-Esta será tu nueva casa. Allí está mi hija. Últimamente se ha comportado extraño, espero que no te asuste. De igual forma, ahora estarán mucho tiempo juntas. El pago que te daré será suficiente.
El hombre al frente de ella hablaba de manera tan fría que le resultaba imposible imaginar que era padre. La pelinegra estaba tan desesperada por un trabajo luego de haber salido de la escuela que aceptó ser la empleada de aquella familia aparentemente normal.
Los cuartos, el comedor, la sala: todo parecía hundirse en soledad, tristeza. Ella examinaba el ambiente y buscaba el origen de la pesadez.
Unos curiosos ojos grises la sacaron de sus pensamientos. Las miradas de ella y una pequeña de unos 8 años se encontraron. La contemplaba con miedo.
-Touko. Ella será una empleada de la casa. Por favor, trátala bien.
El miedo en la expresión de la niña pasó a ser de alivio. Akira no entendía por qué. Escuchó unos pasos que se tornaron apresurados poco a poco, hasta sentir unos pequeños brazos que apenas lograban rodearla.
La pequeña niña de trenzas la abrazó con suavidad. Temblaba, se sentía débil. Akira se agachó y correspondió al abrazo. El padre de Touko las miró con suspicacia y se retiró sin decir palabra.
Dejó en casa a solas a su única hija junto a una extraña, alguien que cualquiera tacharía de no conocer suficiente; las intenciones de Akira no eran malas, no obstante, no hacía falta pensar tanto para darse cuenta de que al padre no le importaba su hija ¿Y si en su lugar hubiera sido alguna persona peligrosa? Pensamientos como ese llenaban la cabeza de la pelinegra. Ese sentimiento sobreprotector que nacería en aquel momento y se extendería por años.
-¿Tienes hambre, pequeña?
Eran alrededor de las 7 p.m. La niña asintió. Luego de cocinar una cena rápida de curry y arroz, se sentaron ambas a la mesa. Touko comía con una expresión de total satisfacción. Como si cada bocado fuera el más delicioso de todos, como si no hubiera comido nada en años...
Fue muy tarde para darse cuenta.
...
Akira despertó sobresaltada; tardó algunos segundos en volver a ubicarse. Estaba en el futón de una habitación de estilo japonés. "¿Es esto... posible? ¿Habrá sido todo un mal sueño?" Su expresión esperanzada y de ligera confusión se desvaneció al recordar que habían encontrado una posada de estilo japonés la noche anterior, luego del terremoto.
"Ah... sigue destruida" -pensó para sí.
Hubiera deseado también que lo demás fuera una simple pesadilla, pero tampoco era así. La pesadez que sintió en ese momento había vuelto. Aquella ocasión en que descubrió que nada estaba bien en la primera Residencia Fukawa.
...
3 días. 2 noches. Encerrada, sin comida. Solo acompañada por sus miedos, su tristeza y su tan temida oscuridad.
La pelinegra sabía que no estaba siendo suspicaz por nada. La pequeña Touko trataba de controlar sus lágrimas, pero solo caían y caían sin más. El silencio se expandió por todo el comedor. Y pensar que solo le preguntó: "¿Te parece tan delicioso mi curry?"
"Tenía mucho miedo..." -decía entre sollozos.
Las memorias se encargaron de completar su pesadilla. Eran esas que no quería volver a recordar. Pero estaban ahí, nuevamente. Recordándole que no debía dejarla sola.
La sacó de sus pensamientos un leve movimiento a su lado. Había dos futones, pero uno estaba vacío. Al lado de ella, entre sábanas, estaba Touko.
"Miedo a la oscuridad"
Nota: Bueno, algo de relleno y backstory ;-; SORRY ;-; no sé, no tenía muchas ideas, así que quise hacer algo referente al pasado de Fukawa, que será similar a eventos más adelante. Gracias por leer de todas formas ^^ espero que les haya gustado.
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Los Besos de una Escritora (Fanfic TogaFuka)
FanfictionTouko Fukawa decide por fin declararse al heredero de Pico de la Esperanza, Byakuya Togami. Ella no esperaba más que un predecible rechazo, sin pensar que eso les traerá a ambos situaciones aún más románticas.