2. Un sueño extraño

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Quito-Ecuador (2019)

El día estaba nublado, se podía ver como la llovizna chocaba contra mi ventana. En días como esos lo único que me gustaba hacer era meterme debajo de mis cobijas con todo y almohada, en la oscuridad total. 

Mis ojos se estaban empezando a cerrar, hasta que de pronto recordé que tenía que llevar a mi hermana pequeña a la casa de su mejor amiga. Según lo que me contaba mi madre, los padres de Lily, la amiguis de Jos, las iban a llevar de viaje a la playa. 

El pensar el Josselyn fue como haberla invocado, porque pude sentir su peso sobre mi gritando.

—¡Levántate Aby!, Lily llamó para saber si ya salimos de la casa.

—Dile que está en una buena edad para dormir— dije mientras forcejeaba con Josselyn por las sábanas-, que si quiere ser linda y fuerte como tu hermana, debería dormir una 5 horas más.

—Ya son las 9 de la mañana- protestó Josselyn—. Solo por hoy deja de invernar. Por favor hazlo por mí.

La pequeña glotona había logrado quitarme las sábanas y ahora estaba encima de mí sosteniendo mi cara entre sus manos y mostrándome su sonrisa más angelical.

—Ya sabes que tus deseos son ordenes malandrina—sonreí ante la mueca de diversión que hizo, la misma que según mis padres tenía yo. Morderme el labio evitando soltar una carcajada.

—¿Sabías que me estas quitando un día de mis hermosas aunque cortas vacaciones?—dije mientras me desperezaba ruidosamente—, pero creo que valdrá la pena, porque por fin podré dormir sin que nadie me moleste.

—Sí, sí, entre más rápido me vaya más tiempo a solas tendrás—dijo corriendo de un lado para otro con una mochila, que seguramente le iba a doblar en tamaño —. Vamos Aby, apúrate que vamos a llegar tarde...¡vámonos!

Jos seguía guardando cosas en su mochila sin fondo. Algunas ni siquiera sabía para que las llevaba, como por ejemplo; su vestido de gala, sus juegos de mesa, su almohada del Bob esponja, tres de sus libros de Harry Potter, y una serie de gorros de lana, que aunque sabía que le gustaban mucho, no creía que le sirvieran de mucho en el arrasador sol que le deparaba la playa. 

Debo admitir que su equipaje me estaba causando gracia. En realidad estaba muy divertida hasta que de repente pude divisar bajo una pila de trajes de baño, la espléndida portada negra y turquesa de mi mayor tesoro. Mi CD autografiado por mi banda favorita, Cnco. Juro que mi carácter cambio drásticamente, ahora bien podría estar echando humo por las orejas.

—¡¿En qué demonios estabas pensando al querer llevarte esto?!—dije rescatando el CD que me había ganado en un concurso de radio—, ¿sabes todo lo que tuve que hacer para lograr conseguirlo?— la regañé, recordando haberlo dejado bien escondido entre las cosas de mi habitación. 

Jos por su parte se había quedado muy quieta. Sabía que cuando me enojaba, lo hacia de verdad, y era todo un acontecimiento el verme exponiendo mi maravilloso mal carácter. Casi nunca me enojaba, por lo general siempre era muy pacífica.

—Lo siento Aby...yo...es que...

—Te lo digo en serio. Nunca vuelvas a coger mis cosas, y menos algo tan importante para mí. Ese CD me costó casi la mitad del mes de pago de teléfono, una semana mensajeando en el internet, una semana de acoso a los locutores de radio, y dos pruebas reprobadas por faltar a clases, a causa de pasar mi tiempo haciendo todo lo anterior. Eso que no cuento la semana de mis molestos amigos riéndose de mi, por todo lo que hice. ¡Ah!... se me olvida las peleas con mis padres, porque para ellos me estaba convirtiendo en una rebelde sin causa.

Tú, el recuerdo de mi futuro (Christopher Vélez) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora