El sonido de la alarma me obliga a abrir los ojos. Me arden de una manera horrible. Alargo mi brazo y acabo con el ruido de un golpe. Por un segundo olvido dónde estoy, al no reconocer el lugar. Esto sin duda tomará su tiempo. Me levanto y decido que es momento de tomar una ducha. De camino al baño, paso frente al calendario y sonrío al saber qué día es hoy, pero decido hacerme el desentendido. Entro a mi nuevo baño y después de quitarme a ropa, me coloco bajo la regadera. Lavo perfectamente mi cuerpo y cabello, asegurándome de cada pequeño rincón. No quiero estar sucio el día de mi cumpleaños.
Cuando termino, regreso a mi habitación y me siento sobre la orilla de la cama. Me pongo unos jeans negros rasgados y una playera simple de algodón blanca y una bomber jacket verde militar, rematando con unas Goodyear color miel. Adoro esa combinación. Me planto frente al espejo y tomo un par de minutos para verme al espejo, examino lentamente mis ojos, mi frente, mi cabello, mi nariz y mis labios. Todo sigue igual, en su lugar y en buen estado para tener veintidós. No me siento diferente ni mucho menos mayor. Dicen que la edad se refreja por dentro, y la verdad, eso aplica para mí. Por dentro me siento como un adulto de treinta años, pero por fuera, aún sigo viéndome como un adolescente de dieciséis. ¿Por qué...? No sé. Me encojo de hombros y el tipo flaco y sin gracia frente a mí, me imita.
Paso mi mano por mis mejillas y la fina capa de vello se hace notar. Siempre he mantenido mi rostro libre de barba, quizá sea eso lo que me hace ver tan pequeño.«Departamento nuevo, vida nueva, novio nuevo ¿porqué no look nuevo?» me aconseja mi subconsciente. Me tomo un segundo para meditarlo y asiento, devolviendo el rastrillo en su lugar.
No sé cómo me veré con barba, si no me gusta la afeitaré. Tan fácil como eso.No puedo creer que haya aceptado rentar este departamento junto con Beto, es una decisión que tomé sin más, no lo pensé y no medité las consecuencias que podría traerme esta decisión. Debo aceptar que lo hice por venganza en contra de Orlando. Sí. ¿Porqué no? Si él puede hacerlo, es obvio que yo también.
Supongo que es un buen momento como para cambiar de vida, tengo nuevo departamento, nuevo novio, y creo que ahora necesito un buen corte de cabello.
Aún recuerdo que la última vez que intenté cortarlo, fue en el hotel de Orlando, en Nuevo León. Para ese entonces no sabía nada de sus artimañas y planes que tenía para mí. No sabía que solo me utilizaría para no darle la estúpida herencia a el papá de Beto, aveces me pregunto si en realidad me quiso, aunque fuese un poco.«¿Pero cómo vas a creer algo así? Él sólo buscaba el dinero, y fuiste tan estúpido como para creerle a alguien que desde que conociste, te ha estado mintiendo» Mi subconsciente habla furioso y no lo culpo, soy tan ingenuo.
Tiene toda la razón, mintió desde que puse el primer pie dentro de su taxi. Me pregunto si todo lo que dijo, o al menos en su mayoría fue mentira: en que yo era la primera persona en haberse enamorado y amado de verdad. Claro que no. Eso está más que claro. Ese hombre sabe sin duda cómo engatuzar a las personas y es por su maldita belleza exterior, es tan jodidamente guapo que lo logra sin esforzarse de más.
Pero la incógnita es: ¿por qué yo? ¿es por que soy un debilucho, iluso? ¿por que sabía que no haría nada en su contra cuando todo se supiera?
¡Oh, Dios no! ¿Desde cuándo habrá tramado todo esto? ¿Desde que me vió en la calle..., o desde que supo que me tenía en sus manos? ¿Por qué no Iker o Bruno? Quizá haya tratado de convencer a Iker de casarse con él o a Bruno. No lo creo de Iker, se nota a leguas que él muere por Orlando. ¿Y de Bruno? No lo sé, Bruno es tan de esos que no les gusta el compromiso.
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Mi Verdadero Verdugo
RomanceContinuación del primer libro Mi Verdadero Cielo. Después de pasar tres largos y exhaustivos meses alejado del que creía el amor de su vida, Ricardo se entera de las verdaderas intenciones de Orlando y conoce los porqués del matrimonio tan apresurad...