Las flores y rocas también hablan

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NARRADOR OMNISCIENTE

El sol salia con un esplendoroso calor. El viento soplaba suave, y fresco a la vez.

El pasto estaba húmedo, con el recuerdo del sereno.

A lo lejos el cantar de los pájaros se escuchaba, uno tras otro, como una orquesta.

Árboles y palmas grandes se asomaban interesados.

Se apreciaba la belleza de la naturaleza, la belleza que resplandecía con el sol. Y que en la oscuridad de la noche se volvía gótica y misteriosa, para seducir a la luna.

A los cantares y silbidos de los pájaros, al susurro del viento, los acompañaba el sonidos de tres respiraciones lentas, lentas por el placer de una buena siesta, que se convirtieron en sueños profundos.

Las flores murmuraban sin cesar pero un gemido las interrumpió, y las exalto.

"Una sátira", "Las sátiras no son muy frecuentes", "Ya sé, pero, ¿qué hará aquí?", "No lo sé, pero a las sátiras se les considera como un error, se supone que es un mito el que existan, ¿Y si le avisamos a Kendall?, "¿Mi señor?", "No seas dramática, es hijo de una ninfa y un dios, con suerte a nacido en forma humana", "Nació en forma humana por que su padre lo quiso, y, aun así, es un rango más alto que nosotras", "Esta bien, tenemos que avisarle, y pronto", "Si, corre la voz, no tardaran en despertarse".

Los susurros llegaron hasta a lo lejos, en donde los grandes arboles y palmeras se asomaban, en donde había una cabaña, con una pared decorada, tapizada de un mural de hojas verdes, con flores alrededor; dando la pinta de estar viviendo en un vivero, en medio del vivero estaba la cabaña.

En aquella cabaña habitaba un apuesto joven, que vivía solo, y de vez en cuando recibía la visita de su madre, puesto que su madre era una ninfa, no podía estar mucho tiempo lejos de su árbol.

El chico se alimentaba de los arboles frutales, y de los robos que constantemente hacia.

El joven estaba sentado en las escaleras de afuera con un cuaderno de dibujo, pintaba mientras conversaba con una roca.

"Mi señor, se escuchan cosas"

El chico desvió la mirada del cuaderno hacia la flor.

-¿Qué cosas?

"Las chicas encontraron a una sátira, y a dos mestizos"

-¿Mestizos?

"Si, mi señor, pronto, que no tardan en despertar"

El joven dudoso se paro, dejando su cuaderno y sus herramientas de dibujo en las escaleras. Siguió a las hojas, que eran transportadas por el viento.


Al estar ya frente a los desconocidos, los inspecciono detalladamente a cada uno.

"¿Qué haremos, señor?"

-Shh... Están despertando.

El joven normalmente olvidaba que solo el podía escucharlas, pero era tanto el tiempo con aquella naturaleza, que ya se le hacia normal.

"El chico rubio es bastante guapo"

"¿pero qué dices?, El chico azabache esta mucho más bueno, ¿ya viste esos músculos?"

"Oh, Poa, vamos, el rubio no se queda atrás"

-Shhh, Cállense.

El rubio fue el primero en despertar, sobre saltado se sentó de golpe, con una mano en la cabeza.

Después fue la sátira, quien rápido se percato del joven, pues los susurros de las flores de asombro le eran muy ruidosos.

-¿Quiénes son?-preguntó el joven ninfa.

HIJA DE APOLO| NICO DI ANGELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora