los nuestros. Los machos y las hembras en Homeland y la Reserva viven separados, pero siempre interactuamos en las áreas comunes..., o en la cama-. Crystal se tensó. –Nosotros nos sentimos cómodos con el concepto del sexo sin compromiso. Aunque una vez que estamos apareados, nunca volvemos a mirar a otra hembra que no sea nuestra compañera. Hay varias parejas de humanas con uno de los nuestros. Las hembras no han querido aparearse con ningún macho especie. Todos entendemos que ellas no quieren recibir órdenes ni ser usadas como lo hacía Merceli, ellas pueden elegir con quien estar y cuando, algunos de nuestros machos han elegido vivir en cabañas individuales. La Reserva es mucho más grande y los paisajes son más extensos, hay más libertad allí. Como miembro del consejo, tengo alojamiento en las dos sedes. A la mayoría nos gusta la tranquilidad de la reserva, aunque tenemos la decisión de ir a una u otra..., algunos elegimos solo quedarnos en un lugar-. El macho le levantó la barbilla a su mujer y le vio a los ojos. –Yo estaré donde tu elijas vivir-. Dijo.

-Siempre me ha gustado el campo ¿Podemos quedarnos en la reserva? Mi padre estaría gustoso de estar cerca de nosotros... ¿Podemos traerle? Me sentiría mejor con el cerca de nosotros-. Dijo. El macho gruño.

-Yo puedo protegerte-. La mujer acaricio su pecho. 

–Lo sé. Pero es mi padre... lo quiero cerca de mí. Él nunca me ha dejado. Ya he estado separada de el por un tiempo..., estaba a punto de ir de vuelta a casa. Lo haría después de terminar con este trabajo-. El macho solo volvió a acariciarle mientras asentía.

Fin del recuerdo...

Crystal apenas se dio cuenta que sus mejillas estaban empapadas de lágrimas. Ella sabía que eso ocurriría. Fue egoísta y cobarde de su parte, pero apartarse de aquellas personas era la única manera de combatir contra la tristeza y la desolación que sentía su corazón.

-No sé porque demonios no te lo dicen-. El sonido de un gruñido asusto a Crystal. Al volverse, una felina con mirada amenazadora y postura firme le veía con ojos contraídos y enojados. –Soy Kit, ven, el helicóptero del equipo está por aterrizar. Me enviaron buscarte. Tu hijo y tu padre vienen en el-. La felina concluyo y Crystal se puso en marcha. Un carrito de golf les esperaba. La felina a su lado movió el carro mientras Crystal jugaba con impaciencia con los mechones de su cabello.

-¿Ellos están bien?-. Pregunto ella. Kit le miro de reojo.

-Lo están... todos.

-Cèbre nunca ha viajado en algún vehículo. Debe estar nervioso y es muy fuerte, puede hacerle daño a alguien..., pero no será su culpa-. La voz de la felina le detuvo.

-¿Alguna vez lo hiso?-. Crystal vio el perfil de la hembra especie. Ella le vio de vuelta por unos instantes y entendió la leve confusión de la mujer. –Tu hijo ¿Alguna vez te lastimo?-. Crystal asintió con tristeza y su mente se trasladó aquel día.