POV John

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— ¡Noooo!

Caigo arrodillado en el borde del acantilado mirando el vacío

« ¿Qué acabas de hacer Mery? » Las lágrimas corren por mis mejillas; el miedo, la furia y el dolor se funden en un nuevo sentimiento que toma control de mi cuerpo, inmovilizándose por completo.

El llanto y los gritos no son suficientes para sacar todo este dolor que se está generando dentro de mí. « ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? »

« Me ha abandonado, me dejó, me... Me dijo que me amaba, como pudo hacerme esto. "todo estará bien" si claro.

» ¿Qué pasó por su mente para hacer esto? ¿Cómo pudo saltar? así, sin dudar...

» ¿Cómo fui tan idiota y no lo pude ver venir? Estaba escrito en su cara y no lo pude leer

» Menudo tarado.

Me levanto aun llorando y empiezo a dar vueltas en círculos tirando de mis pelos, pegándome en la cabeza «tarado, tarado»

«Tranquilo, recuerda, todo tiene una explicación lógica, solo... búscala»

« ¡El diario! » corrí a buscarlo: busqué en la mochila, en la tienda, cerca del fuego, su bolsa de dormir... allí estaba, cerrado con la liga y la lapicera a un lado.

"Como toda historia que debe ser narrada comencemos desde el principio;..." La letra de Mery era igual de hermosa que ella.

Recorro las páginas observando lo que escribía, allí estaba todo desde el primer momento que despertó en la cabaña, es admirable como recuerda detalles de conversaciones que ni yo tenía idea.

Escribió sobre el día que me afeité y acomodé para ella: no había que ser un adivino para saber que ella bajo todas sus heridas era una persona hermosa, y fue cuando se fue recuperando, con cada charla interesante que surgía en las comidas que me iba enamorando de ella sin darme cuenta. La proximidad que experimenté cuidando de ella me hacía dar cuenta de que era un ser frágil y admirable. No pasó mucho tiempo hasta que me sentí avergonzado de mi apariencia y decidí que necesitaba arreglarme para que ella me viera y no sintiera asco de mí.

Escribió sobre el día que encontramos la ropa en el ático. Es una de las cosas que todavía no logro hallarle una explicación, fueron años los que entré y salí de esa habitación en busca de ropa y nunca vi esa puertezuela.

Su cara se había iluminado cuando encontró aquella ropa, y yo como si fuera un resfriado me había contagiado de su alegría. Una vez que salió del baño con su nueva ropa se me había escapado el ¡woow! Porque verla con mi ropa era una cosa, pero verla con ropa de su talle la hacía más hermosa. Ella había elegido ropa cómoda para estar en la cabaña y ayudarme en los quehaceres, pero sin siquiera quererlo había elegido ropa que acentuaba su figura, el jogging que alargaba sus piernas y la camiseta que se ceñía en los lugares más favorecedores.

Escribió sobre el día que la saqué para arreglarle el dormitorio y como terminamos jugando toda la mañana con el barro y el agua. No pude evitar sonreír.

Escribió sobre la vez que encontró la foto, que fue donde cambió todo. Lo enojada que estaba conmigo y como había perdido mi confianza. Yo ni siquiera sabía de esa foto, y ella notó en mi rostro lo extrañado que estaba con ella. Contó cuando fui tras de ella y maté la serpiente que había tratado de picarla. A decir verdad no me había importado para nada la cabaña, los animales o los cultivos, yo solo quise asegurarme que ella no corriera peligro. Fui tras de ella inmediatamente pero guardé mi distancia, sabía que no era un buen momento para aparecer como un acosador. Me quedé alerta todo el tiempo, cuando vi como la serpiente se arrastraba para llegar a Mery. En el camino había tomado la roca más grande que vi y corrí a estamparla sobre su cabeza. Eso la había despertado, y no importaba que me peleara, la había salvado y eso estaba bien para mí. Me dejó dormir allí y acompañarla en el viaje, y por un lado me sentí mejor. No había hecho tiempo para empacar cosas que iba a necesitar, entre ellos una bolsa de dormir, pero no me importaba, había estado en peores condiciones.

DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora