Capítulo 2

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     Después de un largo debate y muchas miradas furiosas, Robert se disculpo y fue a hablar con su hijo que por lo que tengo entendido se llama Alexander y es un problemático total, eso significaba que tenía que estar lejos de él a toda costa. Me despedí de mis pensamientos cuando una puerta se azotó con fuerza y luego se escucharon pisadas fuertes contra la escalera. Alexander se paro frente a mí y mostró una sexy sonrisa torcida.

     —Perdón por mi comportamiento de hace un rato. — por alguna razón el color subió a mis mejillas. Agaché la cabeza un poco apenada.

     —Está bien. — dije mi voz tembló y me maldije a mi misma, ¿alguien lo habrá notado? Levante la cabeza y todos estaban completamente ajenos a eso.

     — ¿Te gustaría ir a al cine? Iba a ir con un amigo. — por el tono de su voz era notable que estaba diciéndolo sin ganas, de seguro su padre lo obligo.

     —No quisiera incomodar. — dije con una ligera molestia por su tono.

     —No, claro que no es una molestia. — fingió una sonrisa.

     —Está bien, ya que insistes iré. — dije, tomaría cualquier oportunidad para hacerle la vida imposible, al menos hasta que aprendiera a tratarme mejor.

     Salimos de la casa después de un rato. Estar con él era como estar con mi peor enemigo, aunque, eso era. Lo cual me hacia sentir, muy mal, ya que, era muy sexy. No podía negarlo. Pero daba una impresión de chico malo, con le labio inferior perforado, se veía como todo un rebelde.

     De camino al cine, se detuvo en una casa que también era muy grande. Bajo del auto y se dirigió al frente de la casa para tocar la puerta.

     Un chico de cabello castaño claro abrió la puerta y saludo a Alexander. Hablaron un rato y luego ambos dirigieron la vista hacia mí, lo cual hizo que me sonrojara. El chico sonrío y miro a Alexander, quién seguía hablando, después me miro a mi de nuevo y me guiño un ojo, yo sonreí y mire al frente.

     Alexander regreso al auto y subió.

     — ¿Él no vendrá?— dije muy interesada.

     —Sí, ahí viene. — voltee y él salía de la casa con una sonrisa, luego subió a la parte de atrás aún sonriendo.

     —James, ella es Elie. Elie, él es James. — dijo aburrido.

     —Hola. — dijimos al mismo tiempo. Mire al frente con la vista de Alexander sobre mí.

     Comenzó a conducir de nuevo y llegamos al cine, Alexander fue realmente un despiadado al escoger la única película de terror de la cartelera, algo sobre Zombies Asesinos. No me mal interpreten no soy una miedosa, pero fue desconsiderado de su parte no tomar en cuenta que venía una chica en el grupo. Entramos y la película fue sangrienta desde la primera escena. Me senté justo entre James y Alexander, los tres estábamos compartiendo las palomitas, así que, roce mi mano con la de Alexander varias veces, lo cual me hizo sentir sumamente incomoda.

         Cuando rose su mano por quinta vez y temblé por los escalofríos, James se inclino hacía mí para susurrarme algo.

     —Escalofriante, ¿no?— por un segundo creí que se había dado cuenta de los roses entre Alexander y yo, pero luego me di cuenta que estaba hablando sobre la película, asentí con una sonrisa. — Estoy justo aquí si quieres un cuerpo donde acurrucarte…

     —Gracias. — dije sonriéndole, Alexander se movió en mi costado y puso su brazo detrás de mis hombros. Voltee a mirarlo y James rió mientras se acomodaba en su asiento, ¿Qué era tan gracioso?

          No había mucha gente, pero tampoco estaba vació, este era unos de los cinco lugares que había para divertirse aquí, el otro era la pista de hielo, el centro de videojuegos, el parque para jugar béisbol y el lago.

     Desgraciadamente yo no sabia patinar, era mala en videojuegos, el béisbol no era lo mío y tampoco sabía nadar James se inclinaba para susurrar algo en cada escena me hacia reír cada cinco segundos.

     Alexander nos observaba, lejano. Entonces James tuvo que ir a atender su celular. Alexander aprovecho para inclinarse más cerca de mí.

    —Te estas divirtiendo. — susurró acariciando el lóbulo de mi oreja con sus labios, quería pensar que había sido accidentalmente. Pero al escuchar su risa me di cuenta de que no lo era.

     —La verdad, si tu amigo es muy…— me interrumpió cuando sus labios rozo mi mandíbula, eso me dejo en claro que definitivamente no era ningún accidente.

     —Te voy a decir una cosa— regresó a mi oído para murmurar— no me caes bien. —me sorprendió su sinceridad.

     —Tú tampoco a mí. — dije enojada pero atontada por la sensación de sus labios y su aliento calido contra mi piel.

     —Me alegro, porque no importa lo que tenga que hacer, no te quiero a aquí me oíste, ni a ti, ni a tu madre. — subió un poco la voz.

     —Yo ni siquiera sabía que existías. Créeme si lo hubiera sabido no hubiera venido. — contraataque.

     —Perfecto, entonces porque no te vas. — me mostró una solución.

     —No voy a dejar a mi madre sola para que le hagas la vida imposible. — estaba roja, por la molesta, de pronto comenzó a reír.

     —Luces bien cuando te enojas. — dijo de la nada.

     — ¿Qué…?— voltee mi cara para mirarlo y replicar, pero antes de decir algo… él me beso.

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