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1 AÑO

El día estaba soleado, y la gente disfrutaba de ello. Había niños jugando en las calles, algunos solos y otros en compañía. Los adultos disfrutaban de una tarde con sus amigos, dejando a sus hijos disfrutar del excelente día mientras ellos se ponían al día de lo que pasaba a su alrededor.
La familia iba en su auto, un señor conducía el auto sonriendole a su mujer, ella iba a su lado tarareando una canción, observando de vez en cuando a los pequeños. Dos niños se encontraban en la parte trasera, uno de cinco años que se dedicaba a ver por la ventana los paisajes hermosos que la ciudad les brindaba y otro de apenas un año, que solo jugaba con un conejo de felpa. El pequeño no entendía muy bien lo que pasaba a su alrededor pero estaba feliz, tampoco sabía porque, solo se sentía feliz.

-¿A donde vamos? -pregunto el mayor viendo a los adultos.

-En un momento Adam -la mujer volteo a verlo- vamos a un lugar importante.

-Quiero que al llegar te comportes ¿entendido?

-Si tito.

La mujer le sonrió al niño y revolvió su cabello, Adam le sonrio. Luego volteo para ver a su bebé, el pequeño estaba quedándose dormido, ella acomodo sus cabellos tarareando una canción de cuna para dejarlo dormir.
El pequeño dejo de prestar atención a su entorno, ahora estaba en su propio mundo, uno donde podía hacer y ser lo que quisiera. Ahora estaba en un sueño sumamente hermoso, puede que no recuerde nada de lo que sueña en unos años pero ahora lo último que importa es recordarlo, solo quería vivir este pequeño momento de serenidad y felicidad.
Sin embargo nunca pudo saber lo que sus sueños tenían planeado para el lo que restaba del día pues sus padres lo despertaron sacándolo del auto junto a Adam.

-Miguel esta despierto -Adam se acercó al bebé- ¿puedo jugar con él?

-Luego, ahora tenemos que hacer algo más importante -la mujer le dio un cartel al pequeño, este no entendía lo que decía, aun no sabía leer- mantenlo de frente, es para que los demás lo vean.

-¿Qué es? -Adam miro el cartel.

-Andando, están cerca -su tío tomó la mano de su esposa y comenzaron a caminar.

Los dos pequeños no entendían nada de lo que pasaba, solo veían a muchas personas con carteles y mantas llenas de mensajes que no entenderían dentro en un buen tiempo.
Adam tomaba el cartel que sus tíos le dieron frente a él, casi tapandole la visión. Intentaba entender que hacían ahí, miraba a Miguel quien al ser despertado de golpe tenia una expresión de fastidio. No le agradaba estar ahí, tampoco recordaba haber ido antes aunque sabía que sus tíos si pues muchas personas los saludaban y hablaban con ellos.
Cuando llegaron a un grupo grande de personas con carteles iguales a los suyos y gritando bastante fuerte se detuvieron, sus tíos los pusieron frente a ellos, Adam tenía miedo. Las personas que se encontraban ahí gritaban y alzaban sus carteles, todos tenían una expresión de enojo, incluso sus tíos. No entendía que hacían ahí, a su alrededor sólo había adultos gritando. Poco a poco se iban acercando al frente, las personas parecían más molestas que antes y eso no le gustaba. Pero cuando llegaron hasta el frente de la multitud divisó a un grupo de personas, parecida a la que sus tíos estaban, solo que ellos no gritaban enojados ni agitaban sus carteles con desesperación, ellos estaban felices. Cantando, danzando o simplemente gritando con euforia algo que no lograba distinguir; ellos eran felices en lo que hacían. Incluso sus carteles eran distintos, llenos de colores vivos y con diseños más lindos, su ropa era igual. Había muchas más personas en ese grupo y parecían disfrutar más. Miro a su alrededor y pudo observar que el grupo en el que se encontraban les gritaban con odio, sus tíos alzaban al pequeño Miguel quien comenzaba a llorar. Eran un grupo pequeño pero parecían gritar más que el otro. Ellos también gritaban bastante alto, y por lo poco que lograba entender era que ellos estaban ahí como una muestra rara de algo, pues sus tíos he incluso otros los señalaban constantemente.
El grupo contrario los ignoraba bastante bien, no entendía porque sus tíos y las demás personas se empeñaban en gritarles cosas feas, porque no entendía a que se referían pero sabía que eran feas por la forma en la que lo decían. Las otras personas no parecían ser malas, tampoco las veía muy diferentes a ellos. Para él ellos eran normales.
Al pequeño Miguel tampoco le gustaba esto, lloraba al no entender que es lo que ocurría ¿Porque sus padres lo despertarían de tan lindo sueño para estar en este lío? Todo esto era extraño y muy agotador, no reconocía a nadie que no fueran sus padres y Adam. Quería volver a dormir. Intentaba entender, lo intentaba de verdad. Pero no comprendía porque sus padres lo odiaban tanto como para tenerlo aquí si era un día muy lindo para disfrutar todos juntos.

¿Por qué me odian? || Rubelangel (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora