Capítulo 13 - El diario.

53 10 2
                                    


A la mañana siguiente luego de descansar por última vez en una cama confortable partimos de la villa. Esta vez, mejor preparados llevamos bolsas de dormir, ropa de abrigo y lo necesario para la supervivencia.

Estábamos en mal estado en comparación a cuando llegamos. Antes podíamos caminar todo el día sin cansarnos, pero esta vez teníamos que parar de vez en cuando porque nuestras piernas se cansaban.

No hablamos mucho en el viaje, en cierto modo creo que John estaba resentido, le quité su única oportunidad de averiguar lo que estaba pasando, o quizás era por el hecho de que él estaba realmente cómodo allí. Pero yo no podía seguir allí, algo estaba pasando, podría jurar que alguien nos estaba haciendo pasar por todo aquello, y yo no se lo iba a hacer tan fácil, no, iba a hacer todo lo contrario a lo que sea que ellos quisieran.

Seguimos en camino que daba salida al valle, pero en cuestión de kilómetros éste solo termino en pasto, como si no iniciara o terminara en nada particular, solo pasto. Otra vez, nuestra mejor opción fue seguir el sol.

Cuando estaba empezando a ponerse el sol, decidimos acampar debajo de unos árboles. Prender el fuego fue un poco más difícil que lo que era antes de asentarnos en el valle. Por suerte, habíamos llevado algo de comer, porque no se avistaba ningún animal cerca para cazar o alguna planta con frutos comestibles.

***

Pasaron un par de días y aun seguíamos sin encontrar nada para comer o beber, empezábamos a racionar la comida cada vez más porque no sabíamos cuando volveríamos a encontrar algo para consumir.

Nuestras fuerzas disminuían cada día y era más difícil seguir adelante, muchas veces estaba tentada a decirle a John que volvamos, pero mi terror a aquel lugar me lo impedía.

Con John volvía a ser como lo fue antes, éramos buenos compañeros y nos apoyábamos mutuamente pero todo lo que habíamos avanzado románticamente en el teatro se había terminado desde que la hamaca hizo de las suyas.

Una noche el hambre, el dolor en mis pies y la desesperación por no encontrar nada me había superado, al irnos a dormir yo me acurruqué en mi bolsa de dormir y me dejé llevar por el llanto que empujaba fuertemente detrás de mis ojos y creo que no fui tan disimulada porque John vino, se recostó detrás de mí y me abrazó. Supongo que no necesitaba explicarle que era lo que me pasaba, él ya lo sabía, él también lo estaba pasando, pero a diferencia de mí, él era más fuerte que yo.

Pasamos la noche así, yo en sus brazos, desahogándome no por la situación en la que estábamos, sino porque era mi culpa. Siempre fue mi culpa. Primero el irnos de la cabaña, porque yo desconfiaba de él, y ahora irnos de la villa, porque no era lo suficientemente valiente para quedarme y hallar una respuesta.

Fue en la mañana siguiente cuando John me dio este diario:

Cuando nos despertamos John preparó algo de café -eso fue lo primero que guardamos, varios paquetes de café- Me extendió una taza y yo acepté gustosamente.

— Gracias.

El sólo asintió

— ¿Me perdonas? —dije.

— ¿Por qué debería perdonarte? No es tu culpa, nada de esto lo es. En parte fue mi culpa, yo no debí sentirme tan a gusto allí, debí haber dudado más y nunca hubieras tenido que vivir lo que viviste, quizás esto que estamos pasando porque perdimos la costumbre no lo hubiéramos pasado y ahora estaríamos mucho más lejos y quizás con alguna pista. Pero yo me dejé llevar por la comodidad, la que tiene que perdonarme eres tú.

No sabía que decir, no era su culpa querer algo de comodidad después de todo lo que había pasado, en cierto modo, él se lo merecía. Pero no se lo dije.

— He traído algo para ti antes de irnos — Dijo sacando algo del bolso que él llevaba. — Es un diario, para ti — Y me lo entregó — Sé que no siempre soy la mejor compañía, que muchas veces no voy a poder entenderte, y créeme que me esfuerzo por ser un buen compañero, pero muchas veces deseo pedirte que dejes de hablar cuando estoy muy cansado, y no lo hago solo porque sé que no tienes a nadie más, y créeme que lo siento pero por más que piense y lo desee somos solo nosotros dos y tenemos que seguir luchando. Algo en mi interior me dice que pronto vamos a hallar una solución, pero mientras tanto te ofrezco este diario, para que puedas escribir en él lo que no quieras decirme, o solo para que te desahogues, sería muy raro venir y decirme que estas enojada conmigo — Sonrió — en fin, es un ofrenda de paz, y un incentivo para que no te rindas, pronto saldremos de esto.

— Gracias John, eres muy atento.

Sin embargo no lo quise usar todavía, mientras él aún estuviera ahí para mí, no necesitaba otra cosa.



***

Hola gente linda.

Falta muy poquito para que se develen todos estos malditos misterios que dejan a todos con bronca

Espero que estén disfrutando de esta historia tanto como yo disfruto escribirla, que les guste esta forma rara de narrar y bueno... que se entretengan.

Nos leemos en el siguiente capítulo.

(No olviden darle a la estrellita y comentar si les gusto )


DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora