-Entonces... Te llamo. - asentí. Él se acerco y me dio un tierno beso en la mejilla. Creo que el mejor beso en la mejilla que he recibido. Se separó de mí y nos sonreímos. -Nos vemos, Ali. - dijo.
-Sí. - contesté y él camino hacia su coche, voltéando a verme de vez en cuando. Se metió a su coche y lo despedí con la mano. Después, se fue.
Me llevé la mano a la mejilla, todavía sintiendo sus cálidos labios conta mi piel. No me lavaré el cachete de ahora en adelante. No es cierto. Bueno, tal vez.
Kara y Lauren irrumpieron por la puerta, asaltándome con todo tipo de preguntas.
. . .
Kara se quedó a dormir. Como ya les había dicho, Kara prácticamente vivía en mí casa. No es que a sus padres no les importe ni nada, ya que si algo pasaba, Kara simplemente podría caminar 5 metros y ya estaba en su casa, porque Kara es mi vecina.
Lauren se marchó a su casa con Dakotah. Su madre sólo le daba permiso para quedarse los viernes o sábados.
Antes de que se marchara, me vi obligada a contarles la cita que acababa de tener (aunque a Dakotah le importara 10 mil hectáreas de popo). Quería contarles sólo las cosas más importantes, pero Kara amenazó con romperme la otra pierna si no les contaba todo al pie de la letra.
El fin, les conté como pasaron las cosas mientras Kara hacía comentarios sarcásticos de vez en cuando. La única cosa que omití fue la parta de la universidad, así que creo que ellas piensan que él está completamente de acuerdo con el hecho de que tenga 17 años.
Y lo demás, no creo que valga la pena repetirlo. Lo único relevante del momento fue que Kara no dejaba de remarcar momentos donde pude haberlo besado o hacerle cosas sumamente sexosas y pues... No.
Tengo que amarla. Es algo que me tengo que recordar a diario.
Nos fuimos a la cama después de hablar.
-Tú - le dije, señalándola con el dedo índice. -duermes en el piso. -
-¿Qué? - se quejó - No, no. Tú duermes en el piso. - remarcó, apuntándome de vuelta con el mismo dedo.
-No puedes mandarme en mi propia casa. - le reproché.
-No es justo, a mí siempre me toca dormir en el piso. Incluso cuando te vas a dormir a MÍ casa. - contestó. Era verdad.. - Además, tu cama es lo suficientemente grande para las dos. - resaltó mientras se cruzaba de brazos.
Nos miramos un momento, y sin quitarle los ojos de encima, apagué la luz.
-¡Ali! - reclamó.
-¡Lo siento! Tendrás que dormir en el piso. Ya sabes, me siento mal por mi pierna y así. - contesté, acomodándome entre las cálidas sábanas. Kara soltó un bufido y empezó a murmurar cosas que no logré entender.
-Bien, pero recuerda que si me llega a dar tortícolos será tu estúpida culpa, maldita pierna rota. - me reprochó mientras se acostaba en el suelo, al lado de mi cama. No pude evitar sonreír.
-Kara... -
-¿Qué coños quieres? - respondió, con un tono enfadado.
-Es tortícolis. - le corregí. Volvió a maldecirme en voz baja.
-Tortícolis tu culo. - me respondió.
Nos fuimos a dormir.
. . .
ESTÁS LEYENDO
Y todo por una toalla.
HumorMi historia empezó gracias a mi amiga y a su urgencia de comprar toallas femeninas. Ahí lo conocí a él. Qué gran historia de amor.