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5 AÑOS

La habitación estaba llena de risas, cosa muy habitual en este hogar. Miguel y Adam jugaban en su habitación, Adam tenía un carro azul y Miguel uno de color rojo. Los dos niños corrían por toda la habitación, Adam seguía a Miguel y se divertían en serio.

-¡Te atraparé! -Adam corrió tras Miguel, el pequeño se subió a su cama.

-No, no -Miguel rio y salto encima de Adam.

Adam y Miguel dejaron los carritos a un lado y comenzaron una pequeña lucha. Por razones lógicas Adam le ganaba a su primo de tan solo cinco años.

-¡No Adam! -Miguel rio cuando Adam comenzó a hacerle cosquillas.

-Te gane -Adam tomó las manos de Miguel y no lo dejo levantarse.

-No -Miguel pataleo riendo.

Adam y Miguel siguieron su pequeña pelea, Miguel intentaba alcanzar a su primo mientras él no le dejaba levantarse. Los dos se divertían sin preocuparse de poder llegar a lastimarse. Eran sólo dos pequeños divirtiéndose ¿Qué podría salir mal?

-¡Adam! -El pequeño reaccionó y soltó a Miguel- Que haces ¡Pudiste lastimar a Miguel!

-Solo jugábamos tío -Adam se levantó del suelo, algo asustado. Miguel se puso a su lado.

-Si, jugamos papi -Miguel miro a su padre algo asustado.

-¡Nada de peleas en esta casa! -el padre de Miguel tomó a Adam del brazo.

-No papá-Miguel tomó el pantalón de su padre.

-Miguel ve con tu madre -su padre saco Miguel del cuarto.

-Pero, Adam -Miguel vio a su primo con una mirada preocupada.

-Luego Miguel, Adam tiene que aprender una lección.

Miguel espero unos segundos antes de ir con su madre, no pudo soportar escuchar a su padre regañar a Adam quien estaba a nada de llorar. Cuando llegó a la sala de su casa encontró a su madre leyendo algún libro, Miguel no pudo saber cual era pues aun no sabia leer. Su madre tenía recargado el libro en su estómago, aquel gran estómago en el que estaba su hermana; al menos eso es lo que entendió cuando sus padres se lo explicaron.

-Hola hijo -su madre le sonrió acomodándose para revolverle el cabello.

-Mami, papá esta con Adam y...es mi culpa -Miguel abrazo a su madre llorando.

-Miguel, no llores -su madre lo alejo casi al instante- si tu padre a decidido que Adam hizo algo malo tu no tienes nada que ver cariño.

Miguel no lo comprendía muy bien ¿Por qué a su madre no le importaba lo que le pasara a Adam? ¿Tenía que ver que Adam no fuera su hermano? No lo entendía. El quería mucho a Adam, era su único amigo y era su primo, casi como un hermano.
Unos minutos más tarde su padre estaba con ellos sonriendole, Miguel no dejo que su padre siguiera le dijera algo y fue corriendo directo a su habitación. Antes de entrar Miguel observó desde la puerta el interior. Adam estaba acostado en su cama cubriéndose con su almohada.

-¿Adam? -Miguel se acercó sigiloso- lo siento.

-No te preocupes Miguel, esta bien -Adam limpio sus mejillas.

-No más peleas -Miguel abrazo a Adam.

Adam abrazo con fuerza a Miguel, el tampoco entendía muchas cosas, una de ellas era porque sus tíos nunca le habían hablado de sus padres. Sabía porque estaba con ellos pero nunca supo como eran sus padres. No los culpaba por eso, era un tema bastante delicado el cual pocas veces se podía mencionar; sus padres habían muerto en un incendio y no era un tema agradable que tratar.
Sin embargo no era que los odiara, sabía que había cosas que no podían hacer y el seguía poniendo en peligro a Miguel. A veces deseaba que sus padres siguieran aquí para que así sus travesuras no incluyeran a Miguel.

¿Por qué me odian? || Rubelangel (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora