Capítulo 11 - Picnic

73 8 7
                                    

 Esa noche los besos fueron la cereza del postre. Era tan impresionante estar entre sus brazos, que yo simplemente no quería que se terminaran. Volvimos a la casa que habíamos escogido para vivir tomados de la mano, en todo el trayecto solo sonreíamos como bobos, bailando y dándonos besos aleatoriamente.

Esta vez dormimos juntos, sin que pasara nada, solo nosotros dos, abrazados, arrullados por el sonido de nuestras respiraciones y el latido de nuestros corazones que iban al unisón.

Al despertar John estaba mirándome, pero no me importaba, no si era él. — Buen día señor mirón.

— Buen día bella durmiente. — dijo con esa sonrisa que me encantaba. — Estaba pensando: tenemos una villa entera a nuestra disposición, y nosotros siempre aquí mirando películas o escuchando música. Extraño el aire libre.

— Mmm huelo a una propuesta...

— ¿Vamos de picnic hoy? Hay una plaza hermosa llena de árboles en el centro.

— Me encantaría, aire, pasto, flores y juegos... Puedo preparar unos sándwiches y llevar refrescos.

— Perfecto, tú te encargas de la comida yo voy por una cesta y un mantel a cuadros. Si vamos a hacer algo, hay que hacerlo bien. — Decía él mientras se levantaba. — Voy a preparar el desayuno.

Desayunamos juntos en la cama, con galletas y café. Creo que todo podía cambiar, pero a nosotros no nos debía faltar el café.

Para el medio día, nos cambiamos como si fuera una película donde los personajes son perfectos: Él vestido con camisa blanca y pantalones cortos y claros, yo con una solera rosa y una pollera larga floreada, que combinaba con la corona de flores que me trajo John cuando trajo la canasta. Acomodamos todo y salimos juntos tomados de la mano hacia la plaza.

Era un día perfecto, donde el sol brillaba y ninguna nube se atrevía a taparlo, donde los pájaros y las chicharras cantaban su canción. Y nosotros juntos, mucho más unidos que antes.

Llegamos colocamos las cosas y nos fuimos a los juegos.

Primero el sube y baja; era extraño que cómo con todo lo que superé en el bosque, yo le tenía miedo a las alturas. Pero con John se volvió divertido. Sentía un nudo de adrenalina en mi vientre cuando subía, que ascendía hasta mi garganta cada vez que bajaba, al principio le tenía miedo a esa sensación, pero luego me di cuenta que me encantaba. Y en cada subida y bajada me divertía cada vez más y más.

Luego fuimos a la calesita, dábamos vueltas y vueltas como si fuéramos locos, reíamos y gritábamos. No había nadie que pudiera juzgarnos asique nosotros éramos felices libremente.

Ya más cansados fuimos a las hamacas, John en una y yo en la que seguía, quedando una más a mi lado. Nos hamacábamos sin cuidado, extendiendo nuestros pies y dejando que el viento peinara nuestros cabellos. Hablábamos de cosas sin sentido, pensábamos en voz alta.

— ¿Creer que a las nubes les gusten jugar y por eso a veces toman formas? ¿Esperando que nosotros acá abajo descubramos a que se parecen? — Dije.

— Quizás, o tal vez sean fanáticas y se vistan de su personaje favorito.

— mmhhmm

De pronto el viento empezó a soplar, no muy fuerte, pero si lo suficiente para que algunos juegos tomaran vida propia. La calesita empezó a girar levemente y la hamaca a mi lado empezaba a moverse.

Eso no hubiera sido el problema, de hecho me encantaba como revolvía el pelo de John y lo hacía enfadar.

Pero empezó a asustarme cuando la hamaca comenzó a moverse cada vez más y desde algún lugar se empezaba a oír una pequeña risa, que en primer momento pensé que era el chillar de la silla, pero este iba aumentando cada vez más a medida que la hamaca aceleraba su oscilación.

No pude hacer más que clavar mis pies y parar. — ¿John oyes eso? Dime que no estoy loca.

— No, yo también lo escucho. — dijo, frenando casi al mismo momento que yo.

Pero el no demostraba miedo. Él se paró de inmediato y detuvo la hamaca, pero ésta quería seguir su trayectoria.

Ambos nos miramos por un segundo cuando dijo: — Busca entre las plantas, debe haber un parlante o algo escondido.

Jajajaja ¡más alto, más alto! — Decía ahora la niña que reía.

Como locos comenzamos a buscar de donde venía el sonido. Pero sabíamos que no lo íbamos a encontrar. Así como tampoco la hamaca iba a dejar de moverse.

— ¡John, que está pasando! — Grite, ya que las risas eran cada vez más fuerte.

— ¡No lo sé! Debe haber algo aquí. — Decía él, casi gritando mientras palpaba cada parte de la hamaca.

— ¡John! Me estoy asustando... Vámonos de aquí por favor — Ya no sabía qué hacer, un nudo en mi garganta estaba amenazando con dejar el paso al llanto y como advertencia una lagrima empezó a rodar mi mejilla. — . Por favor...

— Vale, vámonos de aquí. — Me abrazo de un lado y empezamos a caminar apresuradamente lejos de allí.

Solo bastó un par de metros para que las risas cesaran.

— ¿Pero qué...? — Dijimos los dos al dejar de oír la risa.

Sin embargo no volvimos para averiguar por qué dejó de sonar. Solo volvimos la vista y seguimos caminando.

***

— John, no sé qué acaba de pasar allí. Pero me parece que es hora de irnos de aquí.

Él estaba dudando. — Yo sé que eso asustó, pero debe haber una explicación. Creo que esa podría ser nuestra primera pista real de lo que puede estar pasando. No te pido que vuelvas conmigo. Pero déjame acompañarte a la casa, donde estarás segura que yo voy a volver a ver qué es lo que sucedió.

— ¿Qué? No por favor, no me dejes sola.

— Estarás bien. No hay nada ni nadie aquí que pueda lastimarte.

— Si, si lo hay, y me está lastimando psicológicamente John. Te lo ruego, por favor, no me dejes sola.

— Está bien. Volvamos a la casa.

***

Hola hola hola hola ♥

Espero que si les gusta esta historia me ayuden con sus favoritos y sus comentarios. No por la fama o algún ranking, es solo para saber si les está gustando y debo seguir escribiendo o me dedico a las matemáticas.

Nos leemos en el próximo capítulo. ^_^

DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora