-¡Ya basta!- dijo Caroline entre lagrimas mirando al maldito híbrido que estaba acabando con toda su vida, con lo poco que quedaba de ella. -¡No puedes hacer lo que quieras!- las lagrimas comenzaron a resbalar por su rostro y Klaus, que estaba a punto de acercarse para devolverle el grito, se detuvo.
-Caroline, unas cuantas muertes no cambian nada- Por fuera seguía siendo el mismo impasible Klaus, aquel que no mostraba sus emociones, pero que por dentro sentía un gran vacío. El hombre que buscaba amor en el lugar equivocado, el hombre que tenía tanto y no lo apreciaba.
-Claro, un par de muertes, un par de lagrimas por parte de los demás para que tú seas feliz ¿verdad?- Caroline hablo sarcásticamente, era extraño como en momentos de tanto dolor pudiese bromear. –No entiendes lo que tienes... ¿o sí?-
-¡No tengo nada! Nada de nada Caroline, ¡soy un asesino! ¡Siempre lo he sido y lo seré! Podre actuar diferente contigo a veces, pero mírame, ¿Qué ves? Soy un monstruo y no puedes cambiarme- Klaus no recordaba la última vez en la que había llorado. Había sucedido demasiado tiempo atrás como para siquiera recordarlo. ¿Qué lagrimas eran las que en esos momentos amenazaban con salir? ¿Lagrimas de amor? No, el adoraba a Caroline, le fascinaba, no la amaba. El no amaba a nadie.
-¡No quería hacerlo!- aquella confesión hizo que los gritos de Klaus se detuvieran. Que escuchase, por primera vez en su vida no quería ser impulsivo, quería escuchar lo que la rubia tenia para decirle. –Eso es lo peor de todo- La chica volvió a sollozar- Que no me importaba, por primera vez no estaba pensando en lo que me pasaba, estaba dispuesta a...a olvidar todo lo que hiciste, a olvidar cuanto dolor has causado. Pero me equivoque, puedo aceptarte con todo y tu pasado, pero no puedo aceptarte viendo como sigues destruyendo todo lo que amo.
-Nunca tuve una oportunidad, siempre fue Tyler, lo que sea que estés diciendo no me afecta querida- allí estaba. La estúpida mascara que se encargaba de poner para ocultarlo todo. Milenios de su vida había estado, y no le importaba. Ya casi no sentía dolor al pronunciar palabras que herían. El mataba sin remordimiento. Pero había momentos, como cuando veía que la persona a la que había asesinado tenia familia, en esos momentos algo se rompía. Porque recordaba haber crecido sin un padre digno, recordaba cada maldito golpe a su corazón de niño.
-Ni siquiera sabes la suerte que tienes. Rebekah, ella te adora, daría su vida por ti y ni siquiera te importa. Dices que estás solo, pero incluso Stefan te quiere, claro que intenta deshacerse de ti, lastimas a los que ama, pero aun así te quiere. Tus hermanos, ¡todos ellos te han perdonado las cosas que hiciste! Incluso Elena sería capaz de perdonarte. Pero no, tú no quieres que la gente te ame, no quieres estar solo pero aun así alejas a los demás.
Klaus se acercó a ella. En dos pisadas ya estaba lo suficientemente cerca para poder vislumbrarse en los ojos de la barbie vampiro. Limpió una de las lágrimas de ella con el pulgar y se quedo contemplándola hasta que esta desapareció.
-No soy un buen hombre, jamás lo he sido. No sé cómo es serlo, no sé si un día lo conseguiré. No soy romántico, mis manos están manchadas permanentemente de sangre. Soy impulsivo, pero por primera vez...cuando te vi, cuando no solo vi tu imagen, si no cuando te vi verdaderamente. Sentí que después de todo, la vida no era tan oscura como yo pensaba
Caroline dejo de sollozar para mirarlo a los ojos. Jamás se había puesto a pensar sobre la vida que Klaus había llevado. Para ella era solo un híbrido algo obsesionado con su persona, el enemigo que había asesinado a demasiados vampiros y seres humanos como para merecer piedad.
Pero luego estaba ese otro Klaus, el que le había obsequiado el dibujo, el que podía actuar dulcemente y hasta de forma divertida cuando no se sentía presionado.