Sonreí.
Él también sonrió.
Sentía cómo mi estómago iba a explotar. Bueno, no a explotar en el sentido en que todo es asqueroso y hay sangre y substancias sospechosas por todas partes. Era el otro sentido de explotar. Bueno, si hay alguno. Para aquellos que no entienden mi sentido de explotar, y creo que es la gran mayoría ya que nadie describiría este sentimiento de esa forma y no soy muy buena que digamos expresando lo que siento y lo que quiero decir (otra razón por la que reprobé español. Jeje), es que lo que sentía era...Sonará cursi.... Demasiado. Mucho. BASTANTE. Y sé que Kara me daría un puñetazo en la garganta si pudiera leer mentes o tuvieramos un tipo de telepatía de mejores amigas (que en algunos casos sería absolutamente genial, pero en éste no).
Volviendo al tema, lo que sentía...
Sentía mariposas revoloteándome dentro de mi. Mariposas revoloteando y palpitando en mi interior, sintiendo que estoy apunto de explotar. ¡LO DIJE!
Llevaba el día entero sientiéndolas dentro de mí, sentía sus alas acaricándome el estómago cada vez que pensaba en este preciso momento.
Y ahora que es el momento y lo tengo delante de mi...Ya se imaginan cómo me sentía.
Sentía un ataque epiléptico de mariposas dentro de mí.
Mientras yo era todo un lío por dentro (y por fuera. Gracias muletas), James...
Se veía guapo. Guapísimo. Violable.
Pretendámos que nunca dije lo último.
Traía unos pantalones de vestir negros algo ceñidos y una camisa de vestir blanca arremangada hasta los codos. Su fragancia de macho... (Ugh, tengo que dejar de decir esa palabra ya que parece como si una stripper lo estuviera describiendo) Bueno, su deliciosa fragancia del dios del sexo deleitaba mi sentido del olfato. Y esa sonrisa en su rostro.... ¡¿POR QUÉ NO SÓLAMENTE ERES MÍO Y YA?!
Ugh, estaba a nada de arrancarle la ropa y llevarlo a mi cama.
Me percaté que, al igual que yo, él tampoco me podía quitar los ojos de encima.
¿De verdad me veía tan..?
Oh, esperen, es por las muletas. Claro.
-¿Qué te pasó? -preguntó, preocupado y desvaneciendo por completo la sonrisa de su cara. Le sonreí, tratando de calmarlo.
-Larga historia... Te la cuento después. ¿Nos vamos? - Traté de cambiar el tema. No quería contarle la historia aquí, en el porche de mi casa que está iluminado por un vil foco que cuelga del techo y que al parecer un mosquito estaba en el miserable intento de pasar através de él. Pobre bastardo. Volvió a sonreír.
-Está bien, pero sólo quiero que sepas que tu plan para no contarme la historia ha fallado porque tendré en mente toda la noche que me cuentes tu según larga historia que apuesto que al final acabará siendo corta. -
-Creéme, no lo será. - reí. Porque la verdad era que no lo era. Bueno, tal vez. No lo sé. No he pensado en eso. Maldición.
-Está bien, te creo. Pero aún así, inválida o no, te ves hermosa. - tomó mi mano. Las mariposas dentro de mí, al igual que yo, sentímos un escalofrío recorrernos el cuerpo. Bueno, en su caso, las alas. No pude evitar sonreír. Y creo que me puse roja. Maténmeeee.
Caminamos en silencio hasta su coche. Bueno, él caminó. Yo como que entre caminaba y cojeaba y me apoyaba en las muletas para no morir en el intento de avanzar. Esto de usar muletas no es lo mío...
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Y todo por una toalla.
HumorMi historia empezó gracias a mi amiga y a su urgencia de comprar toallas femeninas. Ahí lo conocí a él. Qué gran historia de amor.