Capítulo 1 - Parejas. A veces me dan ganas de golpearlos en la garganta.

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Era febrero.

Probablemente el más espantoso mes del año. Justo en el día más asqueroso de la historia.

14 de febrero. Día de los enamorados para la gente con pareja y para los que todavía creen. Día de la amistad para la gente que no tiene ni un gato. Un día normal para la gente que dejó de creer, como yo.

Lo sé, qué gran cliché al decir que esto empezó un 14 de febrero. Me gustaría decir que así no fue, pero la verdad es que pues sí, así fue.

Estaba tumbada en la cama de mi habitación, viendo el techo mientras mi mejor amiga Kara se probaba mis vestidos como si fueran suyos y no dejando de hablar de lo genial que es el día de San Valentín para ella.

Siempre hacía lo mismo.

-De verdad, Ali. Creo que deberías disfrutar San Valentín un poco más… Todo es lindo, las parejas salen y se regalan cosas. Aunque no tengas novio, aún puedes disfrutar de éste día ¿sabes? – dijo mientras se subía un lindo vestido negro por su delgado cuerpo.

-Si… Parejas. A veces me dan ganas de golpearlos en la garganta. ¿Por qué solo demostrarle que la quieres un día al año e ignorarle los 364 días restantes? Es irrelevante. – respondí mientras soltaba un suspiro. Seguía observando mi entretenido techo.

-Mierda, tengo que hacer pipí. Ahora vengo. – avisó mientras se metía a mi baño.

-Gracias por la información. – agradecí sarcásticamente mientras levanta ambas manos con los pulgares arriba.

Me quedé ahí, pensando en nada, hasta que escuché el gritó de Kara que provenía del baño. Rápidamente me levanté, asustada.

-Kara, ¿qué pasó? ¿está todo bien? – pregunté mientras tocaba la puerta e intentaba abrir la puerta, pero estaba cerrada con seguro.

-¡NO! – gritó y algo se alivió en mi. Al menos no estaba muerta o inconsciente. -¡Me acaba de bajar! – exclamó como si fuera lo peor del mundo. Bueno, lo es. Pero no por eso te pones a gritar como si estuvieras a punto de morir en el baño de tu mejor amiga. Giré los ojos y regresé a la cama.

-¿Tienes alguna toalla que me prestes? – preguntó ella desde el baño.

-Déjame checar, - dije mientras me volvía a levantar y me dirigía a mi cajonera. La abrí y el empaque estaba vacío. -  ¡No, lo siento!

-¡Puta mierda, Ali! ¿Qué harías si mi caso fuera el tuyo? No tendrías ninguna toalla de reserva. ¿Y tu madre no tendrá alguna? –

-Kara…Mi mamá tiene 50 años. Está en la menopausia. –

-Mierda. – la escuché decir - ¿Ahora qué hago?

-Oh dios Kara, no lo sé. Ponte papel o algo, no me siento cómoda aconsejándote en qué hacer. – dije, afuera del baño.

-No, necesito una toalla. No iré al antro con papel en mis panties. – dijo decidida. Nos quedamos calladas unos segundos.

-Bien, iré por tus malditas toallas. – me dirigí hacia mi mesa de noche para tomar las llaves del auto y dinero para comprarle a la princesita lo que necesita.

-No, no. Te acompaño. No vas a saber de cuales escoger. – dijo y unos segundos después salió del baño. Salió y sonrió. –Me puse papel. –

-Oh, Kara, no necesito saber eso. – dije mientras soltaba un gemido de asco y salía de mi habitación con Kara siguiéndome.

. . .

Al fin nos dirigíamos hacia la caja para comprar las cosas de Kara y largarnos de la farmacia.

Tardamos unos 10 minutos, o más bien, Kara tardó 10 minutos en escogerlas. Lo sé, nadie tarda tanto en eso, pero Kara es las pocas personas que si va a comprar algo, ese algo tiene que ser lo mejor. Se emocionó tanto al ver que había promociones del 3x2, así que decidió comprar lo suficiente para… Yo diría que para unos 2 años.

Era tan vergonzoso pasar por toda la tienda con el carrito de compras lleno de toallas femeninas.

Llegamos a la caja y había un chico delante de nosotras. No se le veía la cara, pero era ese tipo de chicos que sabías que eran guapos con tan sólo verles la espalda.

-Bueno, volviendo a la charla de San Valentín… Creo que piensas así porque las únicas que te damos un chocolate somos tu madre y yo. – dijo Kara. Auch. Era verdad.

-Cállate, no sólo por eso. San Valentín aún apesta con o sin chocolates para mí. –

El chico terminó de pagar lo que sea que estaba comprando y en vez de caminar para irse, se dio la vuelta para vernos a Kara y a mí. Era realmente guapo.

Traía un chocolate en la mano y me sonrió.

-Ten,. – dijo mientras me daba el chocolate. -para que ella y tu madre no sean las únicas que te regalen algo en San Valentín. Y lo sé, San Valentín apesta. – sonrió de nuevo y se fue, sin dejarme decir palabra alguna. Yo estaba sin palabras. Y creo que Kara también, pero en ese momento no me iba a poner lo que Kara estaba haciendo.

Oh Dios, ¿qué acababa de pasar?

Un chico guapo me acababa de dar un chocolate por San Valentín.

Un chico guapo me acababa de dar un chocolate por San Valentín.

 

-Alice Wood ¿qué coño fue eso? – preguntó Kara, dijo fascinada.

-N-no lo sé. – dije.

-Alice ¡haz recibido un chocolate de un desconocido! ¡Un sexy desconocido! ¡Qué suerte tienes, maldita perra! – exclamó mientras se ponía a saltar alrededor mío, hasta la que la vieja amargada cajera la interrumpió con una horrible tos.

-¿Van a pasar o no? – preguntó fastidiada la cajera de 60 años.

Y todo por una toalla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora