Capítulo 12 - Me largo de aqui.

57 9 2
                                    


Discutir, evaluar, analizar, era algo que ninguno de los dos quería hacer. Ya los bandos estaban claros; John quería quedarse y yo quería largarme lo antes posible de aquí.

Nuestro almuerzo quedo en aquella plaza, junto con toda nuestra felicidad y seguridad.

No estaba claro que había pasado, si fue un fantasma, un efecto especial o qué, pero eso me había dado un buen susto. Si hubiera sido por mí, no me apartaba ni un momento de John, la idea de quedarme sola y que algo así volviera a suceder me aterraba más que nada.

En cuanto llegamos a la casa John cerró las puertas y ventanas con traba, prendió hasta la última e insignificante luz, recogió una manta grande y un pote de helado. Me tomo de un brazo y me dirigió al sofá. La manta la coloco alrededor nuestro y abrió el helado.

— Vamos, come.

Yo solo negué. Había perdido todo mi apetito.

— Sabes que si me dejas a mí solo con esto, no pararé hasta que no vea el fondo ¿No?

Con mis dedos empuje el bote en su dirección, todo tuyo le indique.

Respiró profundo. — Mira, se lo loco que fue eso, pero no es nada sobrenatural, te lo aseguro. No sé lo que pasa. ¡Dios! Estoy harto de decir eso. Pero de algo estoy seguro. Todo tiene una explicación razonable y estoy totalmente seguro, un 200 por ciento seguro, de que nada nos hará daño. Yo solo quiero hacerle frente a todo esto y terminar de una vez por todas. Estoy cansado Mery.

Lo mire a los ojos, él estaba dolido, realmente estaba cansado, llevaba mucho más tiempo solo del que yo estuve con él. Pero no podía hablar, no podía acomodar mis palabras. Yo solo lo abrace, porque no quería que estuviera un segundo más solo, porque no sabía que iba a ser de mi si él se rendía.

Pasamos el día abrazados en ese sofá, solo moviéndonos para ir por comida, ir al baño o cambiar de película.

Por la noche seguimos allí, pusimos una comedia romántica y me dormí en la falda de John, acariciando su mano, mientras él con la otra acariciaba mi pelo.

***

Por la mañana me desperté totalmente contracturada, pasé mi mano por mi cuello y lentamente abrí los ojos, esperando estar en la misma habitación que dormí la última semana. Pero en vez de ver la ventana y el escritorio, vi la mesa ratón y el televisor. Por un momento estaba desorientada, hasta que me acordé que a la noche me había quedado dormida en la falda de John.

¿Dónde estaba John? Seguramente se fue a dormir a su cama y no me quiso despertar, o quizás fue al baño, pensaba.

Me levanté y fui a buscarlo, desde lo que había pasado al día anterior yo no quería estar sola más de lo necesario. Pero no estaba en su habitación ni en el baño. No estaba en la cocina ni en ninguna otra parte de la casa.

Pensaba que quizás fue por algo para el desayuno pero pasaba el tiempo y no volvía ¿Y si le había pasado algo en el camino?

Cerca del medio día tome valor y salí a buscarlo, empecé por los almacenes el supermercado, fui a la tienda de vídeo y hasta la tienda de ropa. Pero no estaba en ningún lado. Volví a la casa esperando verlo, pero no estaba. Mi última idea era que estuviera en la plaza, queriendo averiguar qué había pasado. A veces odiaba que fuera tan valiente.

Tomé coraje y salí en dirección a la plaza. Cerca de la tercera cuadra escuché unos ladridos. ¿De dónde venían? Hasta el momento nunca nos habíamos cruzado con ningún animal doméstico. Y aunque era muy extraño, el tono y la ferocidad me decía que no era ningún perro amigable, por lo que empecé a caminar cada vez más apresuradamente. Los ladridos eran cada vez más fuerte y más furiosos, y mi instinto me pedía que volteara a ver de dónde provenía. Era un dóberman en carne y hueso, y me estaba ladrando a mí. No necesité dudar para salir corriendo, si ese animal me alcanzaba no iba a salir ilesa.

Corrí en dirección a la plaza, esperando encontrar a John allí. Y gracias a Dios él estaba allí, mirando como un tonto aquella endemoniada hamaca.

— John, ¡Auxilio! ¡El animal! — gritaba y señalaba al perro detrás de mí.

De pronto el animal había dejado de ladrar, pero no por eso iba a dejar de correr, no hasta llegar a John y esconderme detrás de él.

— Aguarda, aguarda, ¿Qué te pasa? — Me sujetó impidiendo que me fuera detrás de él.

— ¡¡El perro!!

— ¿Qué perro Mery?

— ¡El perro!

— Allí no hay ningún perro Mery, Date la vuelta.

Yo negué y cerré mis ojos, no quería ver a ese animal como deseaba comerme. Pero John me dio la vuelta y tuve que ver, abriendo de a poco un ojo y luego el otro. — Desapareció — Dije atónita —. No estoy loca John, era un dóberman, me quería atacar.

— Pero cuando te vi, ningún perro te perseguía.

— Yo sé lo que vi y lo que escuché John, no estoy loca.

Me abrazó — Está bien, te creo.

— ¿Qué haces aquí? Te estaba buscando —dije aún entre sus brazos.

— Estaba buscando alguna pista.

— Me asusté John.

— Tranquila, estoy aquí.

— Pero no lo estuviste esta mañana, no cuando el perro me persiguió. Ahora para ti soy una loca.

— No eres una loca, puede haber una explicación para ello, pero no estás loca.

— Volvamos a la casa por favor.

— Está bien.

***

—John, quiero irme de aquí.

Él se había sentado en el sofá. — Lo haremos Mery, en cuanto encuentre alguna respuesta. Estoy seguro que debe haber alguna aquí, solo hay que seguir buscando.

— No aguanto todo esto. A parte aquí no hay nada, solo conseguirás que nos volvamos más locos.

— Dame solo un par de días más Mery, te prometo que esto acabará pronto.

— No, no lo hará, tú más que nadie sabe que esto no va a acabar.

— Si, si lo hará, ten fe.

— ¿Fe? ¿Ahora vamos a hablar de Dios? Estamos solos aquí. Dios ya nos abandonó el día que terminamos en aquel bosque.

— Fe en mi Mery, voy a encontrar respuestas.

Ya no lo aguantaba, la dinamita en mi boca estalló y no la pude contener. — ¿Es que no me escuchas? ¿Acaso estoy pintada? ¡Estoy mal! ¡Mal! ¿Me entiendes? Estoy cansada, cansada de todo esto, estoy cansada de no poder contar con nadie más que contigo, cansada de no saber nada, de ser una completa ignorante. De parecer una loca. Cansada de encontrar a cada esquina una nueva locura pero nunca una respuesta. Y ¡tú! Que tanto tiempo pasaste allí, ahora no quieres salir de aquí, solo porque la vida es mucho más fácil que en el bosque, pero te digo algo John, algún día todo esto se acabará, ahora quien sea que planeara este macabro lugar te está engordando y un día te lo quitará todo, la luz, la calefacción y los alimentos ¿Y si eso es lo que ellos quieren? ¿Que estemos a gusto acá para no querer salir? ¿Si somos un maldito experimento? o peor, ¿Un programa de entretenimiento? ¿Y acá nosotros arrancándonos los pelos? Necesitamos salir John no nos podemos quedar sentados, y dejar que nos vuelvan locos. Te amo, ¿lo entiendes? Pero si no quieres irte de aquí lo entenderé, Espero que entiendas también cuando yo me vaya.

— Espera Mery, tómalo con calma ¿Sí? Yo tanto como tú está empezando a enloquecer, yo solo quiero respuestas y largarme de aquí igual que tú. Pero si lo que quieres es irte, lo haremos, pero no ahora mismo, primero buscaremos todo lo que necesitemos ahí afuera y mañana saldremos.

— Está bien.


DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora