Libertad como mártir

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Con el paso del tiempo, la vida de Alma mejoraba paulatinamente. No le alcanzaban las palabras para expresarle a su hermana que tan agradecida estaba por su ayuda. Las mañanas se habian vuelto mas tranquilas para ella. Aunque aun le incomodaba no conocer que estaba sucediendo en la vida de su madre, Aun asi, Alma a veces preferia quedarse con la intriga acerca de la situacion de su progenitora debido a que ella le habia echado sal a las heridas en vez de ayudar a cicatrizarlas.

Algunas noches Alma se desvelaba divagando que habia sido de la mujer que la habia traído al mundo, si aun seguia siendo una victima de la violencia, si aun seguia sin recuperar sus alas, si seguia sin recuperar su cordura, si seguia siendo la muñeca de un cinico... pero aun ella se negaba a rescatarla y se sentia una basura, pero asi como Alma no olvidaba las secuelas que dejaban la borrachera de su padre en ella y su madre, tampoco podria olvidar como ella justificaba los brotes psicoticos de su padrastro y no hacia nada por salir de ese tormento.

En cambio otras noches, Alma podía dormir tranquilamente, pues, a pesar de todo, la tristeza ya no afligía su corazón como en años anteriores. Con el paso del tiempo fue conociendo a Diego profundamente y conociendo sus secretos mas dulces y sus debilidades mas oscuras, aunque aquellas sombras del pasado no se igualaban a las aberraciones que habia descubierto de Nicolas. Nicolas, aquel fantasma del pasado.

Alma se habia convencido a si misma que debia exorcizar a aquel demonio. Ahora ella tenia un ángel a su lado que le brindaba su amor incondicional desde mucho antes que ella depositara su confianza en el.

Cada vez que Diego veía a Alma sonreír sabia que no estaba forzando su sonrisa, sino que aquel gesto era un reflejo desde lo mas profundo de su esencia. Diego nunca se habia sentido tan feliz en su vida, el nunca hubiera imaginado que alguna vez en su dia podria juntar los pedazos de las alas rotas de Alma.

Los dias que ella salia con su novio, Alma rebosaba de felicidad y paz. Sus sentimientos eran tan gratificante aquel sentimiento que duraba incluso un dia despues del encuentro aunque la felicidad podia ser un estado temporal porque a pesar de que su madre haya convivido con dos parejas violentas que la maltraban a ella y a sus hijos, sin el esfuerzo de esa mujer no habría conocido el mundo por mas ruin que haya resultado ser el amor, exceptuando el que le demostraba Diego el cual no tenia precio.

Una calurosa tarde de Noviembre la cual en un principio no denotaba indicios de ser diferente a las demas salidas, transcurrio algo inefable.

Alma y Diego estaban paseando tomados de la mano en el parque donde se habían conocido por primera vez, a pesar de ser un dia soleado ellos parecían ser los unicos ocupantes de ese espacio.

-Alma.- habían murmurado los delicados labios de Diego.

-¿Que pasa, corazón?- pregunto ella, rodeandole los hombros a su novio.

-Necesito preguntarte algo, mi vida.- Cuando formulo el ultimo piropo sus palidas mejillas se tiñieron de rosa.

Alma se limito a asentir, estaba demasiado absorta por la curiosidad como para responder con palabras.

-¿Que...queres....?-Diego inspiro hondo. Alma...-exhalo-yo...yo hace t-tiempo-cerro los ojos y volvio a inspirar hondo, luego exhalo: -quiero que vivamos juntos, aunque sea con tu hermana porque me parece muy egoísta que tenga que volver a vivir en soledad.

-¡Por supuesto que si!-exclamo ella con una enorme sonrisa- ¡Me encantaria que vivas con nosotras!

Diego se limito a acercar los labios con los de Alma, aquel gesto respondía mas que cualquier palabra.

-No tenes una idea de cuanto te amo, mi Alma.- acoto entre besos Diego.

-Vos tampoco tenes una idea.- Alma tenia los ojos vidriosos, aquel momento era demasiado perfecto. Hasta que otra vez sus labios se contactaron pero no pudieron saborear el momento debido a que un estridente alarido arruino el momentoo.

Cuando el amor nos lleva a la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora