Capítulo 10

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No podía decidir cuando dejar de amarlo, podía decidir intentarlo, eso era fácil. Pero hacerlo era diferente. Después de nuestra discusión de anoche no hemos hablado en dos días y no es que no quiera hablar con él, es sólo que Alexander no ha estado mucho en casa. Llega tarde y se va muy temprano, ya no sé si me esta evitando o sólo quiere pasar más tiempo con ella.

Mi madre actúa normalmente, como si eso fuera algo común en Alexander. Pero no tenía una verdadera razón para culparlo, desde el inició él dejo en claro que era una estrategia para separar a nuestros padres, así que; era mi culpa por enamorarme de él. Supongo que habría sido más fácil enamorarme de James.

Hoy era martes y Alexander no había salido de su habitación en toda la mañana, yo había estado parada junto a su puerta esperando a que saliera. ¿Se sentía mal o enfermo? ¿Y si estaba herido? Esos lugares a los que iba no eran de lo más seguro y limpio.

— ¿Alexander? — toqué la puerta.

Nada, ni un ruido, ni una señal de vida. Escuche el timbre de la puerta pero no le di importancia, hasta que unos segundos después estaba James parado a mi lado, observando como yo tenía mi oreja pegada a la puerta, me sentí patética.

—Hola— me despegué de la puerta como si ésta fuera de fuego.

— Hola— dijo no muy convencido— ¿Qué estabas haciendo? ¿Estabas espiando a Alex? — miro hacía la puerta y luego hacía mi, de nuevo a la puerta y luego de nuevo hacía mi.

Había sido atrapada, no había excusa para lo que estaba haciendo. ¿O si?

—No lo estaba espiando es que no ha salido de su habitación en toda la mañana… creo que le paso algo…

James comenzó a reírse, y cuando me di cuenta que yo no había dicho ninguna broma, supuse que se reía de mí.

— ¿Será porque no vino a dormir?

¿Alexander no vino a dormir? Estaba casi segura de que escuche su auto aparcar frente a la casa y la puerta de su habitación abrirse y cerrarse, tenía que haber sido él. Nadie más, ¿lo había soñado quizá? Probablemente, alucinado.

—Claro que vino a dormir— me gustaba tener la razón, aún cuando sabía que no la tenía.

—Nop, me llamó anoche y dijo que iba a quedarse con una amiga y luego me llamo esta mañana para que le llevara algo de ropa limpia…— pasó junto a mí y abrió la puerta.

¿Una amiga? ¿Jessica? Era lo más seguro, era la única amiga que yo le conocía. Amenos que tuviera más de una, lo cual también era seguro.

— ¿Acaso no piensa volver?

James camino hacía el ropero y saco una mochila dónde metió la ropa de Alexander.

—No lo sé. Alexander es muy impredecible, deberías acostumbrarte a eso…— camino hacía el baño— yo ya lo hice, me tarde un tiempo pero lo hice. Me resigne a que Alexander es… como el clima.

— ¿El clima? — dije indignada, mirando como guardaba el cepillo de dientes de Alexander en una pequeña bolsita de la mochila.

—Sí, no sabes si está lluvioso, nublado, soleado… es… impredecible.

Lo seguí escaleras abajo. Una parte de mí siempre creyó eso sobre Alexander, pero creerlo era diferente a saberlo y ahora yo lo sabía.

—Entonces, ¿qué significa eso?

—No esperes nada de él…— dijo antes de abrir la puerta— él no va a disculparse, él no va a decir algo que no siente y tampoco va a decir lo que siente.

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