14. Un sexy guardaespaldas

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En aquel momento Alex ya no estaba. Había tenido que salir por varios asuntos privados, por lo cual tuve que hacerme cargo del pedido de Chris. Solo esperaba que mi primer platillo, no hubiera salido tan mal.

Cuando salí con la orden, me sorprendí al encontrarme allí sentados, al grupo de chicos que había conocido en la feria. 

—¿Tú eres Aby?—dijo Ramiro, mirando de reojo mis piernas.

—Sí, soy yo, la chica desmayada—le respondí poniendo sobre la mesa el pedido de Chris—.  Guardaespaldas ayuda—le susurré a Chris mientras pasaba junto a su lado.

—Ejemm...chicos—habló él haciendo que lo regresaran a mirar—. No vean... es decir... ¿no quieren papas?— Chris les mostraba su plato.

Yo lo regresé a mirar susurrando un gracias, y él me sonrió negando con la cabeza.

—Aby deberías saber que el día de hoy, vas a poner verde de los celos a nuestro amigo Vélez—bromeó Paul.

—Oye, idiota, no digas burradas—Chris se reía, mientras Paul le robaba un gran bocado de su hamburguesa.

—Aby— llamó mi atención Daniel—. ¿Le puedes decir a Ami que ya llegué?

—Si claro, ahora mismo—nuevamente me dirigí a la cocina.

Casi enseguida, dentro de la cocina había encontrado a Amanda tratando de pasar por la puerta, con dos batidos en sus manos. 

—Amanda, me dijo tu novio que te avise que ya llegó—le comuniqué, a lo que ella respondió con un pequeño grito.

—¡Mi bebé ya llegó!—exclamó emocionada—. ¿Aby podría pedirte un favor?

—Depende—respondí insegura.

—¿Podrías hacerte cargo de la mesa siete?— me rogó poniendo su sonrisa más angelical— Es que estoy que muero por ir a ver a mi osito. Llevo casi una semana sin verlo.

—Con esa carita que pones, no podria resistirme—le sonreí resignada.

—Ten—ella me extendió los batidos que tenía en la mano—. Estos son para los chicos de la mesa siete. Gracias Aby— ella me lanzó una mirada burlona—. Con una chica como tú es que quiero que termine "Don Fernando".

Dicho eso, Amanda se fue dejándome con las palabras en la boca. Yo iba a mentirle, diciéndole que no me gustaba ese "don Fernando", pero ella ya se había ido.

Cuando llegué a dejar la orden en la mesa, me encontré con dos chicos de una edad aproximada de unos 20 años. Ellos al verme no disimularon en mirar mi trasero.

—Que ricos batidos—dijo uno de ellos mirando mis piernas. Algo me decía que sus palabras no fueron por los batidos—. Gracias lindura.

Quería cachetearlos por las miradas poco castas que me daban, pero mi trabajo me lo impedía.

—Muy...muy... buen servicio el de aquí. Demasiado bueno—el otro chico también me miraba descaradamente.

—Preciosa, ¿por favor podrías traer el resto de mi pedido? — el tipo más flacucho me regresó a mirar, con lo que supuse era un intento de sonrisa seductora.

—Sí señor, en un momento—respondí intentando guardar la calma.

Antes de irme busqué a Chris desesperada, y por lo visto él había escuchado mi pequeña plática con el par de pervertidos. Ahora los miraba fijamente desde su mesa, la cual por cierto se encontraba junto a la de ellos.

Tú, el recuerdo de mi futuro (Christopher Vélez) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora