3. Susurros en el viento

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Cuando salí, pude ver a un grupo de chicos conversando junto a dos automóviles. Entre ellos pude ver a los Carlos y Rodri; los primos Jen. Ambos estaban conversando con dos chicos que no conocía. Más lejos pude divisar a Norma, la prima favorita de Jen, junto a la pesadilla andante de Josué. Al verme a mí todos salieron de su tranquila conversación y empezaron a entrar en los autos.

—Hasta que al fin sale la pequeña Aby—me saludó Norma con uno de esos abrazos que dejan sin respiración —. Ya llevo tanto tiempo sin verte, creo que hace como 5 años te vi por ultima vez, antes de ir a vivir a los Estados Unidos.

—No te imaginas cuanto te extrañé —le dije mientras la abrazaba cariñosamente.

De pronto pude sentir unas manos en mi cintura y una cara que se me acercaba desde atrás.

—Mi bella Aby, dichosos los ojos que te ven— saludó Josué parándose frente a mí.

—Hola Josué—traté de sonar lo más formal que pude. Luego fui casi corriendo a saludar a los primos de Jen —. Que bueno volver a verlos muchachos, ya llevaba tiempo sin verlos— les sonreí al par de chicos que me rebasaban casi con dos cabezas en altura.

—Mira nada más cuanto has crecido, ya no estás tan enana— me sonrió Carlos con aire burlón—. Vas progresando Aby, felicitaciones, sigue así. No pierdas las esperanzas, yo sé que vas a crecer— yo le di un golpe en las costillas, intentando que al menos le doliera un poco, pero no. Él solo siguió riéndose con más ganas.

—Te informo que mi cabeza está empezando a formular una venganza, que te dejara marcado de por vida— le dije son una sonrisa maliciosa—, además para tu información no soy enana, son orgullosamente mediana.

—Mi peque preferida, no te olvides de mí— habló Rodri desde la cajuela, en la que se encontraba colocando un montón de maletas. Sin perder tiempo, yo me acerque gustosa para darle un abrazo —. Por cierto te presento a unos amigos de la universidad—me dijo señalando a los tres chicos metidos en la parte trasera de su auto. Yo les salude con la mano y ellos a mí. 

Justo cuando iba a empezar a preguntarles sus nombres, Rodri me interrumpió.

—Ahora no es tiempo de saludos. De camino por la montaña se pueden ir conociendo — él me empezó a empujar hasta el auto de adelante —. Bien, ahora si ya vámonos que se nos va hacer tarde. Supongo que nadie aquí quiere amanecer en los noticieros de mañana reportandose como desaparecido.

Antes de darme cuenta vi como los dos primos se subían en el auto de las maletas, dejándolo así sin ningún asiento desocupado. Aquello me llevo a una trágica conclusión. Tendría que pasar todo el viaje junto al intenso de Josué.

—Sí, ya oyeron, así que andando—dijo Norma, sentándose en el asiento del conductor del otro auto. A su lado Jen se preparaba para sentarse en el asiento del copiloto, pero yo fui más rápida y con un caderazo, la pasé empujando.

—¿Qué te pasa? —preguntó ella sorprendida

—Ni pienses que voy a ir atrás—respondí. Ella me miró con desconcierto, luego desvió su mirada a la pesadilla ya instalada en el asiento de atrás y me susurró un " aaaahhh".

En el auto en el que iba a viajar también se subió Eduardo, el nuevo amor platónico de Jen. Ella por supuesto no dejaba de mirarlo desvergonzadamente.

Después de acomodar nuestras cosas, finalmente salimos a nuestro destino. El día estaba perfecto para una salida con amigos. Todos los lugares estaban iluminados por el sol, se veía mucha gente en las calles, y el ambiente estaba animado. Poco a poco las prendas de ropa empezaron a quitarse de sus dueños debido al calor.

Tú, el recuerdo de mi futuro (Christopher Vélez) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora