Capítulo 10 - ¿Me concedes esta pieza?

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Pasamos alrededor de una semana en la villa buscando alguna clase de pista. Las computadoras estaban limpias, los celulares sin señal, las radios solo emitían el sonido de interferencia. Cerca de 200 casas todas sin ningún rastro de que gente hubiera vivido ahí, no había fotos, papeles, nada, todo estaba macabramente limpio. Pero eso sí, había celulares, televisores, ropa y materiales escolares o de trabajo.

Las cosas raras que nos estaban sucediendo realmente superaban mis límites de la lógica.

Por otra parte, John, a pesar de estar tanto o más sorprendido que yo, él disfrutaba el lugar. En el recorrido de reconocimiento encontramos una tienda donde se alquilan películas, él pensaba que habría casetes, pero yo sabía que eran dvd's. Tuve que enseñarle cómo funcionaban.

Hacía tanto tiempo que "apareció" en aquel bosque que él solo tenía los concepto de cosas de hace más de 15 años. Yo sin embargo las reconocía. Era impresionante cómo nuestras memorias recordaban tantas cosas cotidianas pero no recordaban quiénes éramos y de donde veníamos.

Volviendo al tema, John en cosa de pocos días se miró casi todas las películas. Ya no se preocupaba por los alimentos. Yo me encargaba a ir al almacén y traer lo que quisiéramos comer. Habíamos sacado la cuenta que con los alimentos de los pequeños almacenes, los supermercados y lo que había en las casas había suficiente alimento para uno o dos años más.

Estábamos tan cansados de viajar a pie y vivir precariamente que por el momento no pensábamos volver al viaje. Digamos que tomamos unas vacaciones en un tiempo indefinido.

Una tarde John estaba demasiado misterioso. Dijo que él se iba a encargar de la comida. Que yo sólo disfrute el día y que tome un baño que él me iba a llamar para comer.

Acepté algo extrañada y me dediqué a hacer otras cosas.

Cuando salí de bañarme sobre la cama había un vestido negro con escote en v y espalda descubierta, accesorios como aros, collar, y pulseras y en el suelo unos zapatos plateados que hacían juego con los accesorios.

En el escritorio había una rosa y un papel doblado.

Querida Mery:

Es hora de que te confiese algo;

Cuando te dije que había pasado mucho tiempo solo y que no sabía cuánto, era verdad. Pero desde el día que llegaste cambiaste mi mundo, y desde entonces no dejo de contar los días. Porque contigo cada día tiene sentido.

Es por eso, que aunque no sepa exactamente qué fecha es, sé una cosa: Hoy se cumple seis meses desde que llegaste a mi vida y la diste vuelta. Por eso quiero, que aun con todo lo que pasamos, festejemos que al menos nos tenemos uno para el otro.

Te espero en el teatro.

John.

Debía admitir que cuando John se proponía hacer algo especial por mí, él siempre lograba sorprenderme.

Era temprano, por lo que alise mi cabello con una plancha para el pelo y me cambie con la ropa que me preparo John. Una cosa era verla sobre la cama pero otra era verla sobre mí. El vestido era hermoso, tenía una caída perfecta, terminaba justo antes de mi rodilla, y los zapatos estilizaban mis piernas haciéndome más alta.

Camine hacia el teatro que quedaba solo a una cuadra. Al entrar vi que estaba iluminado con luces tenues, las butacas ya no estaban, por lo que mostraba un lugar más inmenso de lo que era, había una mesa a un lado con flores y un candelabro con velas -que me hacían recordar a nuestra vida en la cabaña- y de fondo sonaba música suave.

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